VI. Muy cerca.

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Gea, acostada con Urano, alumbró a Océano de profundas corrientes, a Ceo, a Crío, a Hiperión, a Jápeto,a Tea, a Rea, a Temis, a Mnemósine, a Febe de áurea corona y a la amable Tetis. Después de ellos nació el más joven, Cronos, de mente retorcida, el más terrible de los hijos, y se llenó de un intenso odio hacia su padre. Dio a luz además a los Cíclopes de soberbio espíritu, a Brontes, a Estéropes y al violento Arges, que regalaron a Zeus el trueno y le fabricaron el rayo. Estos en lo demás eran semejantes a los dioses, pero en medio de su frente había un solo ojo. Cíclopes era su nombre por eponimia, ya que, efectivamente, un solo ojo completamente redondo se hallaba en su frente. El vigor, la fuerza y los recursos presidían sus actos. También de Gea y Urano nacieron otros tres hijos enormes y violentos cuyo nombre no debe pronunciarse: Coto, Briareo y Giges, monstruosos engendros. Cien brazos informes salían agitadamente de sus hombros y a cada uno le nacían cincuenta cabezas. Una fuerza terriblemente poderosa se albergaba en su enorme cuerpo.

—Hesíodo; Teogonía: v.133-153

Millones de años a través de la historia los llevaron a ese punto en específico.

Hades se encontraba sentado en su trono y por primera vez después de mucho tiempo, la sala principal de su abrasador palacio recibía a Lisa.  La chica se encontraba arrodillada frente a él, lucía exhausta y su labio partido solo incrementaba la curiosidad en el Dios.

— ¿Qué sucedió? — Preguntó él, inclinándose levemente hacia adelante. — ¿Qué te hizo abandonar tu puesto?

— Los titanes... — Comenzó. Su dura expresión flaqueó por un segundo y, a través de ella, Hades pudo percibir el miedo. — ellos están alterados.

El Dios apretó los dientes ante la sola mención de esos seres. Él realmente no quería preguntar, pero era necesario hacerlo, su mano señaló la herida que la menor portaba. — ¿Cómo te lo hiciste?

Lisa llevó dos de sus dedos sobre la fresca herida y sintió su labio inferior punzar ante el dolor. — Uno de ellos golpeaba su celda, parecía fuera de control. — Explicó brevemente, todavía podía sentir el miedo que en ese momento la paralizó al creer que habían escapado. — cuando me acerqué volvió a embestir contra las paredes y me lanzó lejos... — Alzó ambas manos y Hades notó en estas pequeños cortes. — tuve que amortiguar mi caída de alguna forma.

El pie del Dios se movió con rapidez. — ¿Dices que golpeaba las paredes?

Lisa asintió. — Como si usara su cuerpo para tumbarlas.

— Es imposible. — Él negó. — Zeus se encargó de encadenarlos... fui testigo de cómo mi hermano los aprisionaba para no tener que lidiar con ellos nuevamente. Ni siquiera debería poder levantarse.

— Señor... ¿no cree que hay una posibilidad? Si ahora uno de ellos se mueve a su antojo, quizá esas cadenas ya han sido destrozadas... Tal vez en poco tiempo los demás lo imiten.

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