Cerré los ojos con la intención de dormir un poco pero me fue imposible. Asimilar todo lo que estaba sucediendo fue demasiado abrumador. Sin embargo, estaba dispuesta a seguir. Por él. Ryder me amaba, y eso cambiaba las cosas, les daba un nuevo giro. Solo faltaba una pieza en el rompecabezas: comprender por qué se había alejado así. Britanie había dicho que no sabía si Bruno había amenazado a Ry con hacerme daño, pero si amenazó a su pequeño hijo, ¿por qué no habría de hacerlo también con nosotros?
—¿Tienes miedo? —preguntó Julien. Nos encontrábamos en el living ahora, luego de que mi intento por dormir al menos una hora fallara.
—Para ser honesta, no lo sé. Tengo una mezcla de sentimientos aquí —dije señalándome el vientre—, pero no están muy claros. Tal vez sea un poco de todo, ¿tú qué opinas?
—Me parece una locura, pero ¿acaso el amor no es loco?
—Lo es —convine recordando aquellos ojos azules que tanto echaba de menos. Solo faltaban un par de horas para que fuéramos a Calle Inter—. No sabes cómo lo extraño.
Julien sonrió y pasó su brazo por detrás de mis hombros para estrecharme hacia él.
—Claro que lo sé, Katia. Te he estado observando estas dos semanas, te veías miserable, sin ofender.
Lancé una carcajada.
—Me sentía muy miserable, pero Ry me quiere y yo haría lo que fuera por él.
—Y vas a demostrarlo esta noche, tenemos que confiar.
Me mordí el labio inferior.
Había pasado todo el día pensando en que lo volvería a ver, que no pensé en qué podía suceder si Ryder perdía aquella carrera. Caer en las manos de alguien desconocido que podría intentar aprovecharse de mí no era una opción.
—Confío en él. Aunque me preocupa que las cosas no salgan como se han planeado. Si Ryder no gana...
—Oye, no digas eso, él ganará. Debemos que tener fe ciega. Y como Britanie te dijo, todo habrá terminado esta noche.
Me quedé allí recostada una hora más mientras Julien improvisaba algo para comer. Tenía el estómago cerrado por los nervios, pero como insistió, no me pude negar.
El tiempo voló, y cuando menos me lo esperé, ya estábamos a unos cuántos kilómetros de Calle Inter.
Lo primero que vimos al acercarnos fue aquel cartel que yo recodaba de la vez que fui con Ryder, pero ahora lucía diferente: cada una de las letras que formaban "Calle Inter: Drift", eran tubos de luces de neón rojos y azules.
A medida que nos adentrábamos por la entrada principal, el ruido de gente gritando, los rugido de motores y la música se hacían cada vez más audibles. Julien estaba fascinado con lo que veía, y debo admitir que yo también. El lugar se veía diferente a como lo recordaba, con luces de colores por todos lados, iluminación dentro de los viejos edificios y decenas de automóviles estacionados por todos lados. La luna, en lo alto, le regalaba al lugar un resplandor color plata.
—Será mejor que nos estacionemos por aquí —sugirió Julien—, es la primera vez que me da vergüenza mi pequeño Golf.
Contuve la risa, él tenía razón.
Desde que habíamos entrado al lugar nos habían estado observando como si creyeran que no pertenecíamos allí, y acercarnos más iba a lograr solo que fuéramos objeto de burla por el auto de Julien, el cual era evidente que no encajaba con el resto de los vehículos preparados para ese tipo de carreras.
Recordaba la pista como un camino serpenteante rodeado de edificios y columnas altas, con flechas que marcaban el recorrido y estrechos pasadizos por donde parecía solo caber un auto. Ryder era profesional, pero de solo pensar en que algo podía salir mal, se me ponían los pelos de punta.
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Mi dulce destrucción [COMPLETA]
RomanceRyder Montgomery había dejado de lado su faceta de chico malo, corredor de carreras ilegales y mujeriego empedernido, hace mucho tiempo. Ahora es un buen chico. Muy bueno, de hecho. Pero las cosas cambian cuando se da cuenta de que comienza a tener...