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Liam



Mi padre despertó aquella noche.

Los médicos y los enfermeros estaban en la habitación mientras yo esperaba fuera a que me permitieran volver a entrar. No sabía qué hacer.

El corazón me latía a toda velocidad.

Estaba despierto. La primera persona a la que escribí para contárselo fue a Zayn.

Cuando me pasaba algo, bueno o malo, era el primera a quien quería contárselo. Cuando me dormía, deseaba que estuviera a mi lado. No me gustaba rezar, pero si me hubiera servido para que Zayn se quedase a mi lado, lo habría hecho todas las noches.

—¿Está despierto? —preguntó al acercarse. Antes de responder, me abrazó.

—Sí, estoy esperando a que me dejen entrar.

—Liam, es fantástico. —Sonrió feliz—. Es maravilloso.

—Las plegarias de tu familia han funcionado.

—Mi familia… —Me miró a los ojos y retrocedió. La sonrisa desapareció de su rostro—. Tengo que contarte algo.

—Vale.

Tragó saliva.

—Fue mi padre. El hombre que tenía una aventura con tu madre.

Metí las manos en los bolsillos.

—Lo sé.

—¿Qué?

—Eso fue lo que me contó tu madre hace semanas. Por eso me alejé de ti, y me odié por ello. No debí permitir que las heridas de nuestros padres me hicieran huir. Te debo una disculpa por cómo te abandoné. Fue egoísta e inmaduro. Me sentí como si volviera a perder a mi madre, pero esta vez sabía por qué.

—No. Yo soy quien te debe una disculpa. Mi padre es, en gran medida, la razón por la que tu madre ya no está. Si no hubiera… —Se le llenaron los ojos de lágrimas.

—Eso no es cierto. Lo que sea que fueras a decir, no es cierto. No fue culpa de nadie. La verdad es que dos personas se enamoraron y la vida se interpuso.

Siguió con el ceño fruncido.

—¿Por qué no me lo contaste cuando lo descubriste?

—Porque tu padre es tu mundo. No quería arrebatártelo.

Una doctora salió de la habitación y nos dijo que podíamos pasar a verlo. Asentí y miré a Zayn.

—¿Quieres entrar conmigo?

—No. Acaba de salir de un coma. Lo último que querrá es ver la sonrisa de un Malik. —Me dio un codazo cariñoso—. Además, necesitáis tiempo para vosotros y yo tengo que marcharme ya, trabajo por la mañana.

La acerqué y la besé en la frente.

—Gracias por venir por mí.

—Volveré el próximo fin de semana.

—No tienes que hacerlo.

—Volveré —repitió, seguro—. Mantenme informado sobre tu padre, ¿vale?

—Por supuesto.

Le coloqué un mechón de pelo detrás de la oreja y lo miré a los ojos.

—Si alguna vez te vuelves a enamorar, por favor, que sea de mí.

Notas (ZIAM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora