Holaaaaa, este capítulo es mucho más corto que los demás, lo sé. Pero el proximo viene cargadito :D
Adaptandome
Entré despacio y silenciosamente a su cuarto, tal vez la sombra era otra cosa y él estaba dormido. En breves segundos la piel se me erizó, y casi espontáneamente crucé mis brazos cerrando más mi bata para no pasar frío. Ahí estaba Sam, parado, más bien apoyado contra el paredoncito del balcón. Tenía un short deportivo y un buzo de los Saints firmado por Willie Roaf. Sam no me había visto entrar, como dije antes, había sido silenciosa. Golpeé la puerta. No fui muy ruidosa, o no lo suficiente como para que me oyera. Así que creí mejor volver a mi habitación y salir al balcón. No tenía como “la obligación” de hacerlo, pero quería ver lo que sea que estuviera viendo con tanta concentración.
-Hey! –Le saludé abriendo la puerta de mi habitación.
-Hey. –Dijo Sam sin tanto ánimo. Se veía muy cansado.
-¿Por qué no duermes? –le pregunté.
-Ojalá lo supiera. –Me contestó. -¿Tú? –Agregó mostrando poco interés en la respuesta que le pudiera dar.
-Extraño mi casa, no lo tomes a mal. Ustedes son agradables pero… ya sabes, no es mi hogar.
-Claro. –Expresó mostrándose comprensivo. Supongo que hubiera respondido que no sabía. Miraba al frente, no me miraba a mí. Tampoco agregó una palabra, por lo que, al poco tiempo, se formó un incómodo silencio.
Iba a ir con la “pregunta roca” esa pregunta que, generalmente, resulta difícil de responder tanto como de plantear.
-¿En serio no ibas a besarme hoy? –Pregunté distendida pero a punto de sonrojarme.
-¿Qué hubieras hecho si lo hacía? –Me respondió chistoso.
-Yo pregunté primero –rematé.
-No, no iba a hacerlo. –Pronunció firme pero con resignación marcada por un sonoro suspiro. –Tu turno- siguió.
-Pues lo que hice lo hice pensando que me ibas a besar. –Comenté entre risas.
-Nah. –Negó, también riendo. –Me refiero si te hubiera robado un beso, no acercándome, así no se besa… -Termino su frase.
-Supongo que te habría alejado aunque por un segundo te habría devuelto el beso.
-Sabes me gusta que podamos hablar tan... directo. –Dijo lento y termino su frase con carcajadas.
-Igual yo. –Le respondí super relajada.
-Siempre que no puedas dormir tienes que mirar ese triangulo de estrellas de allá. –mencionó señalando al cielo.
No respondí nada, sólo contemple el ambiente.
-Y si alguna vez quieres hablar de Chicago, o Lousiana o lo que sea, puedes hablar conmigo, si quieres.
-Sí, me encantaría. Serías como el hermano mayor que nunca tuve.
Sam rió, se veía aliviado. Y no es invento de mi imaginación su alivio, ahora sonreía y podía dejar de mirar lo que fuere que estuviera mirando para posar su vista en mí cada tanto.
-Ann, me encantaría ser tu hermano mayor, aunque me parezcas atractiva y eso sea muy “creepy”. –Me respondió riendo. –Mencionó por lo alto, haciéndose el gracioso.
Aunque me sentía halagada, por alguna razón, si no hubiera habido una puertita de 1 metro aproximadamente, que dividía el balcón, le hubiera pegado. La puertita era más como una reja, de hierro y negra.
ESTÁS LEYENDO
Atardecer de amor
RomansaAtardecer de amor es una novela romántica que trata de una joven estudiante de medicina, Annie, quien se muda temporalmente a Lake Charles, Louisiana junto con su madre, Katherine, y su futuro padrastro, Adam, para celebrar la boda en la casa de los...