Narra Mia
Entrar a esta gran mansión era el gran pase, lo que yo quería e anhelaba.
Sus paredes blancas y su enorme jardín sorprendían a cualquiera... Menos a mi. Gracias a la muertes de mis padres herede cosas indispensables. Jamás pensé que podíamos llegar a tener tanto dinero; pero tampoco sabía mucho de las cosas, quiero decir, tenía cinco años cuando se hizo presente su muerte. Volviendo al tema, la gran mansión parecía común, para ser lo que era. Toqué timbre y una mujer me abrió con una enorme sonrisa que me podía llegar a dar miedo.
- Bienvenida, señorita Cavanaught.- me dijo.- El señor Fields lo está esperando en su oficina. Permítame su bolso, señorita.- me hizo pasar a la gran entrada de la casa, las paredes eran azul oscuro y se veían dos enormes y anchos, se podría decir, clósets de dos puertas blancas cada uno, estaban de los lados: uno a la izquierda y otro a la derecha, el medio de estos había un pasillo con paredes color azul un poco mas claro que el de la entrada, se llegaba a ver dos umbrales uno de cada lado, al igual que los clósets.
No sé cómo sabía que era yo... Seguramente le informaron como era.
- Gracias.- murmure después de que le haya dado mi preciado bolso Buberry y lo guardo en uno de los supuestos clósets.
- Sígame.- seguía con su enorme sonrisa la mujer de unos cuarenta y largos, de cabello castaño oscuro, estatura media, ojos verde intenso y a la que no sabia su nombre aún.- Oh, disculpe mis modales, señorita Cavanaught, mi nombre es Sue Timonty, soy la ama de llaves.- como si me hubiera leído la mente.
- Un gusto, señora Timonty.- dije tratando de sonreír, logrando una mueca y estreché su mano amigablemente.
Ella caminó por pasillo largo, muy largo y ancho, en sus paredes color gris estaba colgadas...Armas, pistolas, como le digan. Muchas armas, era como un mundo de ellas. De todos los estilos y marcas; sorprendente. Me pregunto si estarán cargadas.
Seguimos caminando por el largo pasillo lleno de armas hasta que llegamos al final y se detuvo en una puerta color madera oscuro, casi negra, de picaporte dorado. Tocó tres veces con sus nudillos y se oyó un "Pase" con voz gruesa y varonil desde adentro.
- Con permiso, señor, ha llegado la señorita Mía Cavanaught.- Dijo tranquilamente.
- Que pase, por favor.- logré escuchar.
Entre caminado tranquila y sin preocupación. Vi a un hombre de aproximadamente cincuenta y seis años, pelo castaño y barba, delgado pero se llegaba a notar un poco de músculos debajo de ese traje color negro sin corbata y camisa blanca; común, sencillo pero no dejaba lo elegante y profesional, si se podía decir. Este se levanto de su escritorio y llego hasta mi. Era alto, 1.87 supuse.
- Hola, Mia, un gusto.- acerco su mano para que la estrechará, y así hice gustosamente, si tenía que llegar hasta donde quería debía llevarme bien y tener confianza con él, el jefe de esta gigante mafia de EE.UU.- Jeremy Fields a su disposición.- sonrío.
- Un placer, señor Fields.- dije con la mejor sonrisa que pude, que por lo visto fue éxito porque Jeremy ensanchó su sonrisa perfecta.- Mia Cavanaugh.- Dije presentándome.
No había notado que un muchacho estaba sentado hasta que nos adentramos mas al estudio para tomar asiento. No le vi su rostro todavía.
- Mia, te quiero presentar a mi hijo, William Fields.- Sonrío y apunto gustosamente hacia el chico que estaba sentado.
Giró su cabeza hacia mi y pude ver su cara, su perfecta cara; en mi vida había visto a alguien tan hermoso. Muy hermoso, parecía creado por los mismísimos dioses.
Me quede embobada mirando al chico de cabello oscuro y de color negro, sus lunares le decoraban el rostro, sus pestañas larguísimas en sus ojos color cafés, baje a sus labios, ¡Dios mío, qué labios! Canosos y hermosos.
Salí de mi trance y me presente hacia él.
- Hola, señor Fields.- dije educadamente.- Mia Cavanaught.
Él solo me miro, se levanto de su asiento aún mirándome, si no medí mal llegaba al 1.90 de altura. Era altísimo a comparación mía. Me esquivo chocándome el hombro. Qué imbecil. Y salió a paso firme de la oficina. Le hubiera encajado un puñetazo de no ser porque tenía que caerle bien a Fields. Si todo salía bien, algún día me encargaría de Fields chico.
- Lo siento, señorita Fields,- dijo Jeremy desconcertado al igual que yo.- mi hijo no suele ser tan mal educado.
-Descuide, no le tome mucha importancia.- Dije haciéndome la tranquila, buena y linda chica que podía llegar a ser.
- Bueno, ¿que le parece si empezamos con lo nuestro?- Sonrío cambiando de tema.
- Por supuesto, señor.- dije radiantemente.
- Por favor, llámeme Jeremy. Puede tutearme, creo que vamos a pasar un largo periodo juntos, me han dicho cosas maravillosas de ti.- me dijo amable. Pensé que esto iba a ser diferente, que él iba a ser un hijo de puta conmigo.
- Okey, Jeremy.- sonreí.- Yo también creo lo mismo, esto es un gran oportunidad para mi.
- Bien, empecemos con las reglas entonces.-dijo sacado papeles de su cajón de escritorio.
Estuvimos aproximadamente dos horas ahí adentro. Llegamos a un acuerdo: para entrar en esta mafia tenía que rendir tres pruebas asignada por él, si las hago bien formo parte sino me voy. Así de fácil. Pero hasta ahora me iba a quedar en su casa, junto con los demás. Según tenía entendido esto era como su baticueba, su escondite, su amado castillo o como sea. Y si tampoco entendí mal, solo hay dos mujeres en esta casa ahora: yo y la señora Sue, genial, lleno de idiotas sin cerebro que saben manejar un auto, tener sexo, hacer ejercicio y disparar de gatillos excelentemente bien. Perrrrrrfecto, uhg.
Ahora mismo estoy en mi habitación, que es individual, gracias a Dios. Es de paredes blancas, enorme, con un piso de caoba, una cama matrimonial con acolchado blanco y beige, al frente de esta tenía un plasma gigante, también había un clóset mas grande que mi baño individual; menos mal, sino no se donde iba a poner toda mi ropa.
Esta noche me dan la bienvenida, según Jeremy. Espero que su hijo y los otros monos me saluden amablemente si no quiere que le parta la cara.
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Mafiosa
ActionElla no sentía, no quería caer de nuevo en la derrota más conocida, llamada amor. Su objetivo es llegar a ser una de las más grandes mafiosas, quería que todo el mundo hablara de ella; que sintieran respeto, los noticieros eufóricos por sus atentado...