CAPÍTULO 8

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JULIA

A la mañana siguiente me desperté muy desubicada y con un dolor de cabeza impresionante. Estaba en una habitación que no era la mía, sin mi vestido. Solo con una camiseta que me cubría hasta la parte final del culo.

Me incorporé de la cama y me recogí el pelo en un moño alto para que el pelo no me molestase, miré a mi alrededor y vi la puerta de un baño, gracias a dios, necesitaba una aspirina rápidamente, me iba a explotar el cerebro.

Decidí acercarme y entrar.

Inmediatamente me fijé en un bote de las aspirinas que había en el lavabo, menos mal.

Cogí una y me la tomé.

Salí del baño y fui a la esquina de la cama donde estaba mi vestido, no estaba segura que había pasado. Solo recuerdo haber llegado a la fiesta en casa de Niccolo, espera, ¡ESTA ES LA HABITACIÓN DE NICCOLO!¡COMO HE ACABADO AQUÍ! ¡Y CON SU CAMISETA!

Rápidamente me la quité y me puse mi vestido y zapatos y salí de la habitación.

Bajé las escaleras y al llegar al salón vi a Niccolo terminar de recoger.

-Buenos días. Le salude

-Hola, ¿Cómo estás?

-Un poco confundida, ¿Cómo he acabado en tu habitación y con tú camiseta?

-No te preocupes, un tío se te acercó y te hecho algo en la bebida, te empezaste a encontrar mal y te subí a mi habitación para que descansaras. Y acabaste con mi camiseta porque te empezaste a quitar el vestido porque te agobiaba.

-Vaya, qué vergüenza, pero gracias.

-No hay de que, ¿Te apetece un café? Me pregunto.

-La verdad es que sí, gracias.

NICCOLO

Después de la fiesta no podía dormir así que cuando se fue todo el mundo empecé a recoger la casa y por la mañana temprano ya lo tenía todo perfecto cuando escuché a alguien bajar por las escaleras, era Julia.

Me saludó y le devolví el saludo, después no sé por qué, pero le ofrecí un café, ella aceptó así que me dirigí a la cocina a prepararlos, ella me siguió y se sentó en una banqueta enfrente de la isla de la cocina.

-Gracias de nuevo, si no hubieses intervenido no sé qué habría pasado. Me volvió a agradecer Julia.

-No tienes que dármelas, ese tío era un idiota y yo solo lo puse en su lugar. Además, viendo la actitud que tenía tu hermano en ese momento no creo que hubiese intervenido él.

-Por ciento hablando de mi hermano ¿Dónde está?

-No lo sé, la última vez que le vi, se dirigía a su coche con Amanda (La Barbie).

-Como no me lo había imaginado. Suspiró

Me volví hacia la cafetera y cogí las tazas de café.

-Aquí tienes. Le ofrecí la taza

-Gracias. Dijo cogiendo la taza

- ¿Con que tomas el café? - Pregunté mientras iba a la nevera.

-Con leche. -

Cogí la leche de la nevera, me eché un poco y le eché a ella.

Tras echarle la leche se acercó la taza a los labios y le dio un pequeño trago, no podía evitar mirarla.

-Si quieres puedo llevarte a casa. Le ofrecí.

JULIA

-La verdad es que te lo agradezco, me duele todo el cuerpo. - Dije con una sonrisa en la cara.

Él me sonrió y no volvimos a hablar hasta que terminamos los cafés, la verdad es que no fue un silencio incómodo sino todo lo contrario, fue un silencio de lo más agradable.

Al terminar dejamos las tazas en el fregadero, cogí mis cosas y me subí en el asiento del copiloto.

-Gracias por todo, Niccolo. Comente en el coche de camino a mi casa

-No tienes por qué dármelas, de verdad- Contestó sin quitar la vista de la carretera.

Cuando llegamos aparco en la puerta de mi casa y me baje del coche.

- ¿Quieres entrar?

-No gracias, tengo que terminar de recoger todo antes de que lleguen mis padres.

-De acuerdo, pues ya nos veremos

-Ya nos veremos- 

Entre sus brazos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora