❝Comienzo.❞

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Sirenas, la ambulancia, policía, bomberos... los escucho, pero no se puede hacer mucho en este lugar, ya todos están muertos, todos menos yo, pero tampoco planeo seguir respirando, duele mucho, me duele todo, ni siquiera puedo abrir los ojos. Se escucha lejano, como si no estuvieran aquí, hasta que siento a alguien hablarme.

¿No le puedo responder no ve?

Oxigeno, luz en mis ojos que se supone debo seguir. No se mueven, no del todo, pero lo suficiente para que sepan que estoy viva aún. Se que no debo, pero gire mi cabeza y mire el carro.

¿Debía hacerlo por última vez no?
Después de todo, mi familia estaba ahí.

No pude evitarlo, las lagrimas comenzaron a correr, una tras una, tenía miedo así que con algo de fuerza logre mover mi mano, tome la de mi novio pero entonces se escapaban más y más rápido, su mano estaba helada. Pienso que lo sabía pero no quería creerlo, no en ese momento, no quería pensar que estaba muerto también, aunque fuera verdad. Me arrepiento, de no decirle que lo quería por última vez, o a los demás. Pienso, que tal vez este es mi final también, me cuesta respirar, mi pierna no la siento, se que es por el vidrio atravesado en el muslo, y no quiero imaginar que pasara cuando lo saquen, no creo sobrevivir ni lo planeo, si ellos se fueron no tengo nada que hacer acá. Ángeles, demonios, la muerte,  lo que sea que exista, lléveme, estoy lista.

— ¡Déjenme pasar! ¡Por favor! —escuché esa desesperación, el miedo de aquella chica, y luego escuché llanto.

Fue todo lo que necesitaba para arrepentirme de mis pensamientos, no estaba lista para irme aún, necesitaba quedarme con ella, no podía dejarla sola, después de todo perdió a sus padres, tíos, a su hermano, no me podía perder a mi.

No quiero seguir, pero tendré que hacerlo por ti... espero que me lo agradezcas algún día. Y que no me dejes, porque renuncié a mi muerte por ti.

La sentí llegar a mi lado, llorando, con su vestido color azul, combinaba muy bien con lo oscuro de este bosque en la noche, me miró a los ojos y logré ver lo asustada que estaba, intenté mostrarme fuerte y bien, pero, como puedes demostrar eso, cuando vas a morir. Me subieron a la ambulancia y se subió conmigo, abrí mi boca para hablar, me miró atenta. De verdad quería hacerlo, pero mis párpados pesaban, mi vista empeoraba, y aquel sonido inundaba mis oídos, estuve despierta demasiado tiempo, pasaría en cualquier momento, los cerré. Lo último que escuché en ese momento fue un grito y un hombre.

Creí que no lo había logrado hasta que desperté, me dolía la cabeza, el cuerpo, mi boca estaba seca y sentí una mano encima de la mía, no recordaba muy bien nada hasta que la vi, le pregunté que había pasado, donde estaban los demás, entonces sus palabras me lo recordaron todo. Jamás olvidaré como se secó las lágrimas eh intento controlar lo temblorosa de su voz, lo hinchado de sus ojos, esos que me miraron mientras la escuchaba pronunciar

"Solo estamos tu y yo ahora"

Dicen que el peor día de tu vida comienza como uno normal, el mío comenzó en una cama de hospital con una pierna levantada, con vendas en los brazos, y marcas en la cara, enterándome que no vería a las personas más importantes para mi nunca más y que estaría desde ahora a cargo de mi amiga, porque desde ahora no tendríamos a nadie que cuidara de nosotras y a pesar de ser grandes lo necesitábamos.

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