Kohaku se encontraba arropando a su hija Lina para poder dormir, mientras Senku le daba las buenas noches a su hijo Byakuya de 10 años y ella de 3 años.-Mami... Puedes contar un cuento- La niña veía como su madre apagaba la luz y encendía la lámpara en la mesita de noche.
-Mmmh veamos... -Tocó su mentor y recordó que es 7 de julio- Te contaré una historia que, me contó mi mamá cuando era niña.
Vió como la niña se emocionaba.
-Se llama Tanabata, hace miles de lunas atrás... -Empezó la niña a imaginar.
El rey de los cielos veía como su hija tejia sin parar la Vía Láctea, la más chica de ambas había sido buena haciendo su labor, tejia y tejia sin parar.
-Orihime- Su padre la llamaba.
-¿Por qué no me llamas por el nombre que usamos padre? - Veía con un ligero ceño fruncido.
-Lo siento Kohaku, pero mientras estés haciendo esas telas y estés a la orilla del Río Amanogawa, te seguiré diciendo tu nombre y no tu apodó- Veía que el semblante de tu hija cambió- ¿Pasó algo?
-Padre, ¿Algún día me casare? - Éso rondaba por su cabeza a diario.
Su padre se sorprendió de tal pregunta.
-Claro que sí, eres muy bonita, fuerte y además buena en lo que haces- Abrazaba a si hija lo más protector- Ya verás, llegará el indicado.
Hace algún tiempo conoció a un padre junto a su hijo, tal vez era momento de que se conocieran. La rubia seguía en su labor de tejer, cuando cierta cabellera extraña atada en una coleta le llamó la atención. La veía fijamente.
-¿Así que tu eres la hija de Tentei? - El chico de cabello extraño se acercó, tenía una bolsa llena de estrellas.
-Si, y tú¿Quién eres? - Miraba extrañada al chico.
-Hikoboshi, el cuidador de las estrellas- Se acercó a ella viendo, que tan bien tejia la Vía Láctea- Tu debes ser Orihime, ¿O me equívoco?
-Si, llamame Kohaku, siento mucha formalidad Hikoboshi-san - Se levantó.
-Odió las malditas formalidades, Senku para ti- Rascaba su oído con indiferencia.
Ella le enseñaba como tejia la Vía Láctea, mientras él le enseñaba cada estrella que cuidaba, a que firmamento pertenecia y los minerales que éste poseía.
-Eres como la constelación de Leo, eres toda una Leona- Reía por el sonrojo que le provocó, que era más enojó.
-Maldito bastardo, ¡No soy una Leona! - Está iba a propinarle una cachetada, pero su mano fue detenida.
Un beso tierno fue el comienzó de una bonita relación, cada uno se iba conociendo más. En el día hacían sus tareas, pero en la noche se la pasaban hablando de estrellas, las Galaxias y la gran Via Láctea. Tanto que empezaron a descuidar sus trabajos.
-¡Te prohibo volver a ver a ese idiota! - Estába furioso.
-Pero padre, él... Yo... Lo amo con todo mi ser- Empezaban a brotar lágrimas.
-Es mi última palabra Orihime, apartir de mañana te irás al extremo de la Vía Láctea y pobre de tí, si me desobedeces- Sin más dejó a la chica.
Fue cumplida la voluntad del padre de está, era cuidada por Jasper y Turquoise. Ahora hacía el tejido más lento y con un vacío en si corazón. Él veía con indiferencia a sus amadas estrellas, ya nada era igual sin ella.
-Kokuyo, te pido por favor que me dejes verla de nuevo- Puso su cabeza en el suelo, rogaba por el deseo.
-Soy firme en mis decisiones, lárgate de aquí- Y fue escoltado a la salida.
Pasaba el tiempo y veía a su hija sin brillo en sus ojos agua marina, estába destrozada. ¿Hace cuánto no sonreía?
Los escoltas le contaban que día y noche lloraba al ver las estrellas, había momentos en que sus tejidos eran cada vez más lentos.-Hija- Le dolía la frialdad en ella- Te concederé un deseó.
-¿Puedes hacer éso? - Vió como cambió el semblante.
-Si, te concederé el deseó de verlo solo una vez al año- Vió la sonrisa de ella, tan llena de vida.
-Gracias padre- Lo abrazó con mucha fuerza.
El puente de urracas la guió hasta donde estaba él, veía la tristeza en su aura. Salió corriendo.
-Senku- Fue directo hasta él. Él contrario salió corriendo en busca de su amada, la abrazó con mucha fuerza había extrañado su calidez.
-Kohaku... -La beso con mucha demanda, ella correspondió rápido , pero por la falta de aire tuvieron que cortar el momento- ¿Qué haces aquí?
-Padre me concedió el deseó de verte una vez al año, cada día 7 del mes 7- Ella acariciaba sus mejillas, adoraba ver esos ojos carmesí.
-Entonces, se mi esposa- Ella no necesitó palabras, asintió y lo besó con mucho amor.
-Y así qué cada día siete de julio, ellos atraviesan todo por volverse a ver- Veía en su hija un intenso brillo en sus ojos rojos y sus mejillas con ligero sonrojo.
-Gracias mami- Beso la mejilla de su madre y se acomodó para dormir- Aunque papá diga que son tonterías, amo este tipo de historias.
Fue lo último que dijo antes de caer dormida, Kohaku apagó la luz y beso su frente. Ella abrazaba con fuerza su León de peluche.
La rubia caminaba al patio de enfrente, su esposo se encontraba acomodando el telescopio, veía detenidamente.-Así qué, le contastes la leyenda del Tanabata- Vió como su amada rodaba los ojos. Sabía que para él, esas mierdas no existían.
-Si, recuerdo como me la contaba mamá- Suspiro, aún era doloroso- Para ti son mierdas, para mi una historia de amor hermosa.
-Oye tampoco soy tan desalmado, Byakuya me contaba esa historia, aunque creó que era muy diferente a lo que le contastes a la mini leona- Se acercó para invitarla a ver - Mira esa es Vega y Altair, o como los conoces Orihime y Hikoboshi.
Era hermoso el cielo despejado y llenó de estrellas pero, había dos especiales que brillaban con intensidad. Pareciera que el puente se hacía más pequeño para verse.
-Es hermoso cariño- Despegó su ojo del lente.
-Pide un deseó- Entre lazo sus dedos a los de ella para besarla con ternura.
La rubia correspondió el beso, enredó sus brazos en su cuello haciéndolo más intenso pero, por falta de aire tuvo que terminar.
-¿Qué pedistes? - Acariciaba su nariz con la de ella.
-Que nuestro amor sea tan intenso como Orihime y Hikoboshi- lo volvió a besar.
Para Senku solo era una leyenda para el Matsuri, pero para su esposa era la mejor historia de amor, tal vez su destinó fue escrito por las estrellas.
𝔽 𝕀 ℕ
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Esperó les guste esta bonita historia de amor, es mi favorita. La conocí hace 4 años cuando estaba esperando a mi hijo.
Y que, ¿Merezco review?