C A P I TU L O 7

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BAKUGO

Dos días más habían pasado; mi tiempo lleno de reuniones me obligaba a enviar a Hayami al harén para que su seguridad estuviese garantizada. Además de ser hermosa, era una mujer razonable que entendía por qué no podía tenerla conmigo. Unos azotes ciertamente habían ayudado a eso. Debido a esto, ningún otro cepillo para el cabello me fue arrojado a la cabeza.

No era Hayami la que se quejaba. Eran los demás heroes. Me senté en mi asiento usual por encima de los demás y los escuché refunfuñar.

—No presenciamos su llegada y no la hemos visto. Solo las parejas en el harén pueden confirmar su existencia. —El heroe Vlad King era una molestia continua.

—Bakugo no se encuentra en casa. Seguramente puede entender su necesidad por proteger a su pareja —contestó Midoriya.

—¿De quién? —preguntó el viejo—. Ella es la asesina. Nosotros somos los que deberíamos temer de que no le haga daño a alguna de las mujeres en el harén. —Levantó su brazo para indicar a los demás—. ¿No están preocupados por sus parejas? Los guardias protegen a las mujeres de peligros externos, pero quizás el verdadero peligro se encuentra dentro.

—Suficiente —dije.

Todas las cabezas se dirigieron a mí.

—Kirishima, trae a mi pareja.

Mi segundo al mando asintió antes de irse de la habitación.

La charla regresó al último tema pautado hasta que Kirishima regresó. Mantuvo abierta la entrada de la habitación para que Hayami pasara. Yo me levante y los demás me siguieron. Extendiendo mi mano, ella se colocó a mi lado. Ella era encantadora y todos los hombres en la habitación mantenían sus miradas sobre ella. Afortunadamente, se encontraba vestida con un vestido sencillo y llevaba una capa encima de sus hombros, lo suficientemente larga para arremolinarse alrededor de sus tobillos. No tenía botones ni forma de cerrarse, pero Hayami mantuvo ambos lados juntos frente a su pecho.

Le concedí una pequeña sonrisa, no podía darle más ya que, si se enteraban de mi profundo interés en ella, eso podría ser peligroso. Ambos estábamos bajo escrutinio.

Me incliné hacia delante y le susurré al oído: —Algunos hombres son más formales y más estrictos de costumbres que otros. Por favor, trátame con autoridad.

Si bien podía ver un poco de confusión en sus ojos claros, ella asintió y se mantuvo en silencio. Esperaba, por su bien, que no me cuestionara. No deseaba azotarla en público.

—Esta es Michiko Matsuko, mi pareja.

Todos los hombres observaban a la mujer con quien había sido emparejado.

—Como pueden ver, ella es muy pequeña como para ser de peligro.

Logré ver que me miró a través del rabillo de mi ojo.

—Ella podría tener un arma escondida —dijo el heroe Vlad King, mirándola con desdén.

Yo saqué mi pecho. —¿Está cuestionando a mi pareja?

—¿Tu has cuestionado a tu pareja? Ella ha cometido un crimen despreciable en su mundo. El único castigo que recibió fue ser enviada a esta dimensión. My Hero Academia seguramente es un mundo más avanzado y mejorado que la Tierra. ¿Cómo puede ser venir acá un castigo suficiente?

El heroe Vlad King necesitaba retirarse; sus costumbres eran demasiado arcaicas. Infortunadamente, él no tenía el papel de gobernante. Yo, sí. Lo que él había dicho también era verdad. Aún tenía que preguntarle a Hayami los detalles detrás de sus acciones. El asesinato a sangre fría era una ofensa severa en My Hero Academia. ¿También lo era en la Tierra? ¿Qué había hecho ella? Se lo preguntaría, pero lo haría en privado. Después.

—El crimen y castigo de Michiko Matsuko fueron responsabilidad de su mundo, no del nuestro. Ella está aquí como mi pareja y nada más. De ser castigada, se la castigará por infracciones aquí en My Hero Academia y yo, como su pareja, veré que eso se cumpla.

El viejo se levantó. —No me quedaré quieto mientras ella esté libre.

—¿Qué quiere que haga, heroe Vlad King? ¿Que encarcele a mi pareja? ¿La mujer que me fue enviada por el Programa 2Dh? ¿Acaso va a darle la espalda al tratado que mantiene a My Hero Academia, y cientos de otras dimensiones con el programa, por miedo a una sola mujer? Usted es quien deseó verla.

—Debería estar encadenada para que nuestras parejas estén seguras. Si no, todos deberíamos irnos.

Un héroe se levantó, y su segundo al mando lo siguió, luego asintieron en concordancia con lo que había dicho el viejo.

No podía permitir que los hombres se fueran. Necesitaba de su presencia para poder terminar las reuniones, ya que no deseaba regresar al Cuartel general hasta el siguiente año. Pero tampoco deseaba ver a mi pareja encadenada solo para su disfrute. La disciplina era útil, de ser necesaria, pero no iba a castigar a Hayami solamente por los caprichos de un hombre. Castigaría a Hayami si la ocasión lo requiriera, la azotaría hasta que se sometiera bajo mi control, pero no ahora cuando no había hecho nada para merecerlo.

El hombre quería demostrar su poder sobre mí a través de mi pareja y eso era inaceptable. Él sabía que yo debía hacer lo que él ordenaba. Internamente, quería arrancarle la cabeza y colocarla en una repisa como trofeo, pero, externamente, lo que hice fue llamar a Kirishima.

—Tráeme una de las correas.

Kirishima probablemente cuestionó mi pedido, pero permaneció en silencio e hizo lo que le pedí.

Girándome hacia Hayami le dije: —Arrodíllate.

Ella entrecerró los ojos, pero me obedeció. Mirándome a través de sus pestañas, una imagen muy carnal de ella en esa misma posición chupándome la polla se me vino a la mente. Afortunadamente, Kirishima regresó.

Tomé la correa de sus manos—. Gracias.

Él asintió y volvió a su lugar.

—Levanta la cadena que está bajo tu vestido —le dije a Hayami.

Ella dirigió la mirada hacia los demás hombres y luego hacia mí. Podía ver el fuego en sus ojos y, por un momento, pensé que me desobedecería, pero afortunadamente se mantuvo en silencio y nuevamente hizo lo que le ordené. Ella levantó la cadena de entre sus pechos y la dejó caer por fuera de su vestido. Quizás, y esperaba que fuera así, su respuesta rápida se basaba en una creciente confianza entre nosotros. Le había dicho más de una vez que jamás la lastimaría y se lo había demostrado al solamente tocarla para darle placer. Nalgueándola no solo una, sino dos veces había sido doloroso al principio, pero supe por lo mojado que estaba su coño que a ella le había gustado. Quizás era un castigo muy leve para alguien que disfrutaba un poco del dolor. Era algo para considerar. Después.

Me arrodillé y cuidadosamente pase el gancho través del espacio entre la cadena y lo abroche. Le di un tirón para garantizar que estuviera bien colocado.

La correa estaba en mis manos. Hayami no iría a ninguna parte. Esta disposición permitía que estuviera limitada, pero sin estar atada. Ella estaba a mi lado, cubierta modestamente, donde la quería y donde podría liberarla con facilidad si llegáramos a estar en peligro. Con solo soltar la cadena ella estaría libre.

—¿Satisfecho? —le pregunté al heroe Vlad King.

Él frunció sus delgados labios, pero asintió y regresó a su asiento. No podía hacer nada más y lo sabía. Había cumplido con sus requisitos, aunque él seguramente había esperado que la desnudara completamente y que le pusiera grilletes. El viejo bastardo. Logre evitar la crisis, pero todo el costo lo terminó pagando Hayami. Ella mantuvo su cabeza baja durante el resto de la reunión. Sin duda, se sentía avergonzada y muy enojada. Mientras me enfocaba en lo pautado para el momento, monitoreaba a Hayami con cuidado, asegurándome de que estuviera cómoda. Si bien era el heroe elite, también era su pareja y ella era mi prioridad principal. Me había comprometido con mi papel durante toda mi vida. Era hora de que me comprometiera con Hayami.

Cuando estaba a punto de terminar la reunión, uno de los jefes de guardia se metió en la habitación. Por la expresión de urgencia en su rostro y el sudor que corría por su frente, sabía que algo estaba mal.

—Ha habido un accidente. Hay varios muertos y tenemos heridos.

LA NOVIA DE BAKUGOUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora