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Era un día normal, Sunoo estaba en terapia como siempre

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Era un día normal, Sunoo estaba en terapia como siempre. Ni-ki y la madre del pelinegro estaban en la sala de espera.

La madre de Ni-ki estaba de viaje y también tenía que cuidar a su hermanito pequeño, así que por ello el mayor prefería estar siempre con la madre de Sunoo.

Ni-ki miraba el reloj mientras escuchaba música.

Se sentía algo incómodo. Miraba a la mujer a su lado, se veía tan tranquila, como hace tiempo no la veía.

Sin duda aquella noticia destruiría su vida.

Pero tenía que decirle.

Faltaba media hora para que terminara la revisión de Sunoo cuando Ni-ki le dijo lo que sabía.

La mujer no lo creyó posible en un principio, pero bastó con que pensara un poco para darse cuenta.

Lloró y Ni-ki estuvo allí para consolar a aquella mujer que era tan amable con él.

-Por favor, Ni-ki. Llévate a Sunoo lejos de aquí por una semana, faltan tres días para su cumpleaños. Veré como soluciono esto, pero por favor, no quiero que esté aquí.

-Lo haré, lo juro. Sunoo no puede volver a tener contacto con él. Por su culpa hemos sufrido todos.

Sunoo salió con una sonrisa de la habitación y la mujer secó sus lágrimas rápidamente.

El menor no sospechó nada.

Cenaron todos juntos aquel día, pero el padre de Sunoo tuvo un contacto algo cercano con el menor.

Ni-ki sintió su sangre arder cuando el hombre abrazó a Sunoo para felicitarlo por su progreso.

Esa noche, Sunoo tuvo una crisis de pánico. 

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Si hay algún error, por favor avísenme. puede que me equivoque y no cambie los nombres de los personajes originales.

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𝙋𝙖𝙨𝙞𝙩𝙤𝙨 𝙙𝙚 𝙥𝙞𝙣𝙜𝙪̈𝙞𝙣𝙤 - 𝙎𝙪𝙣𝙠𝙞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora