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-Sunoo

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-Sunoo. . .

Había silencio dentro de la habitación. Los padres de Sunoo habían traído galletas y jugos de manzana en cajitas para ambos infantes, pero el de cabellos negros no quería hablar con Ni-ki aún.

Ni-ki sintió como sus ojitos se llenaban de lágrimas y sollozó.

Él realmente quería hablar con el menor.

La puerta se abrió levemente y un curioso Sunoo observó al de cabellos rubios.

-Ni-ki, ¿Por qué lloras?

-Porque tú ya no me vas a querer nunca más.

-Yo si te quiero, sólo no quiero que vuelvas a hacer lo que hiciste.

-¿Entonces aún somos amigos?

-Sip, de los que comparten galletas.

Ambos niños llevaron los jugos y galletas hasta la mesita de la habitación de Sunoo.

Comieron y Ni-ki intentó hacer reír a Sunoo con algunos chistes que había oído en la escuela. Sabía que el de cabellos negros nunca había ido a la escuela.

-Sunoo, ¿Por qué te habías enojado?

-No quiero abrazos, nop nop.

-¿Por qué?

-No me gustan.

-Oh, está bien.

Ni-ki le sugirió que fueran a ver caricaturas a la sala de estar mientras los padres de Sunoo volvían de las compras.

Pero cuando iban caminando, Ni-ki se detuvo y dio un saltito emocionado.

-¡Tengo una idea!

-¿Qué cosa?

-Yo te ayudaré a que te gusten los abrazos, así iremos a la escuela juntos y yo te cuidaré.

-¿Cómo harás eso?

El pequeño Sunoo lo miraba ladeando la cabeza, algo confundido por todas las cosas que decía Ni-ki. El chico hablaba mucho todo el tiempo.

-No lo sé aún, pero quiero ayudar. Iremos despacito, de a poquito. Como pasitos de pingüino.

Ni-ki imitó los cortitos pasos de los pingüinos y Sunoo rió a carcajadas.

A Sunoo le gustaban los pingüinos.

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Si hay algún error, por favor avísenme. puede que me equivoque y no cambie los nombres de los personajes originales.




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𝙋𝙖𝙨𝙞𝙩𝙤𝙨 𝙙𝙚 𝙥𝙞𝙣𝙜𝙪̈𝙞𝙣𝙤 - 𝙎𝙪𝙣𝙠𝙞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora