12 : Malas opiniones

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Capítulo 12: Malas opiniones.

Caminó hacia la cafetería pesadamente, deteniéndose por un momento a saludar a una de las enfermeras que pasaba por su lado, y siguiendo su marcha con andar cansino rato después.

Estaba exhausta, sus ojos apagados lo confirmaban. Ya las fiestas navideñas habían acabado, y el hospital había vuelto a su locura cotidiana, con sus numerosas emergencias y el área de consultas nuevamente operativa.

El área de consulta, Sana tenía las consultas copadas por dos semanas y sentía que quería cavar un hoyo y esconderse allí. Luego de la guardia de ayer, una operación en la mañana afortunadamente exitosa, y tres pacientes citados a partir de las 2 de la tarde, no podía pensar en otra cosa que no fuese el tirarse en su cama e hibernar.

Bueno, no podía hibernar, pero dormir unas buenas 8 horas sin duda no estaba de más.

Pidió su almuerzo con menos prisa de la que debería y se sentó en una de las mesas más alejadas de la entrada. Le dio un sorbo a su lata de refresco mientras veía la hora en su teléfono celular. Momo y Mina deberían estar por llegar, así que empezó con su almuerzo antes de quedarse dormida mirando la nada.

El chillido de la silla junto a ella la hizo sobresaltarse.

Un par de esmeraldas le devolvieron la mirada alegremente.

Daniel había ocupado la silla junto a ella, mientras depositaba en la mesa frente a él un plato desechable con un sándwich y un té enlatado. Le dirigió una sonrisa a Sana, que intentó devolver lo más diplomáticamente posible.

- ¿Qué tal Minatozaki? – preguntó Daniel

- Todo bien. – contestó Sana, enfocándose en su refresco - ¿Y tú? ¿Qué tal?

- Allí, ya sabes, atareado con el trabajo y eso.

- ¿Solo almorzarás un sándwich?

- No, para nada – contestó Daniel divertido – Es solo un aperitivo. Salgo en un par de horas a un almuerzo importante, así que necesito un poco de energía antes de eso.

Fin de la conversación. Una vez acabado los términos políticos Sana podía dedicarse a su tarea favorita: ignorar al hombre hurón antes de que saliera con una tontería. Los años sin duda la habían hecho experta en eso.

Lastimosamente no tenía un bozal a la mano para callar al pobre chico.

- Hey Sana – la llamó Daniel, luego de darle un par de bocados a su sándwich.

- Dime – respondió Sana, preparándose mentalmente para la proposición que venía.

- ¿Qué tal te cae Jihyo? – preguntó Daniel.

Eso sí que era nuevo. Daniel interesándose por otro tópico distinto a las emergencias o a invitarla a salir. Parece que ya estaba aprendiendo.

- Es una buena chica - contestó Sana, intentando que su sonrojo no la delatara.

- Lo es ¿Cierto? – inquirió Daniel sonriendo – Es una chica increíble.

- Y es muy amable – añadió Sana.

- Si – afirmó Daniel – Esa es una de las cosas que me encanta de ella. Es capaz de llevarse bien con todo el mundo. Sin duda esa chica es especial.

Sana sabía que era especial. Ella lo había notado desde el primer instante en el que sus ojos se habían cruzado. Le costaba admitirlo, pero el escuchar hablar a Daniel así de ella le causaba una punzada de dolor, quizás porque le recordaba que era Daniel quién estaba más cerca de Jihyo, quién podía tomarla entre sus brazos sin miedo y decirle todos los días lo especial que era.

You are my sickness - SahyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora