Kuroo trae a una chica (1/2)

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Kenma jugueteaba con una cucharilla entre los labios mientras pulsaba frenéticamente los botones de su Nintendo Switch. Cuando pasó de nivel, se desperezó y reclinó sobre el sillón, y tomó otro trozo de pastel.

Estaba aburrido. Era sábado y Kuroo había salido hacía ya un buen rato. Estiró el cuello para comprobar el reloj de la cocina. Eran las dos y media. El juego que había pedido por Amazon estaba tardando demasiado en llegar, y hasta entonces no tenía nada más interesante que hacer que repetir niveles de otros juegos que ya había terminado.

Su cuerpo se tensó al escuchar la llave en la cerradura. La persona al otro lado parecía estar teniendo dificultades para abrir, así que, con un suspiro desganado, se levantó del sofá.

Ahí estaba su compañero, ligeramente ebrio, apoyado en la pared del descansillo con una sonrisa adormilada en los labios.

—Kuroo. —Giró la vista al notar la presencia de alguien más. Era una chica. Una mujer, más bien. Era atractiva y parecía estar sobria. Llevaba un vestido con un escote revelador y el cabello recogido en un moño desenfadado. Su labial rojo había llegado más allá de sus comisuras, y al centrar de nuevo la vista en Kuroo, Kenma pudo distinguir parte de ese rojo esparcido desde sus labios hasta el cuello de su camisa.

—Buenas noches —lo saludó, estirando las «eses» para después tomar a la chica de la cintura y besarla.

Kenma se quedó estático. El sonrojo le había subido hasta las orejas.

Al ver que su compañero entraba tambaleándose, trató de echarle una mano, pero la mujer le levantó a Kenma la barbilla para que la mirara a los ojos y lo estudió detenidamente.

—¿Nos acompañas? —ronroneó con una sonrisa. Olía a perfume caro y anís.

—¿Eh? —acertó a decir Kenma antes de bloquearse por completo. Ella comenzó a impacientarse y terminó poniendo los ojos en blanco y arrastrando a Kuroo hasta la habitación.

Kozume entró en su cuarto y cerró. Después se apoyó en la puerta para coger aire. No estaba acostumbrado a tratar con gente desconocida en la vida real.

Además, ¿acababan de proponerle un trío? ¿Con su mejor amigo?

Su peor pesadilla pasó a ser real cuando escuchó el primer gruñido. Fue uno suave, pero las paredes del apartamento eran de papel. Entonces llegó un gemido más agudo, de mujer, y Kenma corrió a lanzarse sobre su cama y se metió bajo las sábanas, tapándose la cabeza con la almohada.

Trató de ignorar el golpeteo que se oía en la pared de al lado, pero llegó a un punto en el que ni la almohada lograba alejarlo del ritmo constante del cabecero contra la pared ni los gemidos de la chica.

Eran muy exagerados, como de película. Comenzó a preguntarse si la chica lo estaría fingiendo, pero según tenía entendido, Kuroo era muy popular entre las mujeres precisamente porque era bueno en la cama. O algo así.

«¿Será tan bueno como para hacerla chillar de esa forma?»

Se detuvo un momento y sintió que la sangre se le subía a la cara.

Un gemido más grave lo sacó del trance.

—No, no, ni en broma —murmuró mientras se destapaba. Corrió hasta su escritorio para agarrar sus auriculares antiruido y su móvil. Después puso la primera canción que encontró y se encerró en el baño.

Una vez allí, envuelto en una toalla, se metió en la bañera y cerró los ojos. Al rato, se había quedado dormido al ritmo de SIU de Maretu.

HAIKYUU - KuuroKen Timeskip RoomatesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora