➢Escondete

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Estaba arrepentida. Ella lo había causado, y había pedido perdón millones de veces, aferrada a Tristan, quien solo la calmaba.

No es tu culpa, no podíamos saber lo que pasaría.

Se lo decían constantemente, aún así aquel día se quedó dormida pidiendo perdón, y sin soltar a su amigo quien se vio obligado a dormir con ella, dejando que lo abrazara con fuerza mientras acariciaba su cabello. Cuando despertó, lo vio abrazándola, frente a frente muy cerca de ella, miró cada parte de su cara medio dormida y sus ojos instintivamente pasaron a mirar una pequeña cicatriz algo circular, marcada cerca de su ojo derecho.

—Pelea familiar.—saltó al escuchar la voz y vio como el chico abría los ojos. —Son las peores, al darte la vida se creen con el derecho de darte unos golpes horribles.— Naomi solo miraba aquella marca. Al estar un poco más despierta se levantó y se sentó en la cama con cuidado mientras el chico la imitaba.

—Perdón, no quería despertarte.— su voz estaba algo más ronca de lo normal, llorar durmiendo era la causa principal.

—Si sigues pidiendo perdón tendremos que hacer algo al respecto.— solo asintió obediente mientras el chico reía igual de ronco.— Estoy jugando, no tienes la culpa de nada ¿esta bien? Ven, vamos a desayunar.— se levantó estirando sus manos hacia arriba dejando un poco de su abdomen a la vista, siendo observado sin vergüenza alguna, y no fue hasta que bajó los brazos, que la chica salió de su transe, comenzando a caminar hasta abajo sentándose con su amigo y el muchacho. Luego de comer los tres juntos, aquel chico, les ofreció ir a un parque de diversiones ahí en el bosque, querían que se sintiera bien, aunque si iban solo se asustaría pensando que la podían encontrar. Insistieron mucho tiempo hasta que asintió y los tres fueron hasta la habitación del pelinegro furioso, quien miraba a la chica en su cama, esperando a que despertara. La menor posó sus ojos en su amiga, quien parecía un simple cadáver, uno con morados cerca de su ojo derecho, su protector los miró al darse cuenta de su presencia y nadie dijo nada por un segundo.

—¿Pasó algo?— miró al mayor y esperó a que hablara.

—Iremos al parque que hacen en Colton. ¿Quieres ir? Para que puedas despejar tu mente.— al oír la pregunta negó rotundamente y se acomodó en la silla.

—Despertará en cualquier momento y no quiero que piense que no me importa.— contestó serio, a lo que su amigo solo rió sarcástico.

—A ella no le importas, es distinto. Bueno, nos vamos.— se dió media vuelta, caminando fuera de la habitación.

Naomi solo miraba la cara de su amiga y al darse cuentas, Harvey, tocó su hombro y la guió hasta afuera, acomodando su gorra, antes de bajar tiró la mano de su amigo.

—Harvey, ¿me prestas tu sudadera? Hace frío y no quiero salir de casa así.— no quería ir, menos sabiendo que la podían encontrar, pero no podía decir eso. Él chico se quitó la prenda y se la entregó.

— Rápido o se enfriará.— esperó a que la tuviera puesta y camino con ella hasta abajo.

Al llegar al lugar, entraron por las rejas traseras, pasando casi desapercibidos gracias a los puestos delante de estas. La chica, quien por dentro estaba aterrada, entrelazo un brazo de cada chico con el suyo y se aferró a ellos, ademas de acercar su cabello liso a su cara, pensando que con eso bastaría, ya que no era diferente a las demás chicas, o ese era su pensamiento. Su rostro era simple, pero aun así resaltaba y para ella no había sido fácil pasar desapercibida, y aun con eso en contra, su única ventaja era que el lugar, estaba lleno de adolescentes cuya prioridad no eran precisamente los noticieros, si no sus amigos y las redes sociales, por lo que se sentía mas segura al recordar eso.

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