No Hagas Ruido

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Hola, pequeñas pervertidas!

Antes de iniciar quería mencionarles algo en lo que me podrían ayudar muchísimo, así que seré lo más breve posible. Desde mi regreso con el imaginas de "Penthouse" el número de leídas en cada capítulo ha bajado notoriamente. Por lo cual me ayudarían mucho si comparten esta historia con alguna otra moonwalker pervertida que desconozca de ella. Sólo era eso.

Recuerden que les tengo preparada una sorpresa, la cual estará al final de este capítulo. No vayan a adelantarse.
______

La luz de la luna entraba de manera preciosa por el ventanal de la habitación que compartías con tu pareja. Tenías prendida la lámpara que se encontraba en tu mesita de dormir, que era la única luz artificial que alumbraba el cuarto en donde reinaba la oscuridad de la noche.

Te encontrabas acostada en la cama, con las sábanas que te llegaban apenas al pecho, leyendo un libro que habías iniciado hace algunas semanas. Amabas sumergirte en las palabras de un buen escritor y simplemente imaginar historias fantásticas, ese era uno de tus pasatiempos favoritos. Hasta que lo ves a él salir del baño, con su curiosa pijama de cochecitos, sus medias indiferentes y su cabello atado, haciéndolo ver como un niño pequeño listo para ir a la cama.

Él sonrió al mirarte, pensando en lo afortunado que era de tener a la chica más hermosa del mundo sólo para él. Michael no tardó en meterse bajo las cobijas y acurrucarse a tu lado como un tierno cachorro, recostando su cabeza sobre tu pecho, sintiendo la calidez de tu cuerpo por encima de tu blusa para dormir, ya que no llevabas puesto tu sostén.

Continuaste con tu lectura, pasando la página mientras sostenías tu preciado libro. Viste cómo él te abrazó un tanto fuerte, pidiendo de tu atención. Una diminuta sonrisa se dibujó en tu rostro, en ese momento decidiste que habías tenido suficiente lectura por hoy, cerraste el libro y lo dejaste sobre tu mesita de dormir, para después apagar la lámpara.

Michael soltó un suspiro cuando sintió tu mano posarse sobre su cabeza, acariciándole el cabello. Apegó su cuerpo mucho más hacia usted, haciendo ver el gran bulto que su trasero formaba en las sábanas. Eso te excitó demasiado. Tu otra mano se aventuró debajo de las cobijas. Pudiste ver como él de repente abrió mucho más sus ojos al sentir como le levantabas la camiseta de la pijama, su mirada se elevó hacia la tuya, preguntando la razón sin necesidad de palabras.

Tu mano izquierda se hallaba jugando con su cabello, mientras que la derecha estaba acariciando su abdomen un tanto marcado por debajo de las cobijas.

-No quiero castigo -. Se lamentó al sentir que cada vez le alzabas más la camisa y sin un motivo aparente. Pudiste ver sus ojitos suplicando que no lo hicieras sufrir.

-No voy a castigarte -reíste viendo su puchero-. Sólo voy a tocarte donde sé que te gusta.

Sus ojos estaban apuntando hacia arriba, mientras tenía una sonrisa boba en su rostro, haciéndote saber que estaba disfrutando de tus caricias. Siempre había sido demasiado vulnerable en esa zona de su cuerpo. Aunque a veces le avergonzaba que lo tocaras en el abdomen, porque sabía que no tenía músculos, ni un atractivo abdomen marcado como el de los modelos de las revistas; pero eso a ti no te importaba, amabas así a tu pequeño rizado.

-¿Te gusta cómo te toco? -. Tu mano de vez en cuando bajaba hacia su pelvis, provocándolo. Él asintió con un movimiento de su cabeza.

Tu mano se deslizaba dentro de su pantalón de dormir y volvía a salir rápidamente, entrando y saliendo.

-¿Lo quieres, pequeño? -. Claro, no harías nada que él no quisiera.

-S... sí.

-Muy bien -tu mano exploró dentro de su pantalón, tocando sus grandes muslos y apretándolos de vez en cuando. Volviste a hacer lo mismo con su ropa interior, metías y sacabas tus dedos velozmente, amenazando con meter tu mano ahí dentro-. ¿Quieres que te quite tu bóxer?

Imaginas: Sueña Con Michael Jackson [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora