VII

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-Quién es?
-Ábreme! Traigo churros.
Inmediatamente, Valeria abrió la puerta y esperó en su puerta a David con una sonrisa. En cuanto llegó, le dio un fuerte abrazo.
-No creía que estuvieras vestida.-soltó David, recorriendo el cuerpo de Valeria con su mirada.-Estás preciosa, Val.
Valeria era una chica rubia, con unos ojos muy azules, como el agua del mar. Tenía unas pestañas bastante largas, por lo que jamás se ponía rímel. Tenía nariz pequeña y labios carnosos. Era bajita,más que sus amigas. Sus dientes eran blancos como las nubes y su sonrisa... Su sonrisa era lo que más le gustaba a David en el mundo. Esa perfecta sonrisa.
Se había puesto unos vaqueros claros con una camiseta blanca y una chaqueta de cuero marrón. Estaba realmente guapa.
-Tú tampoco estás nada mal, David.-respondió Val a la vez que le daba un delicado beso en la mejilla.
En cuanto a David... Era alto con el pelo rubio y unos ojos verdes que a veces eran marrones también, dependía de la luz que proyectara en ellos. Era, guapísimo. Había tenido un par de malas experiencias con las chicas, lo que hacía que fuera un tanto desconfiado.
-Despierta a tu hermana, que yo pongo la mesa.-sugirió David con una sonrisa pícara.
-Está bien.
Mientras David preparaba el desayuno, Valeria fue a la habitación de su hermana.
-Ali, ha venido David.
-Tengo sueño, Val.-respondió un tanto borde, como de costumbre.
-Trae churros.-soltó Val tratando de convencerla
-Ya no tengo tanto sueño.-dijo Alicia, con una sonrisa traviesa.
A continuación, las hermanas se dirigieron a la cocina, donde disfrutaron de un agradable desayuno con David.
Después de desayunar, Valeria y David se dirigieron a la estación de metro y compraron sus billetes. Pero, al parecer, los torniquetes no funcionaban demasiado bien.
-No va, esta mierda no va.-señaló Valeria algo alterada- Y encima se ha tragado mi billete. Fantástico.
-Tranquila, yo te ayudo a pasar.-dijo David tratando de calmarla.
-Cómo? Si paso con tu billete tú no podrás pasar.
-Confía en mí.
De repente, David cogió a Valeria por la cintura y se la llevó al hombro. Como si se tratase de un saco de patatas.
-Pero qué haces animal!- Valeria no podía parar de reír.
David metió su billete en la abertura del torniquete y entró al metro con Valeria al hombro. La gente de alrededor les miraba asombrada, algunos con envidia, con molestia o con sorpresa.
-Eres un bruto! Lo sabias?-soltó Valeria tratando de aguantar la risa.
-Lo soy, pero me quieres.-respondió con cierta chulería.
-Eso también lo sabías.
La respuesta de Valeria no sorprendió en absoluto a David, quien se acercó a ella y la propinó un intenso beso en los labios.
No habían hablado sobre nada de lo que había pasado la noche anterior, ni necesitaban hacerlo. Hacía meses que ambos sabían que se querían el uno al otro, por lo que se dejaban llevar.
Continuaron su camino hacia la Puerta del Sol, cogidos de la mano, como la feliz y enamorada pareja que eran.

31 días para enamorarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora