...
"La música es mi religión."
Jimi Hendrix.
Joaquín.
Me gusta la sensación de la adrenalina en mi ser al subir a un escenario, me encanta el sonido de los vitoreos emocionados, me enloquece la forma en que los vellos de mi cuerpo se erizan al rozar el mando del micrófono, los dedos me tiemblan de la emoción al tocar las cuerdas de mi guitarra y quiero gritar, dar todo de mí hasta quedarme sin voz, enloquecer subido en ese escenario que se siente como un hogar, una segunda casa, el motivo por el que nací.
Muchas personas pasan toda su vida sin saber cuál es el motivo de su existir, pobres e iracundos andan sus caminos sin intuir él porque nacieron. Yo cuento con la inmensa fortuna de haber encontrado el motivo de mi existir muy pronto, de haber hallado ese sentir que le da motivos a mi vida, que me hace sentir extraordinario, poderoso e invencible.
Cuando subo a un escenario me siento completo, todas las partes de mi ser que pensaba estaban perdidas, se unen, me llenan de una emoción extraordinaria que me hace gritar hasta no poder más, me hace sentir que nada podría arruinar mi felicidad, que merezco algo bueno venga a mí y me llene de éxtasis, casi como una esperanza de que todo mejorara.
No importa el día, el mes, el año o la vida, cantar se siente como volar sin alas, en un cielo infinito de inmensos colores azulados.
Subo al escenario, miles de personas gritan nuestros nombres, carteleras se levantan en medio de las gradas del estadio, en las gramillas corean nuestras canciones y las luces de los brazaletes son lo único que se puede distinguir entre el tumulto de personas que han venido a vernos. Saludo con un gesto en mi mano, susurro palabras a mi micrófono y las personas enloquecen, aúllan en un coro la palabra "épicos" y mis ojos en seguida se anegan en lágrimas.
¿Cómo puedo ser merecedor de tanto amor? ¿Cómo pueden amarme tanto si ni siquiera me conocen, no saben de mis hábitos aburridos, de mi mal humor al despertar, de mis chistes malos?
Sonrío, imaginando las miles de veces que una de mis canciones, una de esas que escribí, sintiéndome solo y aislado, le pudo haber dado una esperanza, un abrazo amigo o simplemente consuelo a una de estas personas.
Nunca soñé, siendo un niño que esto que estoy viendo en este momento, miles de personas gritando mi nombre, pudiera ser posible. Ese niño solitario, triste y acongojado, jamás creyó que pudiera recibir tanto amor, que sus sueños lo hicieran volar por encima de las estrellas y pudiera sentirse de esta manera, como si nada pudiera superarlo, sentirse realizado, amado e inmensamente dichoso de haber decidido escoger este camino jamás se sintió tan bien.
Agarro mi micrófono y todo se vuelve silencio, ni un solo aullido se escucha además del sonido de mi propia voz.
Cuando fumo, del mundo yo me olvido, todo pierde sentido.
ESTÁS LEYENDO
Los prejuicios de Facundo | Serie Épicos I
RomanceDOS CHICOS AMÁNDOSE. Cuando dos personas se aman, se forman poesías. Cuando dos músicos, amigos, casi hermanos, se aman, se forman melodías. Cuando esas dos personas comparten recuerdos, felicidades, tristezas: todo, incluso la vida, se forman ca...