✓ caso Deadpool [Spideypool]

Parte 2

En una habitación casi en total oscuridad, Peter finalmente despertaba, su cabeza zumbaba por el fuerte golpe que le dieron y sus manos estaban atadas tras su espalda, imposibilitado de escapar, y sin ningún indicio que le pudiera dar hora o lugar. Estaba en una habitación relativamente grande, con un montón de mierda amontonada, sin ventanas, apenas una bombilla que amenazaba con apagarse en cualquier momento y una gran puerta cerrada a cal y canto.

El joven parpadeó varias veces, luego hizo tronar los huesos de su cuello y hombros cómo pudo, antes de enfocarse en su entorno.

—Ay, mierda... —Esto estaba mal, muy mal. ¿Qué falló? ¡Él había tenido cuidado! No entendía cómo Wade Wilson y su gente supo que él estaría ahí, y peor ¡lo atraparán! Hizo una mueca al imaginarse a sus padres encontrando su cadáver hecho mierda en un pozo...

Carraspeó.

—¿Señor Pool? —llamó—. Oiga, ¿no pensará dejarme aquí, o si? ¡Hablaba en serio sobre mi profesión! Solo soy un iluso fotógrafo de escenarios escabrosos. ¿Nunca ha hecho exploración urbana para YouTube? —¿Siquiera alguien lo estaba escuchando? —. Se ganan muchas vistas con gente morbosa... Vamos... ¿Señor Pool? Sé que está ahí... ¿Verdad?

Nadie contestó. Peter no podía saber si pasaron horas o apenas minutos, no tenía modo de saberlo y la tensión de no saber lo que iba a ocurrir a continuación le estaba poniendo los nervios de punta.

A veces podía escuchar pasos afuera de la puerta pero nadie parecía interesado en entrar. Cuando ya estaba más que cansado y hambriento, finalmente la puerta se abrió. Wade Wilson entró al lugar, solo él, sin nadie que lo respaldara y con sólo un arma colgando de su cinturón.

Incluso la ropa era sencilla, una camiseta negra y pantalones holgados con un par de crocs en un horrendo color amarillo.

—¿Dormiste bien, princesa?

—Pues... No tan bien. —Peter movió si cuello, demostrando que le dolía, al igual que su cuerpo—. La silla necesita ser acolchada. Y las cuerdas están muy apretadas —dijo con un gesto a sus manos atadas—. Mis nalgas están planas ahora. ¿Así trata a sus invitados, señor Pool? Es un pésimo anfitrión, ¿Se lo han dicho? —Lo observó de cabeza a pies—. ¿Crocs? ¿Es en serio? ¡Son horribles!

—Son cómodos —dijo con una sonrisa. Le agradaba este chico, tratando de disminuir la tensión del ambiente con malos chistes, o quizás era su manera de preservar la cordura para no mearse encima—. ¿Quién ha dicho que sean un invitado? Para empezar, los invitados no mentirían a sus anfitriones sobre quienes son —dijo, comenzando a rondar a Peter, como un tigre acechando a su presa desde la maleza.

—¿Quién dijo eso? —Peter se tensó, desconcertado—. ¿Mentiroso en qué? ¡No he mentido! —Bueno, quizá dijo un apellido falso y quizá omitió parte de su profesión, ¡pero nada de lo demás era mentira—. Tiene un pésimo informante, señor Pool. Yo le haría un trabajo mejor. Puede contratarme, no cobro mucho, ¿sabe?

—Tienes bolas, niño, de las grandes —respondió el hombre, poniendo una gran mano sobre el hombro de Peter, apretando dolorosamente la carne—. Peter Stark, hijo del capitán Rogers, alfa y heredero de Industrias Stark. Veintitantos años, fotógrafo por hobbie y detective como profesión. ¿Se me olvidó mencionar algo?

Peter se volvió pálido, luego se sonrojó, y otra vez empalideció. Tardó unos segundos en hablar, y cuando lo hizo fue solo para decir, en unos cuantos parpadeos:

—... Sí. Friki, y fanático de Guerra de las Galaxias.

—¡Claro! —exclamó con alegría.—Las Guerras de las Galaxias. ¿Quién no ama esas películas? —Como si nada, Wade siguió caminando por el abarrotado lugar, para nada incómodo—. Entonces, señor fotógrafo, me parece que nos subestimaste. ¿Qué crees que va a pasar ahora? —cuestionó, cruzándose de brazos frente a Peter.