T/N
Un sábado por la mañana. Suspiré y me levanté de la cama antes de ir a lavar mis dientes. Prendí la radio al llegar a la cocina y comencé a preparar un desayuno rápido para salir. Hacía mucho que no paseaba. El aire de una mañana soleada como esta era perfecta para salir a caminar. La cálida sensación que deja el sol en la piel era algo sinceramente refrescante, así que no lo dudé mucho antes de cambiarme y salir por la puerta con una botella de agua y las llaves en mi bolsillo. No tenía por qué llevar tantas cosas, a fin de cuentas, de todas las cosas que me podían robar les convenía robarme a mí antes que a las estupideces que cargaba mi bolso. Pensar de esta forma estaba claramente mal, pero el mundo terminaba siendo un circuito corrosivo de los asquerosos impulsos humanos, eso no cambiaba con facilidad.
Mi único lema es, tal cual las leyes de Murphy, "Si algo puede salir mal, saldrá mal" y "Si las cosas son así, no cambiaran". Realmente no me importa si esta o no errado, es solo un lema. El "vive y deja vivir" nunca funciono con el ser humano, los que enfrentaron alguna vez lo duro que es el suelo de la realidad podrían asegurarlo. Tal vez era demasiado pesimista, sin embargo, en lo único en lo que me centraba era en sobrevivir. Sin una misión, sin una razón, solamente vivir y disfrutar del cielo, el viento, el aire, de lo que implica estar vivo mientras evito las desgracias.
Respiré profundamente plantándome en una esquina del camino del parque antes de expulsar todo otra vez. Di un paso y caminé mirando mi alrededor. Había pasado un mes desde que había empezado la universidad... Había cosas que ciertamente extrañaba de aquella época de bachillerato, pero también había cosas y razones por las que nunca volvería. No me interesaba como me fuera ahora, a decir verdad, y aunque me quejara, era mejor en algunos aspectos. La mañana siempre me hacía sentir bien, siempre... la mañana es silencio, es paz, es tranquilidad, y es uno de los mejores momentos para tranquilizar el palpitar agitado del corazón antes de salir por la puerta sin ruido alguno. Por lo menos... así recordaba las mañanas.
Un bachillerato a tiempo completo era extrañamente conveniente. Amaba tener todo el día ocupado, más que nada cuando eso implicaba llegar a casa y que ninguna voz se escuchara en el silencio, no más que bostezos o la gárgara de un vómito. Había momentos en los que recordaba, momentos como ayer que me dejaban pensando. ¿Qué hubiera pasado si hubiera reaccionado de otra forma? ¿Cómo habrían terminado las cosas? Y aun entre las preguntas, un lado de mi cerebro no lo quería pensar.
Me senté en la banca del parque obteniendo la agradable sensación de recuerdo que invadía mi cuerpo.
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Caminé con mi paso habitual por el pasillo dispuesta a salir al patio. Ese lugar... Era el mejor lugar. No por algo en especial, solo era mi descanso. El estrés que abarrotaba mi cabeza a diario me volvía loca, debía tener un sitio y un momento donde cargarme nuevamente. Solo debía respirar profundamente unas cuantas veces, sentir el frío, apreciar mi entorno, y no perder la cabeza con mis emociones. Sin embargo, aquel día estaba alterada, ansiosa, mis manos temblaban aunque les rogaba que no lo hicieran, como si todo lo que estuviera intentando reprimir se escapara de mí como un castigo por mi destino roto.
Respiré hondo unas cuantas veces, hasta que frene en seco sintiendo que alguien se acercaba por detrás de mí. Estaba a unos cuantos metros, pero aun así podía sentir su presencia acercarse. Apreté mis dientes con molestia antes de abrir la boca para hablar.
-No estoy de humor para estupideces.- Solté lo más fuerte que mi tono logro esperando que se largara. Un pequeño aire de risa detrás de mí me irrito aún más, ¿¡No podían dejarme sola un misero momento!?
-Es entendible.- Habló graciosa aquella persona detrás de mí. No pensaba voltearme a verle, no tenía por qué hacerlo. Su voz era gruesa, parecía tener alrededor de mi edad a cuestionar por la altura de la sombra que caía hacia mi banco a medida que avanzaba.- A esta hora de la mañana siempre es mejor dormir que estar aquí.- Rio, pero no me inmute, tal vez en alguna otra circunstancia me hubiera reído de su mal chiste, o tal vez únicamente le hubiera dicho que no daba gracia, pero no deseaba abrir de más mi boca hoy. Simplemente suspiré antes de insistirle.
-¿Tengo que repetirlo?- Pregunté quejosamente. Su paso no se detuvo hasta que llego al banco detrás de mí.
-Entiendo.- Respondió nuevamente. Era idiota, de haber entendido se hubiera largado, sin embargo, a comparación de lo que deseaba se sentó en el banco que se encontraba a mis espaldas. Me comenzaba a doler la cabeza, poco a poco como si fuera una bomba en cuenta regresiva.
-¿Qué haces?- Pregunté en un tono quejoso evitando sonar cansada de todo lo que me rodeaba al sentir que se apoyaba cómodamente sobre el respaldo del asiento. - La camiseta blanca que llevaba estaba manchada de barro, la lluvia de ayer no ayudo mucho a la clase de educación física...
-Dijiste que no estabas de humor para estupideces, no que no podía sentarme.- Aclaró mientras se volvía a acomodar recostándose a lo largo del banco. De cierta forma tenía razón, pero no me importaba.
-Entonces vete.- Ordené ya enojada. Sentía que mi cabeza explotaría en cualquier momento, mis ojos comenzaban a arder. Pasar la noche despierta no fue una buena idea...
-No eres dueña del lugar.- Habló antes de bostezar levemente.
-De serlo ya te hubiera echado.-Aclaré antes de suspirar frustradamente y dejar el lugar en silencio. Tomé mi rostro entre mis manos por impulso de tapar mis ojos cansados.
-¿No sientes que... las clases son cansadoras...?- Hablo en un tono cansado, parecía que se dormiría.
-El mundo entero es cansador cuando no sabes que buscas de él.- Respondí suspirando para despegar nuevamente las manos de mis ojos.
-¿Sabes que buscas?- Su pregunta me dejo perpleja... Nunca me había preguntado eso, no cuando sentía que nunca podría encontrar nada de él.- Yo creo que... depende que encuentras...- Terminó por decir vagamente. Pensé en aquellas palabras un momento y luego volví a abrir mi boca.
- ¿Qué pasa sí... no encuentras nada que te guste?- Pregunté, pero el lugar quedó en silencio, sin respuesta, suspiro, queja, o lo que fuera. El dolor de cabeza no me dejaba notar si seguía o no detrás de mí... Por momentos pensé que se había dormido, en otros que se había ido sin que lo notara, en otros pensé que era una ilusión, pero luego de que los minutos me cansaron deje de pensarlo. Era mi lugar... Mi momento... ¿Por qué tenía que ser irrumpido en un día como este? Aquel día... aun sin saber si estaba o no detrás de mí, me fui en un camino recto sin mirar hacia atrás, sin mirar hacia él.
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Recordaba que... no me agradaba que me molestaran. Sentía que si encontraba con quien abrirme y lo hacía solo saldría lastimada, así que nunca lo hice. Las sonrisas de las personas, la forma en la que hacen las cosas, en aquella época todo era falso, incluso ahora... la diferencia entre el teatro y la realidad es que las máscaras no se ven con facilidad. Sin embargo, todas aquellas veces donde me sentaba allí a estar sola, a pensar, a respirar y sentir que todo lo que sucedía era inevitable, él comenzó a aparecer.
No era la mejor compañía, era bastante tranquilo, hacía lo que quería como si las cosas a su alrededor no le importaran para nada, aunque a veces si se quejaba, se molestaba por algunas cosas groseras que decía o refunfuñaba en silencio como si esperara que me disculpara. A fin de cuentas, poco a poco esas conversaciones me hicieron pensar, me hicieron sentir mejor, hicieron que mi cabeza dejara de doler y que riera, por lo menos internamente. Por eso apreciaba esos momentos tan vacíos y llenos, porque era la neutralidad en mi rutina y porque agradecía que se quedara, incluso aunque fuera o no por mí.
Él... Aquella persona sin rostro, con mi mejor imagen mental, aquella persona invisible, como un amigo imaginario. Realmente agradecía que nunca, sin importar la ocasión, se fuera. Siempre, tranquilo o quejoso, él nunca se levantó para irse, nunca dejándome sola lidiando con mis pensamientos. En esos momentos, no importaba si era silencio o una tonta charla, su simple presencia... era mucho más para mí de lo que cualquiera imaginaria.
Y aunque no lo notara... Él era mi verdadero respiro.
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A mano- Zoro y Tu
RandomSeamos sinceros. Yo era la reina, solo que nadie aquí parecía saberlo. Este estúpido lugar no era para mí. No era importante, exigente, con influencia, ni siquiera tenía un campus decente, pero me convenía estar aquí y realmente no cambiaría de pare...