C A P I T U L O 4

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BAKUGO

La imagen pixelada enviada con la información de perfil de Michiko Matsuko era una horrible representación de la imponente belleza a la que acababa de follar. En la imagen, la molesta iluminación le había dado un resplandor púrpura a su piel; su cabello, un verdadero café chocolate, se había matizado y se veía oscuro. Los suaves mechones eran cualquier cosa menos eso. Se rizaban salvajemente, eran suaves y brillantes. En la imagen, sus ojos se veían más grandes por lo que yo asumí que era miedo y su boca había sido reducida a una línea recta. La mujer vibrante y arisca que había llegado a la remota estación de transporte no se parecía en nada a su imagen de perfil oficial y eso me complacía en gran manera.

Cuando se despertó, sus ojos se encontraron con los míos primero. Con los míos. Toshio había sido un bastardo, ansioso por poner sus manos sobre ella bajo un pretexto médico. Incluso se le había puesto la polla dura por mi pareja. Su trabajo conmigo había terminado y no se acercaría a Michiko Matsuko. El bastardo poco ético tendría suerte si llegara a conseguir un puesto de asistente de enfermería en esta dimensión.

No podía creer que Michiko Matsuko había sido seleccionada de entre billones de parejas potenciales para ser verdadera y completamente mía. Apenas había podido aguantarme durante la examinación; mierda, ese proceso solo había empeorado mis necesidades, para ver mi semilla cubrir sus cremosos muslos blancos. Quizás mi ansiedad era similar a la de un joven demasiado libidinoso, pero había esperado mucho tiempo por ella.

Pero ahora, temía que mi larga espera no solo me hubiese puesto ansioso, sino también que me hubiese hecho demasiado amable. Mi pareja era una criminal condenada por asesinato. Kirishima incluso había cuestionado mis acciones cuando presenció cómo había estado con ella. Mi pareja era una asesina. Pero al mirarla a los ojos, al ver cada pulsación de su sangre, al notar cada respiración y al saborear la deliciosa respuesta de su cuerpo a mis manos, no podía mantener ese simple hecho en mi cabeza.

Michiko Matsuko. Veintiocho. Condenada por asesinato.

El Programa 2Dh me había enviado su nombre, su edad, esas tres palabras y una imagen pixelada. Nada más.

¿A quién había matado y por qué? Yo soy un héroe y sé cuál es el costo de tomar una vida. Lo había experimentado en muchas ocasiones. Algunos hombres merecían morir, pero otros simplemente estaban siguiendo órdenes o luchando para el lado equivocado. Algunos luchaban para defender sus hogares o a sus parejas. Otros se deleitaban con el sabor de la vida y la muerte en sus lenguas.

Michiko Matsuko no tenía los ojos de una mujer que disfrutara matar. Ella era cálida y suave. Entregarse a mí hizo que su coño se calentara lo suficiente como para quemarme la polla. ¡Qué agonía más dulce!

Asesina o no, no había forma de que pudiese hacerme daño. Casi me reí en voz alta ante esa idea. No conocía a los hombres de la Tierra, pero ella era muy frágil y no cuenta con algún quirk para ser un peligro para mí; su cabeza apenas llegaba a mi hombro. Ella había sido arisca e irrespetuosa, pero no podía culparla de sus acciones. Acababa de ser desterrada de su dimensión y era ahora la pareja de un extraño. Eso no significaba que su comportamiento iba a pasar desapercibido. Necesitaba ser azotada para aprender de una vez que su comportamiento insolente no sería tolerado. Después de haberla arrojado sobre mis muslos y darle las azotadas que se merecía (aunque fueron más suaves de las que le daría una vez que se instalara) ella sabe quién está a cargo y a quién debe someterse.

Ver los pálidos orbes de su culo cambiar de blanco cremoso a rojo fuego me había puesto la polla dura como una piedra. Observar su suave piel temblar con cada golpe, ver cómo se formaba la huella de mi mano... Maldición. No solo yo lo había disfrutado. Ella, desde luego podía pelear, pero eso la había excitado. Las pruebas habían emparejado su sumisión con mi necesidad de control. Sería solo cuestión de tiempo para que ella lo reconociera y se rindiera.

LA NOVIA DE BAKUGOUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora