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Ten

Desde que llegó al castillo, Ten ha pasado más de la mitad de su tiempo dentro de la gran biblioteca, familiarizándose con cada libro que podía encontrar sobre la política y la historia de Key. Necesitaba estar lo más preparado posible para ayudar a su familia a idear algún tipo de plan, y también tenía que encontrar una manera de viajar a Kanan —lugar donde dos de los asesores de su familia se estaban quedando para estar lo más cerca posible de Ten— sin hacer ningún escándalo ni levantar sospechas.

—¿Sabes qué sería maravilloso? —preguntó Doyoung con un tono aburrido mientras jugaba con las páginas de un libro viejo.

—¿Qué pudiéramos encontrar una salida fácil de está mortificante situación? Me alegra que ambos compartamos las mismas preocupaciones y prioridades, mi querido amigo.

Ten conocía a Doyoung desde que ambos eran niños, y no era simplemente el acompañante de Ten, sino que también era su mejor amigo y parte de la razón por la que aún tenía la cabeza sobre los hombros.

—Deseo que los alfas dejaran de apestar cualquier lugar por el que pasan, para siempre. Quiero decir, podríamos exterminarlos a todos, pero piensa en la cantidad de trabajo que eso sería, hay demasiado y siendo honesto, ¿Quién tiene esa cantidad de tiempo libre?

Ten se ríe.

—Ciertamente yo no...

Un golpe en la puerta rompió su tranquila tarde, haciendo a ambos apurarse a esconder todos los libros que los rodeaban.

—Un minuto. —dijo Ten mientras sacaba la novela romántica que normalmente leía en su tiempo libre y la daga que su padre le había dado antes de irse.— Puede pasar.

Un alto y delgado hombre entró a la biblioteca con una confianza como si fuera de la realeza.

—Su alteza, el señor Lee solicita verlo en los jardines tan pronto como pueda. —dijo con la cabeza en alto y la barbilla levantada, no se inclinó ante Ten e ignoró la presencia de Doyoung.

Ten sonrió de lado y cerró su libro.

—Ah... tú debes ser el futuro amante. —apoya su mejilla en su mano.

—No sé de qué está hablando, su alteza. —el hombre contestó sin mirar a Ten.

—Hablo de que estás follando al señor Lee, ¿Quieres que sea aún más claro?

El hombre enderezó su postura, la arrogancia desapareció por completo de sus rasgos.

—Oh por dios, sí lo estás. Eso es fascinante, ¿No lo crees, Doyoung? —Ten se volteó ligeramente hacia su amigo, quien tenía una mirada juzgadora en los ojos.

—Muy fascinante de hecho. —Doyoung asintió levemente.— ¿Eres un beta? Tú único aroma es la ligera peste de un alfa, pero eso debe ser por otras razones.

No soy una ramera, y no dejaré que su sirviente implique eso... su alteza. —el hombre siseó, sus ojos finalmente conectándose con los de Ten.

—Una ramera, como les llamas, —Ten dijo sonriendo educadamente.— gana dinero honesto de su trabajo... pero ¿Tú lo haces? —arqueó una ceja hacia él.— Dile a tu alfa que me reuniré con él dónde y cuándo yo desee. Puedes irte ahora.

El beta lucía tan rojo como la portada del libro que Ten estaba sosteniendo, tenía su mandíbula tensa y su cuerpo listo para atacar. Ten apretó su daga, por si acaso.

—Sí, su alteza. —dijo finalmente, forzando las palabras fuera de su boca antes de salir de la habitación.

—Eso fue... interesante. —murmuró Doyoung cerca de él.

tastes like summer, smiles like may│𝘁𝗮𝗲𝘁𝗲𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora