𝐬𝐞𝐚 ; cs

𝗶𝘅. 𝗮𝗿𝗴𝗼𝗹𝗹𝗮

kappa estaba seguro de que con el tiempo podían llegar a ser buenos amigos, no por nada ahora podían establecer una buena conversación, al menos ahora no lo ignoraba y pasaba por alto, seguía diciéndole que era muy peligroso para él quedarse mucho tiempo expuesto pero para su suerte sus advertencias ya no eran tan frívolas como antes, aún así por eso mismo había impuesto la condición de que si quería seguir viéndose con frecuencia, a cierta hora del día se iría bajo el arrecife.

lugar que había sido catalogado como seguro para ellos al ser un sitio difícil de ver a la primera y su profundidad a medida que se iba adentrando de a poco era considerable, suficiente para él para que se ocultaran.

habían pasado varios días desde que vió por primera vez a siren, ya había perdido la cuenta de ellos, aún seguía bastante intrigado hacia el mundo humano pero ahora ya podía decir que sabía qué era un tocadiscos, algo que antiguamente había encontrado en el fondo, oxidado, por supuesto.

día a día siren le fue llevando pequeñas cosas de su hogar para enseñarle verdaderos objetos valiosos. kappa yacía encantando con cada elemento que se le era mostrado, pudo ver en primera fila como un tocadiscos tocaba una balada, un teléfono funcionando, una guitarra desarrollando una canción por el mismísimo siren, un libro antiguo sobre mitología, un juego de mesa ─que ahora podía jugar─, ¡incluso comida humana! según siren lo que comían era llamado "vegetales", muy semejantes a las plantas que habitaban en el mar pero estas no se movían como las que conocía.

también estaban las "frutas", en lo personal sus favoritas, sobretodo las manzanas y peras, las cuales les había tomado gusto cuando siren las traía día tras día mientras hablaban.

─el mundo es fascinante, solo debes saber dónde buscar.

todas las tardes, antes de que se ocultara el sol, podía observar como el chico de dientes filosos sonreía por la vista y por lo tontas que podían llegar a ser sus preguntas antes de irse a su santuario. la fluidez con la que su relación fue tomando forma hasta ser amigos cercanos era de fantasía, jamás pensó que llegaría hasta ese punto, lo único que siempre había querido era conocer y llegar a la orilla del mar, eso era todo.

el peliazul podía llegar a ser algo serio y ácido a veces pero se veía que era porque en el fondo no quería mostrar lo torpe y tierno que era, kappa lo tuvo muy claro en una ocasión en específico, algo que recordaba con mucho cariño por alguna razón.

─siren, quería preguntarte algo ─empezó diciendo con sutileza viendo como el sol comenzaba a descender con lentitud.

─¿qué sucede? ─sin necesidad de conservar la misma brusquedad que mostró en un principio, lo miró sereno pero sin quitar ese brillo melancólico de sus ojos.

─¿estás casado?

bien, esa había sido una pregunta muchísimo más desconcertante que la que le hizo con respecto a su ánimo. sencillamente más que incomodarlo, lo puso nervioso en demasía y no supo que decir, sabía que si hablaba tartamudearía.

─¿por... qué lo preguntas? ─sabía qué era lo que debía responder pero no como, las palabras que salían eran mera suerte, de allí para adelante, las demás oraciones que formulaba en su cabeza no surgían.

─¿sabes esos aros en tus dedos? ─asintió─ son anillos, ¿no? ─volvió a asentir detenidamente─ ¿ese que tienes allí en tu izquierda no es de compromiso? ─elevó la mano mencionado, en la cual yacía un pequeño anillo plateado en su dedo anular, dándose cuenta de lo observador e intuitivo que era el castaño

la gracia que le hacía ver como el ojiazul pensaba su respuesta era tanta que no pudo evitar reír disimuladamente. ¿por qué pensaba tanto? solo debía contestar un claro sí o no.

lo que kappa no sabía era que lo que sucedía era más complejo que un compromiso.

si les soy sincera, este capítulo no me gustó del todo por la redacción pero igual espero les haya gustado.

en unos minutos sale el siguiente.