- Las nuevas amenazas están dispuestas a romper los muros del Tártaro para ser liberadas y será misión de la nueva princesa detenerlas antes de que la oscuridad consuma a su madre y todo el mundo esté perdido.
(+) gracias a @BlodyWhite por la portad...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
📌
— ¿Qué tal los días en familia? — Preguntó Hades para romper el silencio.
Ambos se encontraban de nuevo sobre una barca a través del Río Aqueronte que los llevaría a las puertas del Palacio de Hades.
Mina limpió su frente con la manga de su sudadera azul, sin embargo, pocos segundos después se dio cuenta que la ropa que su esposa le había regalado días atrás podría arruinarse. — Raros, es difícil acostumbrarme a ese estilo de vida. — Respondió al fin mientras se quitaba la sudadera para poder doblarla. — Maldición... NaYeon puede molestarse, hoy planchó esto. ¿Crees que se queme?
El Dios alzó una ceja y se cruzó de brazos.— Estamos a punto de enfrentar a un titán... ¿y de verdad lo único que te preocupa es tu ropa?
Ella alzó su índice queriendo enfatizar sus próximas palabras. — Ropa nueva. — Corrigió. Colocando la prenda raramente doblada sobre sus muslos miró a su amigo. — ¿Cómo es que un titán está haciendo tanto alboroto? ¿Quién es?
— Espero que no sea Cronos. Pero cualquiera de ellos también es una amenaza.
— ¿Te das cuenta? Ese nombre solo trae problemas.
— Dímelo a mí... — Hades hizo una pausa, mirando de pies a cabeza a la muchacha. — ¿Por qué no te veo nerviosa o asustada?
— Porque no lo estoy. — Mirando a un lado se perdió por breves segundos en las oscuras aguas que la transportaban a su destino. — No dejaré a nadie perturbar nuestra paz.
— Sabes que ellos no son Zeus. Mina, mírame. — Pidió Hades. — Una década se transformó en un milenio para mí cuando ayudé a mi hermano a derrotarlos. Eran tan poderosos que por mucho tiempo creí que nuestra lucha estaba siendo una causa perdida.
La japonesa quizá estaba pecando de soberbia porque ni siquiera con la expresión angustiada del Dios lograba preocuparse. — ¿Cómo los vencieron?
— Las alianzas son importantes. — Explicó él. — Los cíclopes nos ayudaron. A Zeus le dieron sus rayos, a Poseidón su tridente y a mí mi casco. No solo Hefesto confecciona fabulosas armas.
Mina pudo recordar dos diferentes acontecimientos. El primero, cuando utilizó por primera vez los rayos de Zeus en su última batalla con él, sus manos recibieron graves quemaduras que, aunque sanaron rápidamente, en su mente quedaba lo difícil que fue manejarlos sin dañarse a sí misma. Y segundo, unos meses atrás cuando quiso cargar el tridente de Poseidón y no pudo hacerlo porque no le pertenecía a ella.
Fue entonces que comprendió el poder que esos seres, cíclopes, guardaban.