➢ Canto para confesar

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Si seguimos hablando de despertar, había una forma agradable, una que te hacía sonreír con solo estar consciente. Así despertaba Naomi, no importaba si le tocaba dormir con Harvey, o si Tristan despertaba a su lado, su reacción siempre era la misma, sonreír y apegarse al chico, quejándose despacio, haciendo saber que ya estaba despierta. Y ellos siempre tenían la misma reacción. Si era Harvey, se quejaba también y tomaba las manos de la chica que lo rodeaban. Pero si era Tristan, este la abrazaba de vuelta, se quedaban así hasta que alguno decidía abrir los ojos. Y ese día con Tristan, ella los abrió primero. Agradecía el sufrimiento de su amiga, esa parte de su cerebro que le propuso sacarla de la habitación que compartían.

—Buenos días.— el chico habló, su voz ronca, grave.

—Buenos días.— la menor respondió y se acercaron más.

—¿Que quieres hacer hoy? ¿Quieres que te haga un desayuno? ¿Que te lleve a pasear?— le ofreció como cada día, a lo que ella pensaba, pero ese día solo negó.

—Iré a desayunar sola abajo, sigue durmiendo.— Tristan la soltó y estiró la mejilla sintiendo un pequeño beso en esta haciéndola sonreír.

Naomi se fue a cambiar, solo se puso unos shorts y una sudadera, no sabia bien de quien era, solo sabía que estaba en su armario, pero podía ser de cualquiera de sus dos amigos. Bajó a tomar desayuno, esperando ver a Harvey solo, pero vio lo que le comenzaba a disgustar, su amiga y él riendo. Su amiga tendía a ser horriblemente imprudente, y aprovechaba cuando ella estaba con Tristan, para estar con su amigo.

—Buenos días.— les dijo y ambos la miraron. Su amiga se paró de la silla y dejó que se sentara al lado del chico.

—Buenos días, Nao. Siéntate.— la menor solo sonrió y miró a Harvey quien solo dirigió sus ojos al frente serio y bebió el líquido de su taza.

Había estado algunos días así, cada vez que ella se alejaba un poco de él, este actuaba así, pero cuando volvía por él, Hailie ya había ganado y estaban peleando como niños o riendo felices. Aún así sonrió y lo miró alegre.

—Buenos días, Harv.— al menos saludaría, y así fue. Hizo un pequeño saludo con la mano y siguió en lo suyo.

Hailie se levantó de la silla y dejó las cosas en el lavavajillas, miró al chico y luego a ella, solo sonrió y le sirvió fruta a su amiga además de un café.

—Bueno, tengo un amigo al que ir a molestar, disfruta tu desayuno, Naomi.— pero antes de irse se acercó a Harvey, le susurró algo que la menor no pudo escuchar y él, solo asintió y la dejó irse.

—¿Que tal dormiste?— le preguntó a la menor, pero ella había sido ignorada, ya no quería hablar, solo comió y Harvey, esperó a que terminara.

Antes de tomar el plato, el chico lo hizo y lo fue a dejar, la miró esta vez, su mirada era extraña, era como si intentara hablarle con la mirada, así que solo le hablo.

—¿Podrías decidirte? Ahora mismo, estás siendo amable conmigo, cuando hace minutos fuiste indiferente. Llevas tiempo haciéndolo.— se cruzó de brazos molesta, y Harvey se acercó y levantó su mentón obligando a mirarlo.

—¿Puedes venir conmigo? Así al menos arreglamos este tema.— lo observo algo triste y mientras ella lo miraba arrugando las cejas el le miraba algo cansado. Así que asintió y Harvey subió, ella subiendo detrás de él.

Al llegar a su habitación se sentó y la miró en la puerta, así que la hace pasar y sentarse con él. Su habitación era muy linda, era algo antigua, como las demás, negra, pero esta tenía un piano de cola y un balcón muy grande. No sabía si hablar o no, Hailie, le había dicho que debía confesarse, pero él se asustaba con facilidad, así que armó valor, mientras ambos estaban en silencio.

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