XI

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La música retumbaba en mis oídos y cada vez llegaba más gente a la casa llenando por completo el lugar, había perdido de vista a Mikey hace un rato por lo que ahora estaba sola apoyada en un mueble de la cocina con un vaso de licor en la mano, movía mi pie al ritmo de la música y miraba a la gente bailar.

A pesar de que la casa estaba llena de personas, la cocina estaba prácticamente vacía en comparación a la sala o los pasillos, de vez en cuando entraba alguien a buscar el trapero o vasos de agua pero no se quedaban por mucho tiempo.

Bebí el último sorbo de líquido en mi vaso y lo dejé en el mueble detrás de mi, tomé mi celular y abrí instagram, comencé a bajar por la aplicación pero no había absolutamente ningún post sobre la fiesta, y eso que había bastante gente aquí. Otra persona entró en la cocina y levanté la cabeza para ver de quien se trataba, esta vez era una chica de cabello corto cargando con un chico de cabello rubio que parecía estar en muy mal estado, de inmediato me acerqué a ayudarla y lo dejamos sentado en la silla de la mesa.

—Gracias —dijo la chica dándome una sonrisa tímida.
—¡Hina, te amo! —el rubio comenzó a llorar mientras se colgaba del cuello de ella y otra vez me dio una sonrisa, pero esta parecía algo avergonzada.
—Le traeré agua.
—¡No quiero agua, quiero mas ponche! —gritó nuevamente dirigiéndose a mi.
—No beberás más —dijo ella en un tono serio, el la miró y volvió a romper en llanto —Soy Hina y el es Takemichi.
—Soy Bea —oh si, me había presentado con el apodo de Mikey. Le sonreí y volví a apoyarme sobre el mueble —Vuelve a la fiesta, yo me quedaré aquí.
—Tranquila, Takemichi siempre es así —se quitó al chico de encima y este se recostó en la mesa —Dormirá y se pondrá mejor, ve a bailar.

Tal vez debería hacerle caso a Hina e ir a disfrutar la noche, aunque esta no me parecía muy diferente a las fiestas en las que había estado antes hasta ahora, con la diferencia de que parecía ser ultra secreta y exclusiva para miembros de la ToMan.

Salí hacia la sala y caminé entre la gente para llegar a lo que era la "Pista de baile". Siempre he tenido buena resistencia al alcohol pero luego de ese último vaso ya podía sentir mi cuerpo diferente.

Comencé a mover mis caderas y brazos al ritmo de la música, me encontraba rodeada de personas bailando por lo que mis movimientos chocaban con los de otros a veces, pero a nadie parecía importarle mucho.

Bailé sola por un rato, de vez en cuando se acercaba alguna chica o chico con los que bailaba, al terminar la canción se iban y no los volvía a ver. Empezó a sonar la siguiente y otro chico se me acercó, era el mismo de pelo violeta que estaba en la reunión de la ToMan, se paró frente a mi y sonrió.

—¿Estas sola? —dijo acercándose un poco a mi oído para que pudiera escucharlo.
—Más o menos —respondí yo acercándome a su oído de igual manera.
—Bailemos.

Asentí sin decir nada y tomé su mano para acercarlo a mi, era una canción movida y alegre, así que ambos estábamos disfrutándolo mientras saltábamos juntos y reíamos. Tomó mi mano y me hizo girar sobre mi misma, en aquel momento sentí todo dar vueltas y supe que ya no estaba en mis 5 sentidos, no era nada extraño pero cuando esto pasaba las cosas se empezaban a poner feas y sentía el vacío en mi interior, vacío que era experta en ocultar.

La canción terminó y Mitsuya se acercó a mi oído una última vez.

—Mikey quiere verte afuera —se separó de mi y me sonrió —Volvamos a bailar luego.

Le sonreí de vuelta y lo vi alejarse de mí desapareciendo entre la gente, yo hice lo mismo luego de un segundo y salí de la pista de baile en dirección a la cocina donde no había nadie. Saqué mi celular del bolsillo y lo encendí, un mensaje de Mikey en la pantalla y las 2:34 marcando arriba, la noche había pasado volando.

Madrugada de otoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora