Pasar vergüenza en múltiples casos.

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Corrí directamente hasta la recepción al ver la cama vacía, mi madre todavía no lo había visto, la había dejado atrás. No le dije una palabra ni la miré a los ojos, sólo veía el piso para no tropezar cuando eché a correr.

Llegué a la administración rápidamente pero no había ninguna enfermera allí, corrí al ascensor lo más rápido pero cuidadosamente que pude para no chocar con nadie, aunque choqué con un señor al que había visto el día anterior en alguna parte del hospital. Cuando volteé mi vista hacia atrás para ver si mi madre me seguía, no la encontré. Presioné el botón del ascensor repetitivas veces, muy rápidamente, hasta que las puertas de este se abrieron frente a mí. Me dolía la panza. ¿Y si...? No me atrevía a decirlo. Era increíble lo rápido que te encariñas con la gente. El ascensor descendió a la planta baja. Me contuvé un poco más por 2 motivos:

· La gente del ascensor me vería correr como marrana, como yo corría habitualmente.

· No había necesidad de pasar vergüenza teniendo la recepción tan cerca.

Llegué a la administración, había una pareja de adolescentes y una señora de la edad de mi madre pero morocha con anteojos, hablando con las enfermeras. Esperé unos segundos, pero los adolescentes se tardaban mucho.

-¡Señorita, disculpe! Necesito, por favor, saber de Sam o Adam Harbury o del Dr. Rewling. –Le comenté algo gruñona.

-Estoy ocupada, si es familiar aguarde unos minutos y estaré con usted. –Me contestó la muy zo***

-Es que no tengo minutos, podría estar muriendo. –Le argumenté impaciente.

-Es lo más que le puedo ofrecer. –Replicó.

La otra enfermera, quien hablaba con la señora, estaba de verdad ocupada.

-Arrgh. –Me quejé y arrojé "sin querer queriendo" un lapicero al piso. Quería moverlo, no tirarlo del mostrador. Las enfermeras, los adolescentes, la señora y gente de alrededor me miraban anonadados.

Me alejé furiosa, yo no era de hacer esas cosas. Tal vez exageré. Aunque el dolor de panza no se iba. La gente no tenía la culpa. Caminé sobre mis pasos y me acerqué a recoger el lapicero.

La maldita que me había hablado se dio la vuelta muy ofendida y se fue a la otra punta del mostrador. La señora de anteojos ya había casi terminado de hablar con la enfermera pero no me atrevía a preguntarle. Me arrepentía por lo que había dicho.

-Psst. –Escuché al darme la vuelta. Era la enfermera buena onda.

-¿Si? –Le repliqué

-No tenemos registro de Sam Harbury actualizado desde ayer a las 11.00.

-Sí, me ha comentado otra enfermera ayer.

-Debería estar en Cuidados intensivos si terminó con los estudios.

-¿Estudios? –Le pregunté. No recorda... lo recordé, Sam tenía programada una tomografía y no sé qué otra cosa.

-Sí, aquí aparece... -Me decía y yo la interrumpí.

-Sí, lo sé, lo había olvidado. Muchísimas gracias. –Me dí media vuelta y me encaminé a unos asientos que había por ahí.

-Ah, señorita, si le interesa, el Dr.Rewling está en con el paciente que mencionó.

-Gracias. –repetí.

Me dirigí a donde estaba, posiblemente ahora, Sam. Llegue a cuidados intensivos, relajada, a paso de tortuga, casi arrastrándome. Yo creo que desde la palabra "estudios" que salió de la boca de la señora, el alma me volvió al cuerpo, mi respiración se calmó; volvió a ser más lenta y pausada.

No había nadie, debían estar con los estudios. Le pregunté al guardia dónde podrían estar, supuestamente allí no se permitían visitas, pero igualmente me indicó dónde era.

Llegué hasta esa sala con máquinas, se veía a Jeff a través de la puerta vidriada, iba a golpear la puerta pero me detuve. Como si hubiera sido magia me miró a través de la ventana, se acercó y me abrió la puerta

-Nos interrumpieron antes. –Me dijo sin preámbulos. Así de directo fue.

-Vaya, qué directo. –Le respondí en un tono despectivo, ni siquiera pensé en mi respuesta, salió sola. Pero creo que estuvo bien. Nos reímos

Cambiando de tema, aunque aun no habíamos entablado una conversación, pregunté -¿Dónde está Sam?

-Ahí adentro –Dijo señalando un escáner gigante detrás de un vidrio sucio.

-Está despierto, ¿no? –Pregunté señalando a Sam con el índice, obteniendo ahora la mirada de Jeff.

-Claro y mira esto –Contestó enseñándome un micrófono como de supermercado, dejando su juguetito en una mesada. -¿Puedes oírnos?

-Sí, fuerte y claro. Y también podía oírlos antes, ¿En qué los interrumpieron? –Preguntó con la voz cortada.

Estaba helada, ¿QUÉ DEMONIOS LE IBAMOS A DECIR? ¿LA VERDAD? Eso sería muy incómodo.

Por suerte, Jeff que era más astuto, no respondió, cambio de tema hablándole de sus es. Yo me tudios fui del lugar lo más rápido posible, escuchando que Jeff gritaba mi nombre. Me sentí poderosa. No sé si es bien un sentimiento, pero fue genial.

Al cabo de una semana, las cosas transcurrieron normales. Sam saldría del hospital y Jeff... él seguía arrogante y yo me reía cuando lo veía. Sam mejoraba. Mágicamente, lo hacía.

&

Sam había salido del hospital y se recuperaba en casa –Sí, definitivamente llamaba casa a Louisiana y eso era raro.

Uno de esos tantos atardeceres en los que solíamos pasear con mi mamá por la orilla del pantano, decidí contarle algo como si tuviera 16 nuevamente.

-¿Es cierto que Jeff –me percaté de que lo había llamado por su apodo – quiero decir, Dr. Rewling se quedara con nosotros en Navidad?

-Sí, eso creo. ¿Por qué te interesa?

-Bueno, es que... digamos que... bueno quizá...

-Ann, ¡¿qué?! –se impacientaba mi mamá.

-Bueno, me gusta. Sé que es mayor pero no lo veo desde que Sam salió del hospital y, sé que es ser muy soñadora, pero quizá tenga una chance con él. ¿Qué crees? –Pregunté algo avergonzada

Mi madre rio hasta que yo paré de hacerlo esperando una respuesta, me abrazó.

Seguimos caminando pero no hablamos del tema. Creo que eso era su aprobación, eso esperaba.

Todo iba bien. Hasta que recibí un e-mail de mis amigos preguntando cuándo volveria, si iría para Navidad o Año nuevo.

Me alegraba saber de mis amigos, claro. Pero me hizo pensar en volver, en volver a la universidad, en alejarme de mi mamá, de Sam y de Adam. Ir en Navidad... yo quería verlo a Jeff, aunque, no había nada entre nosotros, no es como que estuviera enamorada de él pero igual quería verlo.

No respondí en ese momento, pero me sentí culpable y redacte mis disculpas diciendo que lamentaba no poder estar allí.

Atardecer de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora