VII

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Ahora me encontraba aferrada otra vez a la espalda de Manjiro sentada en su motocicleta, pero esta vez se sentía diferente, claro que era diferente, no podía ignorar el hecho de que haya desaparecido luego de que hablaramos ni el vergonzoso abrazo de esa noche. Draken manejaba unos metros delante de nosotros y cierta vez miraba hacia atrás para retar a Manjiro a una carrera hasta los semáforos, la última la había ganado Draken así que ahora íbamos detrás.

—No quería involucrarte en esto —dijo él, no sabía de lo que estaba hablando así que solo dejé que continuara —Ya sabes, en todo el asunto de la Tokyo Manji.
—Oh, así que era eso.
—¿Que cosa?
—La última noche que nos vimos, dije que quería conocerte y lo ignoraste —reí yo.
—Corres riesgo estando junto a mi.
—Yo elijo que riesgos corro, Manjiro.

Seguía mirando hacia en frente, pero pude ver como una sonrisa se formaba en sus labios a través de su pelo, lo que me hizo sonreír a mi también.

Nos detuvimos frente a un pequeño local de dulces que había en la ciudad, Draken estacionó en la orilla de la calle y Manjiro hizo lo mismo detrás de el.

—Lo mismo de siempre, Kenchin —ordenó Manjiro dándole una palmada en la espalda a Draken.
—Tienes que empezar a pagar tu comida —dijo Draken antes de voltearse para ir al local.

Manjiro se apoyó en su motocicleta y puso sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón, yo me quedé de pie a su lado mientras jugaba con una piedra que había bajo mi zapato, y así estuvimos un buen rato.

—¿Por que te llevaban con la policía? —rompió el silencio.
—Les dije que estaba perdida.
—¿Y estás perdida realmente? —me miró sonriendo con ironía.
—Hay un hombre malo en casa y no quiero volver —dije yo mirando mis zapatos.
—¿Quieres que lo mate? —volteé a verlo en menos de un segundo, su cara estaba seria y parecía estar hablando en serio.
—Estas loco —reí yo.
—Más o menos.

Draken apareció con una bolsa en su mano derecha, subió a su motocicleta y nosotros lo imitamos.

Manejaron unos minutos hasta que llegamos a un rio, al mismo río de aquella noche y un montón de recuerdos vinieron a mi mente. Manjiro me miró mientras bajaba de su motocicleta y sonrió, como diciéndome que el también recordaba lo mismo que yo.

Nos sentamos en el pasto, Manjiro estaba junto a mí, y junto a él estaba Draken con la bolsa de dorayakis, le tendió uno a él y luego uno a mi.

—Ten —le extendí la mano con el dinero del dorayaki a Draken, no podía dejar que lo pagara por mi o me sentiría mal.
—Tranquila niña, está bien así —dijo apoyando los brazos sobre sus rodillas y sonrió —Luego Mikey me lo paga.
—!¿Eh?! —exclamó Manjiro con los cachetes llenos de dorayaki —Creí que éramos amigos Kenchin.
—Puedes ser líder de la ToMan pero no de mi dinero —Draken lo golpeó en el hombro.
—Siempre dices lo mismo —Manjiro le devolvió el golpe y ambos rieron.

Una sonrisa inconsciente se posó en mi rostro al ver el tipo de amistad que tenían, y la persona que era Manjiro estando con su gente, y mientras los veía pelearse en el pasto pensaba si Draken, que era la persona más cercana a Manjiro, había visto alguna vez lo que vi yo en dos ocasiones.

El sol comenzó a caer y el color naranja pintó todo el cielo, la brisa de otoño comenzó a aparecer haciendo que nuestras narices se enrojecieran y el vapor saliera de nuestros labios cada vez que hablábamos. 

—Dame otro dorayaki —dijo Manjiro apuntando la bolsa junto a Draken.
—Ya no hay, te los comiste todos Mikey.
—¡¿Que dices?! —hizo un puchero y se cruzó de brazos, aquel gesto se vio demasiado tierno agregando el hecho de que la punta de su nariz estaba tan roja como un tomate y en su cabello aún quedaba algo de pasto por la pelea con Draken —Sólo me comí 5.
—Puedes comerte el mío —le ofrecí yo, aún me quedaba la mitad del que tenía y ya me había comido uno antes por lo que estaba satisfecha.
—¿Acaso eres un ángel, Naomi? —dijo tomando mis dos manos con el dorayaki entre medio, sus ojos ahora brillaban y pude sentir el vapor tibio de su aliento contra mis dedos.

El tomó el dorayaki y se lo comió de un mordisco, palmeó su estómago con la mano y con la otra se apoyó en el pasto.

—¿Donde irás ahora? —preguntó Draken dirigiéndose a mi.
—No lo sé aún.
—Deberías ir a casa —agregó Mikey con la vista puesta en el cielo.
—De nuevo, estas loco —deje salir aire de mi boca y sonreí.
—Deben estar preocupados por ti —Manjiro no sonrió esta vez y eso hizo que yo dejara de hacerlo.

¿En realidad me lo estaba diciendo él, que desapareció un mes entero?

—No lo entiendes —dije yo mirando mis zapatos.
—¿No? —bajo la vista del cielo hasta mis ojos y apoyo los brazos en sus rodillas —Crees que huir de tus problemas te hará sentir mejor, que entre mas lejos estés menos dolerán la cosas, pero la realidad es que no hay un lugar seguro donde esconderse, tarde o temprano tendrás que volver y afrontar eso que duele porque es todo lo que tienes, las cosas no desaparecen cuando cierras los ojos, Naomi.

Inevitablemente las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos bajando por mis mejillas heladas, de inmediato puse ambas manos en mi cara para cubrir mis ojos y evitar que ellos me vieran, pero al parecer era tarde, porque antes de que mis manos tocaran la piel de mi rostro, sentí los dedos de Manjiro rodeando mis muñecas para detenerlas.

—Esperaré junto a las motocicletas —dijo Draken alejándose de donde estábamos.

Manjiro estaba a centímetros de mi cara mirándome a los ojos, sin embargo yo solo miraba hacia todos lados evitando el contacto visual a toda costa, me sentía tan vulnerable y pequeña, odiaba sentirme así y aún más que me vieran estarlo.

—Una chica me dijo una vez; "nosotros somos quienes decidimos hasta que punto permitimos que nos afecten las cosas" —continuó él aún con mis muñecas agarradas y sonrió —¿Que pasó con ella?.
—Estaba aquí justo antes de que dijeras todas esas cosas cursis —reí yo entre mis lágrimas.
—Vuelve a casa y afronta el problema. Y si no puedes, llámame a mi y le romperé las piernas al problema.
—Si yo vuelvo a casa, tú dejarás de evitar mis preguntas —dije yo mirándolo a los ojos con una leve sonrisa —¿Es un trato?
—Solo porque me diste de tu dorayaki —rió el soltando mis manos —Es un trato.

Caminamos hacia las motocicletas donde estaba Draken, hablaba por teléfono con alguien pero lo colgó cuando llegamos arriba, se acercó a mi y puso su mano sobre mi cabeza.

—No escapes de casa, niña —sonrió y despeinó mi cabello —No seas como este idiota.
—Gracias por los dorayakis.
—Ya te dije que Mikey los pagaría.

Asentí en forma de agradecimiento y subí a la motocicleta de Manjiro, este volteó a verme y sonrió nuevamente.

—No le pagaré nada —dijo con voz tierna antes de partir.

A penas echó a andar la motocicleta se me formó un nudo en el estómago, pensaba en que diría al llegar a casa, que me dirían y como actuaría ante aquel hombre, comencé a crear mil escenarios en mi cabeza y ninguno tenía un final feliz para mi.

—No estés nerviosa —dijo de la nada, casi como adivinando mis pensamientos —Pelea siempre, pelea y sonríele en la puta cara a las cosas que te hacen daño.

—No estés nerviosa —dijo de la nada, casi como adivinando mis pensamientos —Pelea siempre, pelea y sonríele en la puta cara a las cosas que te hacen daño

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Madrugada de otoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora