C A P I T U L O 14

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BAKUGO

—Con esto concluye la reunión del consejo de este año. Nos volveremos a encontrar el próximo año. Durante ese tiempo, viajen seguros y que la paz reine en su región.

Me puse de pie; los hombres frente a mí también lo hicieron. A pesar de que habíamos pasado una semana juntos trabajando en lo pautado, los héroes se pusieron de pie y conversaron, paseándose por el lugar. Todo lo que yo quería hacer era irme del maldito Cuartel general de una vez por todas. En este lugar solo guardaba recuerdos de Hayami. La veía por todos lados a donde fuera. Y, sabiendo que ella no era una asesina, sino una sanadora, todos me detenían para preguntar por ella. Finalmente, obligué a Kirishima a publicar un aviso del regreso de Hayami a la Tierra, para no tener que repetirlo una y otra vez.

De pronto, se escucharon graznidos de advertencia de las unidades de comunicación de los guardias. Todos se congelaron en su lugar, esperando la advertencia del peligro.

—Un transporte, héroe elite. —El guardia principal se me acercó, luego miró a su unidad—. No programado.

—¿Origen? —pregunté. Los guardias podían defenderse de los atacantes en My Hero Academia, pero defender un cuartel general contra los ataques de transporte directamente de otras dimensiones era mucho más difícil.

—La Tierra.

El hombre me miró y leí sus pensamientos.

—Hayami —murmuré—. Tiene que serlo.

—No se ha registrado ningún emparejamiento de esa dimensión Héroe elite.

Creo que tiene razón.

—¿En cuánto tiempo? —pregunté, ya corriendo hacia la plataforma de transporte del cuartel general. Estaba cerca.

—Treinta segundos. —El guardia corría a mi lado, el resto nos seguía.

Yo llegaría en diez. —Cambien sus armas solo para aturdir. Si resulta ser mi pareja, no quiero que nadie le dispare.

El guardia asintió y yo les eché un vistazo a los demás.

—Mantengan su distancia —troné—. Nadie se mueve hasta que evaluemos el transporte.

La esperanza me llenó el pecho cuando me detuve dentro de la habitación y observé el lugar vacío delante de mí. Lentamente, un cuerpo se materializó y era, en efecto, Hayami. Tumbada sobre la oscura plataforma de transporte negra, parecía estar dormida, parecía... Mierda, parecía la cosa más increíble que había visto en mi vida.

Los dos guardias que habían entrado detrás de mí bajaron la guardia y envainaron sus armas. Me arrodillé a su lado y la tomé en mis brazos. Ella usaba un vestido ligero a la vista y nada más. Teniéndola presionada contra mi pecho, podía sentir los anillos en sus pezones y las gemas que había puesto allí antes de que regresara a la Tierra.

Su suave contacto, el aroma de su piel, la sensación sedosa de su pelo, maldición, era difícil de creer que estuviera en mis brazos. Pensé que nunca la volvería a ver y sin embargo... ¿Cómo había podido regresar?

La llevé a la habitación principal, ansioso por compartir las buenas noticias. No estaba seguro de qué esperar de los que estaban reunidos, pero en lugar de desdén u hostilidad en los rostros de los héroes, todos se veían complacidos y quizás, incluso, sorprendidos por su regreso.

Apartando su cabello de su rostro, le hablé, le susurré algo al oído y esperé a que se despertara. Le había tomado horas la última vez, así que tenía que suponer...

—¿Bakugo? —murmuró, moviéndose en mis brazos.

—Shh, mi pequeña Extra, te tengo.

Sus ojos se abrieron ante el sonido de mi voz y ella me miró, su cuerpo se puso rígido. —¡Bakugo! —repitió mientras me envolvía con sus brazos y me agarraba con fuerza.

LA NOVIA DE BAKUGOUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora