わびさび 𓏳 𝗠𝗢𝗡𝗦𝗧𝗘𝗥₊ haruhwan

⁀ EPILOG ‧₊˚

Abrió los ojos cuando la alarma sonó, robándole el sueño que estaba teniendo donde todo era felicidad con Haruto a su lado. No había podido dormir casi nada por culpa de las lágrimas que no habían parado de salir, desahogando de esa manera el dolor de las miradas sobre él y la manera en la que se sentía con respecto a lo que Jeongwoo le había hecho.

No quería pensar más en ello, ya había tenido suficiente con la noche anterior como para seguir abrumando su mente. Pensó en cualquier cosa, como lo era el café; tenía olor y apariencia deliciosa, pero no le gustaba tomarlo a causa de que la hacía daño al estómago beberlo.

Se levantó de su cama con demasiada calma cuando normalmente lo hace con demasiada rapidez. Esta vez prefería llegar con retardo para así no tener que lidiar con los pasillos llenos de gente.

Con lentitud y sin apuros se aseó y vistió con el uniforme. Realmente deseaba faltar ese día y todos los que restaban del año, pero sabía que obviamente no podía hacerlo, así que se resigno a tener que afrontar su realidad. Una realidad donde era juzgado por el simple hecho de amar a quien quería.

...

Sí lo había hecho; llegó tarde y recibió un retardo, pero lo realmente importante era que no tuvo que sufrir el horario de entrada donde las personas estaban dispersas en el pasillo y cuando lo vieran ingresar al instituto se encargarían de volver el lugar en un infierno para el chico.

Se encontraba tomando apuntes de lo que el profesor estuviera diciendo, prestando verdadera atención a la clase. Y todo marchaba bien, extrañamente todo iba bien. Se sorprendió de no haber sido molestado por nadie en ningún momento. Quizá, tan solo quizá, lo dejarían en paz y no le harían nada al darse cuenta de que no había hecho nada malo.

Y es entonces cuando la hora del receso se hace presente y todos abandonan el aula para dirigirse a la cafetería. Junghwan estaba a punto de hacer lo mismo, pero la voz de su profesor es el obstáculo que se interpone para que lo logre.

—Joven So, ¿podría ir a la oficina del director y entregarle estos papeles? Debo salir con urgencia; mi hija tuvo un accidente —pidió en profesor con evidente apuro y súplica en su mirar.

Junghwan asintió rápidamente y tomó las hojas que el profesor le tendía. El docente le agradeció y se despidió, abandonando el lugar casi corriendo. El chico miró los papeles y salió del aula con ellos en mano, pero al poner un pie fuera de la habitación notó una presencia y levantó la cabeza, sonriendo al ver de quién se trataba.

—¡Ruto! —Saludó con una sonrisa grande y se lanzó a abrazar al mayor. Haruto devolvió el abrazó y sonrió con ternura—. ¿Podrías acompañarme a la dirección? tengo que entregar esto —preguntó, levantando la mano donde tenía los papeles que el profesor le había entregado.

—Claro —aceptó y ambos caminaron hacia la oficina del director.

Durante el camino jugueteaban y bromeaban, haciendo el trayecto menos aburrido y provocando carcajadas al otro. La compañía del ajeno era realmente agradable, era lindo cuando estaban al lado del otro y sentían como si nadie más existiera. Como en ese momento en el que ambos pares de ojos se conectaron y tuvieron aquella sensación de solo ser ellos dos y nadie más. Lástima que just llegaron a su destino y tuvieron que desviar la mirada a la puerta que cerrada se encontraba. Junghwan iba a tocar, pero escuchó unas voces del interior y con eso supo que el superior estaba ocupado.

—Está ocupado, mejor esperemos aquí —dijo caminando hacia la banca que estaba ubicada al lado de la puerta de la oficina.

Haruto se sentó a su lado y quedaron en silencio, uno demasiado cómodo a decir verdad; pero sólo había sido así al principio, pues ojalá no hubiera escuchado los gritos que provenían de la oficina del director.

—¡Exijo que los expulsen, no puedo permitir que mis hijos estén cerca de esos monstruos!

Esa voz era de una mujer, seguramente madre de algún estudiante del instituto.

—¡No puede ser que permita que esas... cosas... anden tranquilamente caminando por los pasillos de estas instalaciones! ¡Imagínese lo asqueroso sería ver si esos dos chicos se besaran!

—¿¡Y qué si sus asquerosidades se llegasen a contagiar!? ¡No es normal lo que hacen! ¡Debe expulsar a So Junghwan y Watanabe Haruto!

Y tras eso dicho, Junghwan sintió un gran nudo formarse en su garganta y su corazón romperse de la manera más dolorosa que alguna vez haya sentido. No quería volver a llorar, mas no encontraba la manera de retener las lágrimas que luchaban por salir. Se acurrucó en el pecho del mayor, quien con sus brazos le brindó refugio y calor. Nuevamente Junghwan no entendía: ellos no habían hecho nada malo, ¿por qué ahora querían que los expulsaran, por qué los llamaban «monstruos»?, ¿por qué?

—¿Estamos mal nosotros? —Junghwan preguntó, mirando directamente a los ojos del mayor, con cierto temblor en la voz.

Haruto sintió su pecho doler ante las imagen. Claro que ellos no habían hecho nada malo, pero ¿cómo se lo explicaría, cómo le diría que los demás sólo los querían hacer ver como una amenaza?

—Claro que no, Hwannie. Los que están mal son ellos. —Con su pulgar secó las lágrimas que se resbalaban por las mejillas del menor.

—Pero dijeron que somos unos monstruos, ¿de verdad lo somos? —De sólo escuchar las preguntas de Junghwan, se sentía como si estuviera tratando con un niño pequeño. No encontraba la mejor manera de explicar las cosas sin lastimarlo o algo por el estilo.

—No somos monstruos para nada, Hwannie. No somos malos.

Junghwan dejó de mirarlo y clavó su mirada al frente, mirando la pared pero al mismo tiempo la nada. Por su cabeza no lograba entrar por qué no podían amar libremente, por qué no podían ser pareja sin ser juzgados. Y Haruto tampoco lo entendía, pero no podía hacer nada contra los comentarios de los otros, no podía abrirles la mente a quienes se negaban a escuchar. Así que sólo se resignaría a aceptar que le tiraran cualquier mierda a él, pero protegería a Junghwan de cualquier daño que le quisieran hacer, porque amar les otorgó la etiqueta de monstruos.

FIN