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Desperté un brazo acalambrado a no más de dos horas de habernos dormido. Jack estaba hecho bolita junto a mí, con su cabeza apoyada en mi hombro. Pero la luz de la ventana me estaba matando y tuve que arreglármelas para ponerme de pie sin molestarle. Cuando pude bajar las cortinas, aproveché a ir al baño y buscar mi bóxer. La casa seguí vacía para mi calma, y me tomé un trago de cerveza antes de volver.

Jack seguía en la misma posición, y parecía debatirse entre la vigilia y el sueño para cuando me arrodillé encima suyo. Con tantas mantas separando su cuerpo del mío me enternecieron sus movimientos. Acaricié su mejilla con mis labios y le vi entreabrir sus ojos.

-Es temprano, principito. Vuelve a dormir. –giró ligeramente su rostro hacia mí hasta que pude atrapar sus labios en un beso lento. Repentinamente pareció preocupado al soltar mis labios.

-¿V-vas a irte? –alcé una ceja y me dejé caer a su lado.

-¿Quieres que me vaya?

-No. –se apresuró alzándose un poco, y automáticamente se quejó volviéndose a acurrucar en sí mismo.

-No voy a irme. –me volví a meter entre las sábanas, rodeando su cuerpo para que me dejara abrazarlo. Apoyé mis labios en su frente y pareció recobrar la calma-. No me iré de tu lado, Jack.

-¿Lo prometes...?

-Lo prometo.

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