23-✯LA LLAMADA✯

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A diferencia de lo que esperaba, no vi a Ryder cuando bajé al living. Y debo reconocer que me sentí un poco decepcionada. Al parecer él había subido a su habitación o se había quedado apartado optando por no salir hasta que yo me fuera de la casa. Mejor así. Sin embargo, tenía que ser honesta conmigo misma, no era capaz de ignorar el dolor que estaba sintiendo. No podía pretender que de un día para el otro todos los sentimientos desapareciesen sin más.

Julien tomó mis cosas y las llevó a su Volkswagen Golf. Fuera, la cortina de lluvia era intensa y el cielo se había oscurecido casi por completo.

Suspiré a causa de la frustración y lo seguí hasta el coche. Parte de mí quería esperar a mi hermana para saludarla y contarle que me iba de la casa por tiempo indeterminado, pero era consciente de que si me quedaba allí las posibilidades de cruzarme con Ryder irían aumentando con el transcurso de los minutos.

—¿Estás segura de esto? —preguntó Julien poniendo la llave en el contacto. Me ajusté el cinturón y asentí—. Creo que merecen un tiempo para reflexionar sobre lo que hay que hacer.

—No hay nada que hacer, Julien. Él no me quiere, no es honesto conmigo y se ha acostado con esa mujer, ¿necesitas más?

Se encogió de hombros y sacudió la cabeza. El Golf comenzó a andar, aunque esta vez tardaríamos más en llegar a causa de la lluvia. Alcé una mano y desempañé el vidrio al tiempo que Julien encendía la calefacción.

—Creo que estar separados va a ser bueno para ambos, especialmente para mí que sí he sentido el tiempo que he pasado con él.

—Y sin embargo...

—¿Y sin embargo qué? —repliqué.

—Siempre hay un «y sin embargo», Katia.

—Y tú sabes cuál es: lo quiero, pero no voy a estar dependiendo de si él siente algo un día y deja de sentirlo al día siguiente. No pienso permitir que juegue conmigo. No me interesa una relación inestable.

—¿Y si no es eso?

—Déjalo, Julien. Es todo lo que hay, y es todo lo que puedo soportar.

Julien asintió sin decir nada más, porque yo tenía razón.

El viaje de regreso a su apartamento fue más largo de lo que habíamos esperado; las autopistas estaban colapsadas y las avenidas aún peor. Solo necesitaba unas cuantas semanas para establecerme, ¿acaso no había pensado hacer eso cuando llegué a Londres? ¿Conseguir un empleo y luego un cuarto? Con suerte conseguiría todo eso en el plazo de un mes.

Una vez que llegamos, Julien volvió a ofrecerme su cama, lo cual no me parecía justo. Por más que insistió e insistió opté por dormir en el sofá. De hecho descubrí que era muy cómodo. Hicimos un espacio en su clóset y al final todo encajó. Estaba segura de que íbamos a pasarlo bien, pues éramos buenos amigos y parecía que nos interesaban las mismas cosas.

La primera semana pasó rápida, lluviosa y fría. Y con el frío también llegaron los exámenes intermedios, los cuales me llevaron más noches que las deseadas, algo que agradecí. A veces mantener la mente ocupada te libera de muchas cosas. Estudié con Melissa y Helena para algunas materias en el apartamento que compartían y del resto me encargué sola. A decir verdad no era buena estudiando en grupo, ellas tenían sus métodos y se tomaban todo con calma. Y para mí, que había estado estudiando muy poco desde que las clases habían comenzado, el tiempo me apremiaba. La celeridad con la que pasaban las horas era abrumadora y los exámenes estaban cada vez más cerca.

Durante la mayoría de las noches me sentaba en la pequeña cocina del apartamento y desplegaba todos los apuntes sobre la barra de Julien. Intentaba concentrarme en lo que tenía que leer, pero muchas veces me perdía pensando qué podría estar haciendo Ryder, qué había hecho esa semana y qué haría luego. Tenía unas ganas inmensas de verlo. No había pasado tanto tiempo lejos de él desde que había llegado a Londres hacía ya seis meses. Había creído que la distancia me iba a beneficiar, pero no, con ella me di cuenta de que más tiempo pasaba sin verlo, más lo extrañaba y mucho más lo amaba.

Mi dulce destrucción [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora