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—No, yo no haré eso— habló el castaño mientras se cruzaba de brazos.
—¿Por qué nooo?— chilló nuevamente el rubiecito mientras ponía un adorable puchero en sus labios.
—Fácil— dijo el castaño mientras rodaba sus ojos —No quiero a tu mamá persiguiéndome por haber secuestrado a su hijo—.
—Pero ella no se enterará— el rubio se acercó gateando hasta el otro hombre que se encontraba sentado en el piso para que pudiera ver sus ojos tristes más de cerca.
Eso siempre funcionaba con su madre, era una técnica infalible para el.
—No— habló decidido el otro, evitando a toda costa mirar aquellos ojos verdes.
—Bien, entonces no te daré lo que quieres— el rubio cruzó sus brazos y le dió la espalda.
¿De que se trataba todo esto?
TaeHyung le había pedido muy amablemente al hombre extraño que por favorcito lo llevara a conocer el mundo exterior; era claro que el otro hombre lo tomó como una broma al inicio, pero después cayó en cuenta que aquel chico había pasado toda su vida en esa torre; y a pesar de que la situación era extraña, su cabeza le decía que debía de existir alguna muy buena razón.
Él estaba completamente decidido de que definitivamente no ayudaría al chico, pero todo se vino abajo cuando vio aquellos ojitos tristes, y también porque el rubio lo había chantajeado con no devolverle la corona que con mucho esfuerzo había tomado.
Claramente TaeHyung no estaba al tanto de aquella situación, pero al parecer no era muy difícil engañar a alguien que no convivía con nadie más que su madre y su mascota extraña que resultó ser un camaleón y no una rana.
—Bien, lo haré— hablo JungKook cuando no tuvo más opción.
—Pues al cabo que no quería— el rubio chilló nuevamente, hasta que cayó en cuenta —Espera, ¡¿dijiste que si?!—.
JungKook asintió con una sonrisa en su rostro, y entonces el rubio lindo se le fue encima con un abrazo casi asfixiante.
—¡Hey precioso!— dijo el castaño mientras apartaba lentamente el cuerpo ajeno —Se que soy irresistible, pero si me asfixias no tendrás quien sea tu guía—.
—Lo siento, lo siento— dijo un TaeHyung muy apenado mientras jugueteaba nerviosamente con sus manitas —¿C-cuando nos vamos?—.
—Mañana a primera hora—.
El menor asintió emocionado y se fue a dormir con un gran nudo en su estómago.
Por su mente llegó a cruzar la idea de que aquel sujeto escapara, sin embargo TaeHyung tenía esa cosa que el otro tanto quería, y eso, de alguna manera le tenía asegurado que se quedaría y lo ayudaría.
Y TaeHyung no pudo hacer otra cosa, más que mirar el techo y agradecer a todas y cada una de las estrellas de que por fin su sueño se estaba cumpliendo.
Aunque no todo sería tan fácil como él creyó, enfrentaría muchas cosas, algunas perdidas y desilusiones; por fin dándose cuenta de la realidad del mundo exterior.
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