Capítulo 20.

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Su muñeca dolía.

Uno pensaría que por ser un discípulo de Gusu Lan, escribiendo reglas a todas horas estaría acostumbrado a escribir tanto.
Pero la carga emocional de plasmar tu vida en papel jamás sería algo fácil, no en el caso de Sizhui.
Tenía que ordenar sus pensamientos primero, escribirlos e intentar no romper el papel con la fuerza en la que sus dedos se aferraban a él una vez que llenaba la hoja.

No sabía la razón de su molestia.

¿Su vida perdida? ¿El no saber lo que sucedió con sus padres? ¿La incertidumbre de saber si sus amigos estarían presentes en su vida actual? ¿Tendría una vida después de todo lo que acababa de hacer?

Ciertamente el no haber desaparecido justo después de contar todo a sus padres era una buena señal, o eso quería pensar.
Lo único que podía hacer era seguir las indicaciones que le dieron y confiar en que ellos podrían resolverlo como siempre. No había caso que sus padres no fueran capaces de darle solución.

Suspiró retirando la hoja de papel de su escritorio y dejándola secar. Era la tercera del día y su contenido cargaba un peso más grande que cualquier cosa que Sizhui haya cargado en su vida.

El primer trabajo estaba completo, era la carta que Wei Wuxian y el resto podrían leer, pero necesitaba escribir la carta especial. Aquella que pertenecería solo a Lan Wangji y cuyo contenido estaría prohibido para aquellos que su padre no concediera permiso.

Su contenido sería tan peligroso tanto para él como para Wei Wuxian y su seguridad podría verse comprometida si otros se enteraban sobre el cultivo demoniaco y la pérdida de su núcleo dorado.

Suspirando tomó el valor necesario y sirviendo una nueva taza de té, se dispuso a escribir.

Bastante tiempo había pasado desde que comenzó aquella carta especial. Sus manos y hombros dolían tanto como su cabeza, estaba tan sumergido en su tarea que olvidó que su comida había sido servida y ahora se encontraba fría al igual que si té abandonado.

Decidiendo tomar un descanso para aclarar su mente se levantó de su mesa de trabajo, recogió la comida y la llevó afuera, dejándola lista para que el encargado de limpiar se la llevara.

Se vio sorprendido cuando la puesta del sol anunció la hora del día.

Había pasado todo su día escribiendo, llorando y escribiendo nuevamente.
Para ser honesto él mismo se aplaudiría por el buen trabajo.
Si bien no era perfecto, las hojas secándose en la mesa eran la herramienta más importante que Sizhui tenía para combatir esta época ajena a él y quizá, solo quizá la vida de sus padres no sería tan trágica como lo era en su época.
Moviendo sus hombros para liberar algo de tensión decidió observar la puesta de sol desde la entrada del Jingshi.

Era una vista tan conocida pero tan extraña al mismo tiempo que la melancolía le invadía.
Generalmente no se consideraba alguien que sucumbía ante los sentimientos, su control era bastante bueno y podía presumir de una mentalidad madura para su edad. Era lo que los mayores siempre comentaban sobre su carácter y él estaba de acuerdo.
Pero aún con todo el control del mundo es imposible mantenerte sereno cuando tu futuro y el pasado mismo son inciertos cuando viajas en el tiempo.
Si bien nadie sabe lo que el futuro le depara, es muy diferente cuando ya lo viviste, lo conociste de alguna forma y después eres lanzado a vivirlo de nuevo, es más, sin saber si siquiera existes aún en ese tiempo.

Decidiendo que no podría encontrar respuestas en la desesperación y el lamento, optó por meditar en busca de calmar la mente.

Cruzando sus piernas en posición de Loto y ubicando sus manos se dispuso a meditar.
Vacío su mente, suspiró hondo y canalizó su energía espiritual, dejándola centrarse en la punta de sus dedos para después, poco a poco y con gran control la dirigió a cada rincón de su cuerpo.

De cintas Lan a malentendidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora