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Taeyong

Un mes entero pasó y Taeyong solo vio a Ten tres veces, unas tres veces muy hostiles.

Ten había pasado sus días en diferentes ciudades del reino y en las cocinas del castillo, pero Taeyong nunca se atrevió a cruzarse con el omega, muy avergonzado para siquiera mirarlo después de las últimas palabras que intercambiaron aquella noche.

No fue su intención ofenderlo, pero Taeyong se había sentido muy traicionado por él, muy herido, justo después de que sus sentimientos fueran expuestos en frente del príncipe. Había esperado un rechazo cortés, había esperado algo mejor de Ten, no palabras duras sobre su incompetencia —sin siquiera preguntar por qué no tenía permitido buscar más información sobre el reino que nunca sería suyo para gobernar— o llamar una farsa a la amistad que tanto apreciaba. Él mismo también había sido cruel y se arrepentía de cada palabra, pero no era como si al príncipe de verdad le importara lo que Taeyong sintiera o pensara.

Por otro lado, las cosas con Chanhee mejoraron infinitamente tan pronto como Ten se alejó. Era como si nunca hubiera ocurrido ningún problema entre ellos. Habían dejado de dormir juntos. Taeyong no se había dado cuenta de cuándo habían empezado las excusas, pero Chanhee simplemente las aceptaba. Aún se besaban de vez en cuando, las sesiones más intensas eran las noches que veía a Ten.

Taeyong se rehusaba a pensar sobre lo que eso significaba.

También, durante ese mes, una afluencia de nuevos betas empezaron a trabajar en el castillo, y cuando se le cuestionó al rey sobre eso, solo se encogió de hombros diciendo que confiaba en el príncipe y que nuevo personal siempre era bienvenido.

Las platicas en el salón de reuniones acerca de que Ten estaba empezando a tener más poder que el rey crecían cada día, pero el rey no se veía perturbado por las advertencias. Casi se sentía como si ya estuviera listo para cederle su reino al príncipe, cosa que hacía que la corte se preocupara e incomodara visiblemente.

El día de la boda llegó y Taeyong quería besar el piso por donde Ten caminaba. Para los ojos de Taeyong, sin importar lo que usara, el omega siempre se veía hermoso, pero en su día de bodas, Ten lucía sacado de uno de los cuentos de hadas que su madre solía leerle cuando era pequeño. Se veía etéreo y Taeyong sentía que lo estaba ensuciando con solo mirarlo.

El omega sonrió cortésmente en los momentos correctos, recitó perfectamente sus votos —previamente hechos por otras personas— y besó la mano de Taeyong cuando se le indicó hacerlo...

Era el novio perfecto.

Taeyong, por otro lado, se confundía con sus palabras, tiró el anillo por accidente y besó la muñeca de Ten mucho más tiempo de lo que debía.

Fue, como siempre, un desastre.

La recepción fue simple y las cosas que habían elegido al principio, hicieron que algo parecido a la nostalgia creciera dentro de su pecho y se extendiera por su cuerpo. Casi se sentía real.

Cumpliendo con su palabra, no bailaron y se retiraron a sus habitaciones temprano en la noche. Ahora tenían otro show que fingir.

—Puedes tomar la cama, yo dormiré en el diván. —dijo Taeyong cortésmente.

—¿Sabe cuántas personas están afuera ahora mismo, señor Lee? —Taeyong sacudió su cabeza. Realmente, lo último que había tenido en mente mientras seguía los pasos de Ten eran las personas fuera de sus habitaciones.— Nueve. Todos ellos están esperando pacientemente a que les enseñemos pruebas de nuestro enlace, pruebas que, si usted se va a dormir cómodamente a su diván, no conseguiremos.

tastes like summer, smiles like may│𝘁𝗮𝗲𝘁𝗲𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora