Parpadeé unas cuantas veces antes de despabilarme por completo. Tuve que recordar dónde me encontraba antes de levantarme. Ahora que las ideas comenzaban a ordenarse, recordé que estaba en el apartamento de Julien. Él me había dejado quedarme allí, y encima había ofrecido su cama para que no durmiese en el sofá.
Había sido una noche tranquila; comimos pasta, de postre el helado prometido, y antes de acabar viendo una película muy triste interpretada por Richard Gere y un perro que me hizo llorar como loca, bebimos un poco de café. Eso era básicamente lo que imaginaba el día que viajé a Londres, quería tener una vida así, tranquila, en calma. Una vida con pequeños momentos felices. Y sin embargo, en ese instante comprendí que mientras Ryder estuviese en mi cabeza, nada de lo que Julien hiciese, por más cariño que le tuviera, se iba a sentir tan bien como con él. Cada momento con él me había resultado perfecto, digno de recordar por el resto de mi vida. No lo sé, tal vez el amor lograba eso, que una mirada, una sonrisa o un simple chiste fuese magnifico, hermoso...
Cerré los ojos y la imagen de Ryder se materializó en mi mente.
«Te amo. ¿Sabes?, creo que te he amado desde que apareciste en la puerta con esa cara de tengo mal genio y si no te gusta, a la mierda». Sus palabras me habían sonado tan sinceras.
—Te quiero, Ryder —susurré en la penumbra—. Te quiero aunque sé que debería odiarte por hacerme sufrir.
«Te quiero tanto que tengo miedo que todo sea una mentira, y de que cuando te des cuenta de que no vale la pena estar conmigo, te marcharás»
—¿Qué es lo que está sucediendo contigo, amor? Algo anda mal, Ryder, lo siento aquí. —Llevé mi mano al centro de mi pecho, la angustia seguía allí, aferrada a mí—. En el corazón.
Y luego la imagen de Julien y sus palabras.
«Yo creo que te quiere, pero a veces el miedo nos hace ir en la dirección incorrecta»
Una sola palabra: miedo. Miedo. Miedo. Miedo, ¿a qué? Pero lo que quizás me intrigaba más era ¿por qué desde la perspectiva de casi todos, Ryder solo estaba actuando en consecuencia de algo, sea lo que fuere? Y Ryder y Julien coincidían en esa palabra que me tenía abrumada: Miedo. Cabía la posibilidad de que todos estuvieran mintiéndome. Respiré profundo, eso no me agradaba. Pensé y pensé, y por más que intenté hallar respuestas a todo ello, no lograba relacionar nada.
Sin embargo, las palabras que se me habían grabado eran dolor, traición y engaño. Todas usadas por Ryder.
Suspiré y dejé de darle vueltas al tema; sin información adicional no conseguirá nada. Me levanté y me cambié la ropa de dormir que Julien me había prestado. Me puse unos pantalones deportivos y una camiseta que me quedaba hasta las rodillas. Así, y con el pelo hecho un desastre, no cabían dudas de que estaba muy lejos de verme bien. Pero no me importó, de hecho nunca me había importado. Me puse mis jeans, mi camiseta y mi suéter verde de cachemira. Busqué mi teléfono debajo de la almohada: eran las ocho. No tenía clase ese día, y tampoco tenía cara para pedirle a Julien que me dejase estar un día más en su casa. No después de que él había tenido que dormir en el sofá por mi culpa.
Tenía que hacer algo, tal vez conseguir un empleo de medio tiempo que me ayudase a pagar un cuarto. Muchas chicas pagaban cuartos mientras estudiaban en la universidad. Agradecía tener algo de dinero que me serviría para pagar por lo menos un mes de alquiler. Ahora debía sacar unas cuantas copias a mi currículo y probar suerte.
Terminé de cambiarme y me puse las zapatillas. Pasé hacia el baño y comprobé que Julien aún seguía durmiendo en el sofá. Me lavé el rostro, los dientes y cepillé el cabello.
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Mi dulce destrucción [COMPLETA]
RomanceRyder Montgomery había dejado de lado su faceta de chico malo, corredor de carreras ilegales y mujeriego empedernido, hace mucho tiempo. Ahora es un buen chico. Muy bueno, de hecho. Pero las cosas cambian cuando se da cuenta de que comienza a tener...