28

917 113 152
                                    

Erick apagó el motor del coche y salió aceleradamente. 

Corrió alrededor del Range Rover y abrió la puerta trasera, en donde Noah casi parecía esperanzado. 

—Vamos, vamos. 

Lo sacó del coche y lo dejó en el suelo. Extendió la mochila de cintas amarillas y dibujos de animalitos hacia su hijo y ordenó los cinturones en el asiento del infante. 

Noah gruñó y le pegó un estirón a su pantalón para llamar la atención de Erick. 

—Frío… 

Erick cerró la puerta y se agachó para subirle la cremallera de la chaqueta. Después, lo cargó en un hábil movimiento y corrió al frente sin percatarse de su falta de oxígeno en los pulmones. Noah se apoyó tranquilo en su hombro. 

Llegaban muy tarde. Muy, muy tarde, Santo Dios… 

La noche anterior Christopher había llegado de sorpresa a casa para cenar. Llevaba cinco pizzas entre las manos y cuando Erick preguntó, le dijo que también había invitado a Richard, Yocelyn y las niñas. 

Simplemente perfecto, claro… 

El dilema en cuestión llegó a principio de la cena, cuando Erick le extendió una cerveza a Yoce y ella negó. Miró a Richard con una sonrisa compartida y encogió los hombros.

“Estoy embarazada”, se contentó con decir. Y a Erick se le cayó la cerveza al suelo. 

Así que nadie podía culparlo por haber dormido pocas horas— de las cuales estaban bordeadas por pesadillas de soledad e inseguridad lejanas, por cierto—. No podía pedir demasiado hoy; ni a él, ni mucho menos a su suerte nula.  

—¡Espere!— chilló, viendo cómo la profesora cerraba la puerta principal ya. Al verlos les dedicó una sonrisa, que provocó un quejido en Noah y un agarre más fuerte en el cuello de su padre. 

Erick seguía sin acordarse del dichoso nombre de ella. ¿Thalía? ¿Tatiana? ¿Tiana? Empezaba por esa letra, estaba seguro. O tal vez empezaba por la m... Definitivamente empezaba por la m, sí. 

Cuando llegó frente a ella respiró profundamente e hizo una mueca. 

—Buenos días, señor Colón. Buenos días, Noah. ¿Se te han pegado las sábanas hoy, campeón? 

—El despertador no ha sonado— inventó él, pues aún tenía su sonido clavado en el tímpano de la segunda vez que reventó su sistema con un sonido estridente—. Lo siento. 

—No se preocupe— comentó, sonriendo de vuelta—. ¿Tu mamá tampoco se ha despertado, Noah? 

Y Erick entrecerró sus fanales en su dirección, con un deje de rabia que le recordó el motivo por el cual su mente no retenía el nombre de esa mujer. 

Estuvo a escasos milisegundos de soltar un comentario ofensivo, cuando Noah se reincorporó con el ceño fruncido. El niño alzó el índice de forma sabia. Su voz sonó aguda. 

—Mi mamá Lina está en el cielo. Ella mandó a mi dada Joel, que hace muy feliz a mi papi Erick y que nos cuida y nos quiere mucho. Somos sus chicos, él lo dice. Tengo mucha suerte, ¿Verdad, papi? 

La expresión de la profesora cayó tanto o más que la de Erick. La voz de la mujer sonó ahogada. 

—L-Lo siento yo… Yo no s-sabía, lo prometo, yo… 

—Está bien— cortó él de manera radical. Dejó un beso en la mejilla de Noah y le regaló una sonrisa—. Noah tiene mucha suerte. Tenemos una buena familia, ¿Verdad? 

Arkhé || JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora