10-✯RY & KAT✯

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 El camino de vuelta a casa fue muy silencioso. Solo cuando llegamos me decidí por preguntarle por qué ese hombre estaba tan furioso con él. Si bien algunas cosas me habían quedado claras: como el hecho de que él había dejado de correr y además que vendían mujeres, o algo similar, me faltaba mucho para completar el rompecabezas que era Ryder Montgomery.

Nos bajamos del auto, entramos a la casa y pasamos por la cocina para tomar una bolsa del hielo.

—¡Ay! —se quejó a la vez que tomaba la bolsa y presionaba un poco sobre su ojo. La comisura de su labio había dejado de sangrar hacía tiempo, pero tenía que limpiarla.

Fruncí los labios.

—Te dio duro —dije.

Ryder rodó el ojo libre.

—No tengo talento para una pelea mano a mano. No es lo mío. Bueno, por lo menos no lo tengo mientras trato de mantenerme tranquilo.

—Ya lo veo, te dejó un hematoma enorme.

Nos quedamos un rato en la cocina hasta que él decidió que el hielo había sido suficiente.

Seguí a Ryder a su habitación después de dejar la bolsa de hielo en el refrigerador. Se sentó en la cama mientras se llevaba las manos a la cabeza. Yo lo imité y me senté a su lado.

Él suspiró.

—¿Qué sucedió allí, Ryder? —quise saber.

Sus ojos se deslizaron hasta mí.

—Hace casi dos años tomé la decisión de dejar Calle Inter por motivos personales —comenzó a explicar—. Sentí que no podía perder mi vida allí, así que hablé con Bruno y él estuvo en desacuerdo con la idea desde que se lo planteé.

—¿Y tú qué hiciste? —pregunté y puse mi mano en su hombro en un gesto de apoyo.

—Seguí en mi posición. Ya había tomado una decisión y no iba a dar marcha atrás. Pero él insistía e insistía. Estábamos en la final de la competición y yo era su mejor piloto.

—Y él te dejó ir...

Ryder asintió.

—Sí, con la condición de que nunca más volviese allí. Ahora que fui, va a reclamarme lo perdido y el hecho de que fue él quien me puso allí.

—¿Sí?

—Lo conozco, Katia. No descansará hasta verme destruido.

Ryder mantuvo su mirada en el piso.

—¿Él te llevó?

Asintió. Sentí su tensión y una inmensa culpa por haberle pedido que me llevara a Calle Inter.

—Sí, cuando cumplí los diecisiete ya tenía mi primer auto y gracias al apoyo y la motivación de mi padre, logré entrar en las primeras eliminatorias de la Fórmula Drift en Estados Unidos, que se había iniciado hacía pocos años. Todos coincidían en que era bueno. Y lo era. Realmente tenía talento. —Alegó que no quería ser orgulloso, pero que en verdad era muy bueno—. A los dieciocho comencé a ganar más carreras y llegué a la cúspide del torneo..., pero todo se desmoronó cuando papá murió.

Algo dentro de mí se aplastó, como si pudiera sentir su dolor.

—Lo siento tanto... —musité.

—Murió de un ataque al corazón —explicó alzando la mirada hacia las fotografías. Entonces el hombre que estaba con él y con Ben sí era su padre—. Fue algo inesperado para todos y me rompió el corazón saber que sin él no tenía rumbo. Estaba perdido. Joseph era mi gran apoyo y mi mejor amigo a la vez.

Mi dulce destrucción [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora