Capítulo 4: Los días malos pueden mejorar.
Pequeñas gotitas de sudor adornaban su frente mientras intentaba, con pulso de acero, ajustar los pequeños tornillos quirúrgicos en el tobillo de la chica que yacía, completamente sedada, en la mesa quirúrgica. Un poco más y todo terminaría.
Llevaba casi dos horas en el quirófano, quizás por terquedad, pero no podía dejar que cometieran la locura que querían hacer con esa chica. Daniel la miraba con impaciencia, caminando de un lado a otro, más estorbando que otra cosa, a la espera de que Sana terminara su arduo trabajo para poder ingresar a la chica a terapia intensiva.
Sana se encontraba en mitad de su guardia nocturna cuando la llamaron con carácter de urgencia a la sala de emergencias. Al llegar, se encontró con varios médicos evaluando a las víctimas de un feo accidente de tránsito acontecido minutos antes en una de las autopistas aledañas al hospital. La paciente que requería su evaluación era una chica de apenas 18 años, quién se encontraba casi inconsciente del dolor producto de múltiples fracturas expuestas en la pierna derecha.
La chica también sería tratada por Daniel en vista del estado en el que se encontraba.
Y la solución que encontró Daniel al ver las radiografías fue amputar.
Esa decisión fue inmediatamente refutada por Sana, quién, luego de decirle cuatro cosas a Daniel ingresó a la chica a quirófano, encargándose de poner todo en su sitio con la mayor rapidez posible.
Ahora, cansada y colocando la última sutura podía sentir que todo su esfuerzo había valido la pena. La chica se encontraba estable, aún conservaba su pierna y, seguramente, con una buena recuperación y un poco de tiempo, el horrible accidente en el que se vio involucrada solo sería un recuerdo.
Se dejó ayudar por una de las enfermeras a despojarse de los guantes mientras Daniel a lo lejos asentía, en señal de agradecimiento.
Ese idiota. Ahora todo el trabajo quedaba en sus manos.
Se estiró un poco mientras salía del quirófano y comenzaba a quitarse la bata descartable. Su cuello le agradeció el movimiento que le estaba dando, mientras ponía sus manos tras su nuca. Observó la hora en el pequeño reloj circular que se encontraba en la sala y, soltando un suspiro, se dirigió a la cafetería.
Aún faltaban unas cuantas horas para el cambio de guardia, y luego de eso tenía que atender a unos cuantos pacientes en la mañana que estaban citados para la consulta de ese día. Y se supone que tenía que estar fresca como una lechuga.
Empezaba a creer que Yoona sí tenía razón con su exceso de trabajo.
Afortunadamente para ella la emergencia del hospital se mantuvo en calma durante el resto de la guardia, por lo que pasó la mayor parte del rato hablando con otros doctores en la sala de espera. En esa sala de espera los alcanzó el amanecer poco a poco, y junto al amanecer llegó el cambio de guardia. Estaba por subir a su consultorio cuando la recepcionista de ingreso le notificó que había una reunión en la sala de descanso de los médicos.
Agradeció a la recepcionista con una sonrisa mientras se enfilaba a la sala de descanso, maldiciendo por lo bajo a Mina.
Solamente ella era la única capaz de convocar a una reunión un día viernes a las 7 de la mañana. A esa hora Sana solo podía pensar en tomarse una jarra de cappuccino mientras intentaba mantener sus ojos abiertos con dos pedazos de cinta adhesiva.
Cuando entró a la sala no había tanta gente dentro. Momo entró un rato después que ella, saludándola con la mano, pero aun así la sala se mantuvo casi vacía.
ESTÁS LEYENDO
You are my sickness - Sahyo
Fanfiction-R E S U B I E N D O- ****** Los largos pasillos del hospital y las incontables guardias nocturnas eran el día a día de Sana. Con apenas tiempo para descansar, podría decirse que había descuidado su vida personal para dedicar ese tiempo extra en ayu...