La situación del hospital

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Jeff no era muy grande, pero era bastante más grande que yo aunque no tendría más de 27. Pero parecía tener experiencia como médico, su mirada decía mucho. Y estaba pensando en él -en dónde habría estudiado, qué habría hecho -cuando llegó un auto a la puerta de la casa por el cual descendió una mujer vestida en color verde que era, para mi sorpresa, mi madre. Le expliqué lo sucedido pero había bebido bastante y no me prestaba atención, la llevé a su cama y a acosté de costado, haciendo una pared con almohadas en su espalda para que no volteara.
Le dije que iría al hospital y les avisé a Debbie y a Stell que dormían en la casa de huéspedes, donde vivían excepto en las fiestas y en otras celebraciones de esa índole. Manejé hasta el hospital, por suerte tenía GPS en el celular porque tranquilamente me pudo haber tragado un caimán del pantano si me hubiera guiado por mi instinto.

Finalmente llegué al hospital y me le uní a Adam en la sala de espera.

-¿Qué haces aquí? –Le pregunté apareciéndome por atrás, tocando su hombro. -¿Dónde está Sam? –Pregunté preocupada. Adam tenía las manos juntas como rezando, sus codos sobre sus rodillas y su cara detrás de sus manos. Se echó para atrás, con su espalda contra el respaldo de la silla azul de la sala de espera. Me señaló que me sentara en asiento vacio a su derecha.

-¿Y tu madre?

-Había bebido, se quedó en su cama, hablé con Stell y Deb para que estuvieran atentas. –Le contesté y Adam asintió. -¿Dónde está Sam, Adam? Tranquilo, dime. –Me senté y coloqué una mano en su espalda.

-Él está en... no lo sé, probablemente cirugía. Su naríz empezó a sangrar y creo que su oreja también. –Me confesó sin mirarme a los ojos, no sacaba su mirada del piso, parecía en shock.

Por dentro estaba como -¡Oh, dios mío! -Pero quería calmar a Adam, no preocuparlo más. Así que traté de cambiar de tema.

-Todo va a estar bien. ¿Hace cuánto llegaron? –Pregunté calmada y me contradecía porque cuando preguntaba acerca de cuándo llegaron era para saber cuánto llevaba en cirugía, sinceramente no tenía la certeza de que todo saliera bien.

Adam no dijo palabra. Entonces pregunté algo talmente distinto.

-¿Adam, te molestó que te llamara "papá"? –Le pregunté, aunque me incomodara.

-No, ¿cómo crees? Me encantaría que me llamaras papá en tanto tú estuvieras de acurdo con eso. –Me respondió, sacando, por fin, su vista del piso y posándola en mis ojos.

-Pués, no lo tomes a mal, pero creo que llamarte papá sería negar quien es mi padre. Tú eres mi PÁ-drastro –dije acentuando en Pa –Asi que podría llamarte Pa y aún sería correcto. –Esbocé una sonrisa, y él también lo hizo. Volvimos la vista hacia el piso. Sentía que había cumplido mi tarea.
Yo no había dejado de preocuparme por Sam, probablemente tampoco Adam pero por lo menos ahora sonreía. Entonces pude visualizar la administración que se encontraba a unos pasos de dónde me ubicaba. Me paré, decidida a ir a preguntar por Sam. Entonces Adam me miró a los ojos.

-¿Qué haces? –Me preguntó

-Yo... emm... -Pensé y desvié mi vista hacia los costado. –Yo... estoy buscando el baño.

Adam estuvo a punto de hablar pero yo se lo impedí. –Voy a preguntar a administración. –le dije.

-Está... Annie, el baño está... -Se escuchaba que estaba casi gritando, pero bien pude yo caminando muy apresurada, no haberlo escuchado.

Llegué al mostrador lleno de panfletos. Un panfleto verde hablaba del epoc, la enfermedad de los fumadores; otro hablaba del corazón, era rojo y azul; otro, uno verde más claro, como un verde manzana, hablaba del hospital, del Lake Charles Memorial Hospital y sus especialidades pero también hablaba del pantano y de las enfermedades que traía. Había varios otros carteles y panfletos y nunca faltaban los calendarios con imágenes religiosas o las carpetas que te hacían sentir que las mujeres de la recepción tenían un trabajo de mayor responsabilidad que el de un cirujano por su gran tamaño.

Atardecer de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora