C A P I T U L O 6

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Halándome hacia delante, me llevó hasta su regazo para sentarme sobre él con mis rodillas a ambos lados de sus muslos, teniendo cuidado de no lastimar mi adolorido trasero.

Su cuerpo irradiaba calor, incluso, a través de su ropa. Era la primera vez que estaba tan cerca de él. Y él ya había estado profundamente dentro de mí, pero yo no había podido verlo, no había podido mirar esos ojos oscuros, ver el deseo en ellos. Él me estaba dando la oportunidad de estudiarlo. Desde cerca, pude ver que su nariz estaba un poco puntiaguda era bastante linda. él lucía perfecto. Sus labios delgados me hacían preguntarme cómo se sentirían sobre los míos.

Dudaba que sus besos fueran delicados, sino que esperaba que fuera tan dominante con su boca como con el resto de su cuerpo. Mientras seguía pensando en cómo se sentirían sus besos, él dejó salir un quejido de lo más profundo de su garganta.

—Esa mirada, mi pequeña Extra. Es mi perdición.

Alcé mi mirada para encontrarme con la suya. Podía sentir su polla entre mis piernas abiertas, era una verga rígida que se presionaba contra mi coño. De no haber tenido los pantalones puestos, seguramente solo necesitaría mover sus caderas para estar dentro de mí.

—¿Ustedes... se besan? —Él no me había besado, ni una sola vez. Me había follado, me había hecho gritar, me había azotado y había explorado mi cuerpo con sus manos. Pero ¿un beso? Yo quería conocer su sabor.

Él enarcó su rubia ceja y la comisura de sus labios. Esto formó un hoyuelo en su mejilla que permanecía casi oculto por su seria mirada. Vaya, era tan atractivo y era mío. No podía estar más excitada. La humedad de mi coño seguramente había mojado sus pantalones. ¿Sentiría el calor de mi trasero en sus muslos?

Apenas sabía algo de Bakugo y él no sabía nada de mí, lo poco que sabía era una mentira. Pero, elementalmente, ni siquiera necesitábamos ser algo más que extraños, porque de igual forma lo quería con una intensidad que nunca había conocido, que nunca había sentido antes. Me sentía como los drogadictos que aparecían en el hospital, adicta y desesperada por otra dosis. Mi cuerpo lo ansiaba. Quería otra dosis del placer que solo él podía darme. Su aroma era casi provocador, al igual que la sensación de sus firmes músculos y la manera en la que me miraba. No podía cuestionar la validez del emparejamiento. El emparejamiento era real. Esta atracción era real.

Pero no me quedaría aquí. Cuando llegara el momento de testificar, yo regresaría a la Tierra y él se quedaría en una dimensión diferente a la mía, la distancia que nos separaba era por mas de 100 millones de partículas peor que microscópicas, el estaría al otro lado de la televisión. Y yo regresaría a un mundo donde no había nadie para mí. Nadie tan perfecto como Bakugo.

Tenía alrededor de tres meses. Si bien me iría, eso no significaba que no tomaría ventaja de todo lo que Bakugo tenía para ofrecer, incluso, si eso significaba castigo.

—¿Si nos besamos? —preguntó Bakugo. Frunció el ceño por un momento—. Por supuesto. ¿Ustedes no?

Miré hacia un lado y luego volví hacia él. —Sí, pero nunca me has besado, entonces no estaba segura.

Él suspiró. —Como dije, estamos en el Cuartel general para la reunión anual del consejo de héroes elite, lo que entra en conflicto con mi deseo de estar contigo. No estoy disponible para dedicarme a tu placer, para aprenderme tu cuerpo de la forma que lo haré una vez que regresemos a nuestro hogar. ¿Crees que deseo estar con un montón de hombres testarudos y malhumorados cuando podría estar así contigo?

Movió sus manos hacia mis caderas y las acarició. El movimiento hizo que mi clítoris rozara con su polla y me hizo gemir. El calor de la acción era intenso.

LA NOVIA DE BAKUGOUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora