CAPÍTULO SIETE

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-Oscuridad-

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-Oscuridad-


Cuando por fin sonó el timbre que indicaba que la clase había finalizado me quedé estática en mi mesa con la vista al frente, pensando a mil por hora e intentando asimilar desde cuándo mi vida se había convertido en uno de esos absurdos casos paranormales de gente que creían se habían vuelto locos.

Pensé que después de lo de mamá podría seguir con mi vida normal.

Qué ilusa.

No hubiera salido de mis pensamientos de no ser por un cuerpo que se detuvo frente a mí. Alcé mi vista y la vi. Era una chica de piel morena, cabello negro con algunos rizos y ojos color miel, su piel estaba salpicada por algunas pecas. Era bonita.

—Hola, soy Jade —Dijo con una pequeña sonrisa.

—Hola —Sonreí de vuelta algo incómoda.

—Te vi sola hace un rato, me imagino que no conoces a nadie y quise venir a hablarte.

Mi mirada se dirigió a un lado y vi como Adam empezaba a guardar sus cosas para salir a la siguiente clase. Volví mi vista a la morena.

—Ehh, si... Es mi primer año y no se me da muy bien eso de hacer amigos —Guardé rápidamente todo lo que estaba en la mesa en mi bolso.

—Bueno, por algo se empieza, ¿No? ¿Cómo te llamas?

—Max. Bueno, me llamo Maxine pero me gusta más que me digan Max, ya sabes.

Vi de reojo como Adam se levantaba para salir, necesitaba respuestas, no podía irse así como si nada.

—Max... Es un bonito nombre.

—Si... Mira, tengo un par de cosas que hacer, ¿Te parece si hablamos luego?

—Oh, claro, tranquila. Ya tendremos tiempo de hablar otro día.

—Bueno, fue un gusto conocerte, Jade —Le sonreí.

—Lo mismo digo, Max —Ella me devolvió la sonrisa.

Vi a Adam dirigirse a la puerta y me apresuré a seguirlo. Cuando salí miré hacia la izquierda y cuando volteé la cabeza casi se me sale el corazón al toparlo de frente, apoyado en al marco de la puerta con los brazos cruzados.

—Dios, me asustaste —Dije tomándome al pecho.

—¿Para qué me ibas a seguir? —Dijo con su usual tono frío.

—¿Cómo que para qué? Necesito respuestas —También me crucé de brazos.

Él asintió con la cabeza y miró a ambos lados. Cuando sus ojos chocaron con los míos y los detallé fruncí en ceño, uno era completamente verde y el otro era gris.

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