Capítulo 4

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Pequeñas luces titilaban en el amplio pasillo, proyectando patrones caleidoscópicos de diferentes colores en las impolutas paredes. Los rostros y cuerpos de las personas a su alrededor se sumían en una danza sin tiempo, cada uno inmerso en su propio universo luminoso disfrutando la melodía, disfrutando de la música que fluía en el ambiente. Recuerdos fragmentados se agolparon en su mente, evocando tiempos de infancia cuando, al finalizar la escuela, su madre les permitía jugar con los vecinos, Marton y Kyra en las tardes en la casa de los Hannes, la que ahora, estaba llena de adolescentes y jóvenes adultos bebiendo y bailando. 

A pesar de los años transcurridos, el antiguo pasillo principal mantenía su elegancia distintiva. Al final del corredor, identificó la imponente puerta de madera de álamo que, en su niñez, infundía temor. Tras ella se ocultaba el sótano, un lugar frío y oscuro habitado por sombras y figuras aterradoras, claro, figuras que probablemente el día de hoy sólo eran escobas, pinturas, cajas amontonadas y herramientas de carpintero.

— ¿Cómo se ve mi maquillaje? —inquirió su mejor amiga, buscando aprobación con una mirada directa.

—Impecable —respondió, observando detenidamente el delineado en punta.

—Perfecto, pensé que se había corrido.

—No, todo está en su lugar.

— ¿Es eso un bong con forma de sapo? —preguntó Tayler sorprendida señalando a un grupo de chicas cerca de la cocina que manejaban una pequeña flama junto a la cazoleta.

—Sí, no las mires mucho. Muévete, estamos en medio del camino.

Rápidamente, la muchacha de abrigo verde tomó los hombros de su mejor amiga y comenzó a caminar, empujándola ligeramente.

—Perra, no me empujes... este lugar está lleno —se quejó, tratando de detenerla en medio de la sala de estar.

—Entonces camina —sonrió ante su molestia.

—Chris, necesitamos encontrar la barra. Escuché que regalan un trago a cambio de un cupón —Tayler elevó el tono de su voz al notar el bullicio, tratando de abrirse paso entre la multitud—. ¿Chris, me escuchas?

Al no obtener respuesta, se detuvo para buscarlo, notando la evidente ausencia en su expresión.

—No está —afirmó Amber, percibiendo un ligero aroma en el aire. Al darse cuenta de lo que estaba haciendo, tapó su boca y nariz, sorprendida.

— ¿No entró con nosotras? Le pedí que nos acompañara, tengo ocho cupones, no preguntes cómo los conseguí...—comentó Tayler, suspirando mientras continuaba explorando el entorno—. ¿Por qué te tapas la nariz? No es la primera vez que sentimos marihuana.

—Iba a estornudar...—extrañada, volteó hacia la puerta principal en busca de Christian entre la multitud, pero solo vio a Jared a lo lejos saludando a un grupo de personas cerca de la entrada.

— ¿Dónde está? —Tayler buscó su teléfono entre su escote y, al encontrarlo, empezó a llamarlo.

—No sé... ¿Afuera? —preguntó frente a ella, frotando nerviosamente sus dedos entre sí. A los pocos minutos, Tayler suspiró de nuevo al ver la pantalla.

—Dijo que nos alcanza después... —comentó tomando su mano.

Una vez que comenzaron a avanzar de nuevo, pudo distinguir a un par de personas que iban a su escuela, aunque el número de desconocidos era aún mayor. Con un poco más de esfuerzo, llegaron hasta el enorme ventanal corredizo, cruzando sin problemas hacia el jardín trasero. Algunas personas voltearon a mirarlas antes de volver a sus ocupaciones.

Instinto Animal |Reescrita|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora