CAPÍTULO 5

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NICCOLO

Desde el día que la lleve a su casa no había vuelto a hablar con ella, pero era incapaz de quitármela de la cabeza pensase lo que pensase, hiciese lo que hiciese, hablase con quien hablase, en mi cabeza solo había lugar para ella.

La observaba todos los días en el instituto, la veía hablar con sus amigos, guardar las cosas en su taquilla, ir a clase, comer en el comedor, pero nunca me atrevía a acercarme a ella, nunca me atrevía a hablar con ella, hasta que una tarde la vi en la cafetería del pueblo, con un libro, se la veía tan concentrada, tan tranquila que no pude resistirme y por fin me acerqué a ella.

-Hola.- la salude. Ella levantó la vista de su libro para mirarme.

-Hola, Niccolo. Me devolvió el saludo.

Me quedé muy cortado, no sabía qué decir, así que improvise un poco.

-Esta noche se celebra una fiesta en mi casa, quería preguntarte si vendrás, tu hermano estará y puedes llevar a Carla si te apetece.

Ella me miro un poco perdida y sorprendida, la verdad no sabía que estaba haciendo al invitarla a la fiesta en mi casa, pero quería tenerla cerca, quería sentirla conmigo, aunque tampoco estaba seguro de que fuese a aceptar, no creo que fuese mucho su estilo salir un sábado por la noche a una fiesta llena de adolescentes borrachos y subidos de tono. Pensándolo mejor, que había hecho, era mejor que se quedase en su casa, en pijama viendo una película, sin ningún subido de tono que quisiese algo con ella.

-La verdad no sé si podré ir, ni si mi hermano me dejara, ya sabes cómo es.- Contestó sin estar muy segura de lo que estaba diciendo.

-No te preocupes. Dije para tranquilizarla mientras pintaba una sonrisa en mi cara.

Me despedí de ella y me acerqué al mostrador a pedir un café para llevar.

Mientras esperaba a que me sirviesen el café no pude evitar volverla a mirar, ella había vuelto a su lectura.

Cuando me dieron el café, pagué y me fui a mi coche.

JULIA

Pasaron los días, yo no volví a pensar en él, bueno la verdad es que, si lo había hecho, se colaba en mis pensamientos, en los menos oportunos, pero intentaba ignorarlos, no me beneficiaban y lo había conseguido hasta que una tarde estaba en la cafetería leyendo Orgullo y Prejuicio mientras me tomaba un capuchino y apareció.

Yo no me había percatado hasta que se acercó a mi mesa y me saludó.

Para romper el hielo, me invitó a la fiesta de esta noche en su casa, la verdad es que flipé un poco, no supe cómo reaccionar a eso, así que puse una excusa, aunque no voy a mentir en el fondo me apetecía ir.

Después de hablar con él nos despedimos y se fue al mostrador, yo volví a meterme en mi lectura, aunque no pude volver a concentrarme después de eso, por lo que me terminé el capuchino y me fui a casa.

Cuando llegue saludé a mi madre y me subí a mi habitación, me descalce y me tumbé en la cama.

Estuve pensando sobre lo que acaba de pasar en la cafetería, no sabía cómo me sentía, pero llegue a la conclusión de que sí que quería ir a la fiesta Niccolo así que me incorpore y fui directa a mi armario, empecé a mirar mi ropa y encontré mi vestido favorito, uno blanco, así que lo saque y lo estire encima de la cama mientras buscaba unos zapatos, al final me decidí por unas sandalias de color marrón.

Lo dejé todo preparado y me fui a la ducha.

Al salir de la ducha llamaron a la puerta de mi habitación.

-A delante. Dije mientras me acercaba a la cama a coger el vestido con el albornoz puesto y un moño mal hecho para que no se me mojase el pelo.

-Julia, no tardes mucho en arreglarte, en media hora tenemos que estar ahí.

Era mi hermano el que hablaba, Niccolo debía haberle dicho algo sobre nuestra charla en la cafetería porque yo no le dije nada sobre ir a la fiesta.

-No te preocupes, Gael, no necesito que me lleves, iré andando, adelántate tú si quieres.

-De acuerdo, nos vemos allí.- Dijo saliendo de mi habitación y cerrando la puerta.

Entre sus brazos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora