Capítulo 7. Un abrazo, que supo a gloria, un beso que marcó una vida

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Caminaba Kayle. Sin pararse a mirar atrás. Decidido pero con cautela. No iba sola, iba acompañada de sus amigos. La cortesía y la educación ante todo. Saludados sus amigos, el momento que más esperaba en meses. Dios, que abrazo. ¿Habéis abrazado a alguien y no habéis querido soltarle nunca?. Eso fue lo que sintió Kayle. Abrazaba a Alanna con tantas ganas que no podía creerselo. Se pellizco varias veces para ver si era un sueño. Un paseo, un paseo en el que se convertiría su sitio favorito de todos los que habían en este mundo. Un monumento artístico, con su encanto y duende. Y se separaron de sus amistades y se dirigían a hablar. Él, tan payaso como siempre. Ella, tan tímida como nunca. Fue una tarde de risas por sus tonterías, sus abrazos. Y fue en uno de esos despistes de Alanna cuando el, con miedo se lanzó. La besó. La besó como si no existiera el mañana. Para Kayle, el mejor beso de su vida. Para ella, el beso robado más inesperado. Fue el instante más mágico, más inolvidable y en el momento preciso el cuál el ocaso caía en la belleza de rascacielos y edificios donde se sacaron una foto, cual paseo en Nueva York por la gran manzana. Fue increíble, ella lo era. Pasearon hasta las tantas de la noche. Pasearon hasta que sus pies dijeron, basta. Después de interrupciones para abrazarse, besarse, llegaba el momento de pedirle formalmente que fuera su novia.

Es la historia de un amor como no hay otro igualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora