➢Silencio

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Comodidad.

Comodidad. Fue lo primero que sintieron al despertar, la cómoda cama debajo de ambas, Naomi, aferrándose a Hailie, y a su calor.

Un sueño, todo había sido un sueño, ellas habían regresado a casa y ahora estaban durmiendo juntas, en cama de Hailie, como de costumbre. Habían logrado salir de aquel bosque, habían llamado a algún taxi, llegado exhaustas a casa por lo que solo se taparon con una manta y se habían puesto a dormir sin mas, o eso creía Naomi, hasta que abrió los ojos.

Lo primero que vio fue a Hailie, durmiendo, la sábana no era del color de la cama de su amiga, era rojo, un tono muy oscuro, su textura era suave, y las almohadas no tenían el mismo material, el aroma del lugar tampoco era igual al de casa, no era dulce, hacia que tu nariz picara. Se sentó en la cama, su cabeza dándole un golpe repentino, comenzando a marearse. Miró el lugar, ya no era de noche, aunque todo estaba oscuro habían rayos de luz colándose por unas cortinas, el lugar era color carmín, la cama tenía un pilar de madera en cada esquina y había mesas de noche a cada lado, además de un gran mueble frente a la cama para guardar cosas.

—Hailie... Hai abre los ojos.— comenzó a moverla y la vió arrugar las cejas, aferrándose más a la almohada. —Hailie despierta, debemos salir de aquí.— al escuchar eso, la mayor abrió los ojos, comenzando a mirar el lugar y se sentó algo adolorida.

—¡Ay! ¿donde? ¿Donde estamos?— recordó lo de la noche anterior y se paró de la cama rápido, cayéndose por el abrupto movimiento y quedándoselas ahí mirando el piso, la de cabello liso, levantándose con cuidado para ayudarla.

—No eh escuchado ruido alguno ¿solo subimos a dormir?—le dió la espalda quedando hacia la puerta e intentó abrirla, sin lograrlo. —No abre, otra vez no abre.— Hailie, sin escucharla, subió su vestido hasta las costillas y observo una marca morada, casi negra.

—¿Naomi que me hiciste?

—¡Yo no lo hice! Te dije anoche que yo no fui, no tengo siquiera la fuerza para hacerlo.— se defendió, la vio bajar el vestido, levantarse del piso, caminar hasta las cortinas y ver el balcón. Se acercó a ella mirando al lado, la ventana de la otra habitación abierta.—Podríamos intentar ir a la otra habitación a ver si podemos salir por ahí.— la observo convencida, siendo ignorada para poder mirar su vestido. —No importa ¿si? Nadie nos verá.— pensó en sus palabras y afirmó con la cabeza. 

—Esta bien, pero la otra ventana está cruzando esa cosa, debes tener cuidado, nos podríamos caer.— miraron la separación que había, un soporte el cual sobre salía, un pilar grueso, y el suelo, el cual estaba muy lejos de sus pies.

—No está tan lejos, y el palo el lo suficientemente grueso, solo hagámoslo.— ninguna estaba segura, aun así lo intentaron.

Salieron con mucho cuidado, apegándose a la muralla, y pisando con cautela para no caer, hasta llegar al otro balcón. Entraron sin hacer ruido y observaron una cam, sábanas negras, y toda la habitación del mismo color, además de tres sillones individuales y una mesa en medio. La puerta abierta, y caminaron con cuidado hasta ella, pero a la mitad, sintieron pasos y se apresuraron a esconderse debajo de la cama, esperando a que los pasos se alejen, pero estos no se alejaron nunca. Se multiplicaron, y llegaron hasta la habitación, dejando escuchar el cuero de los sofás sonar, ademas de dejarlas admirar los zapatos de aquellas personas. Tres personas, hombres todos, lo sabían por los zapatos que llevaban, no lograban ver más allá de sus piernas, y tenían curiosidad por saber quiénes eran las personas que las habían dejado en esa habitación, sin salida. La chica lastimada quiso acercarse mas a su amiga, pero el dolor impactaba su cuerpo cada movimiento mas cerca de esta, pero choco con un objeto, apretando la zona.

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