𝘅𝘃𝗶. 𝗲𝗻𝗲𝗺𝗶𝘀𝘁𝗮𝗱

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el acostumbrado resonar de unas pisadas se aproximaban al muelle bajo la torrencial lluvia

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el acostumbrado resonar de unas pisadas se aproximaban al muelle bajo la torrencial lluvia. el rostro del propietario de aquello estaba oculto bajo unas oscuras gafas de sol, un sombrero de cubo, un gran impermeable y una sombrilla de gran proporción. frente a él estaba un carismático crustáceo rojizo que yacía en la orilla de la plataforma de madera, inmóvil, semejante a como si estuviera esperando algo o a alguien.

la silueta se acercó al animalito y se sentó junto a él sin pensarlo dos veces, tomándolo en sus manos y escondiéndolo de la helada lluvia. al parecer su caparazón había sido penetrado por una oxidada pieza de metal, causándole, lo que el deducía, un dolor punzante y que lo mantenía privado, suposición que confirmó en el momento en el que buscó inspeccionar su herida y en defensa propia se retorció en sus brazos a su vez que trataba de atacarlo.

se quitó las gafas y le sonrió al crustáceo, el cual le reconoció de inmediato.

─me alegra que no intentaras sacarme un ojo aún sabiendo que soy yo ─habló entre murmuros el ojiazul de oscuras ojeras─. veo que kappa aún no ha salido del agua... ─entre susurros y unas cuantas caricias a la criaturita en sus manos, posó su mirada en el mar, perdida entre las olas causadas por la lluvia y los peces voladores que se evidenciaban a lo lejos. suspiró lagrimeando, exhausto, e intentó mantenerse despierto al sentir el cansancio hacer pesar sus párpados.

la sombrilla tambaleó un par de veces por las pocas fuerzas que le quedaban y en un momento dado, del cual ogo ni atención prestaba, se levantó de imprevisto y se pellizcó ligeramente el brazo para despertarse. inspeccionó la hora en su reloj de muñeca y frunció sus labios.

─dios, ¿cómo que apenas son las cinco? ─jadeó exasperado. bufó y bajó su vista al pequeño cangrejo de tenazas desproporcionadas, quien parecía igualmente cansado, y era entendible considerando sus circunstancias. volvió a exhalar y apoyó el paraguas entre su hombro derecho y su barbilla para facilitarle el sacar su celular y marcar un número─. vamos a dentro, amigo, te ayudaré con tu caparazón ─le dijo por lo bajo mientras caminaba de regreso al santuario, oyendo con atención el repicar de la llamada en espera.

¿hola?

¿estás ocupado?

depende, ¿quién habla?

no estoy para tus bromas, carson, dame una respuesta o colgaré ─dejó sus ojos en blanco y sacudió la sombrilla al dejar a un lado cuando estuvo en el porche de la instalación.

vamos, siren, es decir, ¿en verdad quieres que vaya para allá? ¿es posible eso? ─se alejó el auricular del android al escuchar las estruendosas carcajadas del otro a través de la línea─perdón, sé que te molesta el ruido pero debes admitir que esto de tu queriendo compañía no es costumbre, jamás te imaginé decir algo así fuera de mis fantasías.

hubo un largo periodo de tiempo en el que ninguno dijo absolutamente nada, sobretodo siren, quien se mantenía indiferente hacia los comentarios del adverso, cuya emoción se mantenía intacta al saber perfectamente que seguía ahí.

─tu silencio me lo dice todo, estaré allí en cinco. ve haciendo café, llevaré donas ─y sin anexo alguno, colgó rápidamente, dejando al peliazul en blanco y sin nada qué decir; su compañero sabía que odiaba esas cosas y que ni siquiera las comía, pero sabía que aún así lo hacía más que todo por fastidiarlo. ya era costumbre, no le afectaba tanto como en un principio.

estando ya tras la puerta de su casa, tendió cada prenda en un perchero de madera a un costado de la puerta, que también sostenía uno que otro abrigo junto a algunos sombreros de distintos modelos.

el pequeño animalito despejó su mirada y prestó más atención a su entorno, sintiéndose aturdido ligeramente por las luces del interior, no eran nada fuertes pero no estaba acostumbrado a la luz artificial.

en primera instancia estaba el gran ventanal circular con marco de madera oscura posicionado al final de la habitación, con una vista panorámica del exterior lluvioso, que también poseía una superficie plana en el lado interior amoldado con un cojín color vino para más comodidad y una sencilla mesita que sostenía un bonsai lila frente a él. le seguía una puerta a un costado, la cual llevaba al patio y la cocina al otro extremo, algo pulcro y no tan moderno, sin contar unas dos puestas más a cada lado de esta, las demás recámaras.

estaba decorada con varias plantas en macetas colgantes del techo, sobretodo helechos, proporcionándole una tonalidad más verdosa y fresa a la estancia. a su lado habían dos escritorios unidos que formaban uno más grande, el cual en un extremo tenía una lámpara de noche, una pila de gruesos libros y que parecían bastante desgastados, un portátil con numerosos post'it pegados en él, evidentemente acompañado de una silla acolchada con una chaqueta tendida en el respaldar, seguida de, lo que asemejaba ser, piezas de computadora y distintos tipos de lápices de colores, grafito y tinta regados a todo lo largo de la mesa.

en el pulcro suelo de madera de abedul, a su lado, se encontraba una papelera de metal llena con papeles arrugados, una pc desarmada, una caja de herramientas y papeles azules tirados con descuido. así mismo, a todo lo ancho de la habitación se lograban ver cuadros de paisajes y animales decorando las paredes junto a una larga de extensión de luces blanquecinas en cada esquina superior, iluminando todo alrededor, además de algunos pósters de tonos oscuros, otro escritorio más compacto al otro extremo del cuarto teniendo únicamente algunos envases de pintura, unos viejos pinceles y hojas con, lo que parecía ser, diferentes bocetos de quién sabe qué, otra ventana igualmente pequeña frente a él y un espejo de cuerpo completo a un costado, el cual traía varias prendas encima.

recorriendo brevemente la alcoba, se percató que el pequeño bonsai estaba algo marchito.

« quizás no esté recibiendo suficiente luz » pensó disgustado de su aspecto; estaba saliendo más de lo habitual así que posiblemente sea el descuido el causante de aquello. dejando a ogo en la ventana, cogió con cuidado la maceta rectangular y la inspeccionó en lo que el pequeño animal descansaba, no obstante, en un segundo todo se iluminó fugazmente ante el fuerte resplandor de un rayo, el cual fue bastante estruendoso, asustándolos a ambos y causando que siren casi dejara caer el bonsai, que por suerte no lo hizo pero que sí provocó que ogo saltara agitado y cayera dentro encima de la portátil.

tres segundos pasaron cuando otro rayo destelló en el cielo, ahora sí siendo el culpable de un bonsai destruido, una lámpara rota, un tobillo torcido y una enemistad entre un cangrejo y un humano ojeroso que honestamente desde un principio no se llevaban bien.

tres segundos pasaron cuando otro rayo destelló en el cielo, ahora sí siendo el culpable de un bonsai destruido, una lámpara rota, un tobillo torcido y una enemistad entre un cangrejo y un humano ojeroso que honestamente desde un principio no se l...

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𝐬𝐞𝐚 ; csDonde viven las historias. Descúbrelo ahora