Senku se mal decía por haber aceptado la propuesta/amenaza de sus amigos Taiju y Yuzuriha, ambos se habían casado hace casi un mes pero los tortolitos estaban en su Luna de miel en Hawái cortesía de Ryusui. Taiju le pidió a Senku cuidar a de el perrito que le había regalado a su ahora esposa meses antes, de verdad no podía negarle favores al grandulón ya que lo ayudaba mucho en la carga de materiales.
Ése no era el verdadero problema, el verdadero problema era lidiar con la compañera de cuarto que tenía su amiga, era nada más y menos que Yoshida Kohaku, la leona que lo había domado desde hace varios años, se conocían desde la preparatoria aunque eran muy diferentes, ella era amante de los deportes y el de la ciencia, dos mundos muy diferentes.
Estába conduciendo hacía el departamento de las chicas, no se encontraba muy lejos de su laboratorio pero el caminó lo ayudaba a pensar en no encontrarse con ella, desde la boda de sus mejores amigos no tenían cara para hablarse y quién lo diría ahora el alcohol era su peor enemigos, en especial el whisky.
De solo recordar la noche se daba pena ajena, se le ocurrió acorralar a Kohaku en uno de los cuartos de limpieza que contaba el salón parai tener sexo con ella, no le desagradaba perder la virginidad a sus 25 años con ella, pero ahora no podía sacarse de la mente como se veía debajo de él gimiendo y jadeando su nombre. De verdad tenía un problema, más porque ella no puso resistencia en tener sexo.
-Terminemos con ésto- Se quitaba el cinturón de seguridad y bajaba de su auto.
Camino al edificio entrando y presionando el botón de quinto piso, se mantenía serio y pensativo. No podía olvidar por completo esa noche y la blanca piel de la chica, en verdad era un maldito y puto masoquista que se había enamorado. Él mismo había dicho que las relaciones eran un problema y ahí estaba él, caminando a la puerta de la chica que lo traía loco.
Buscó las llaves en el marco de la puerta, no tardó mucho en encontrarlas, abriendo despacio la puerta para entrar y buscar la mascota de sus amigos tortolitos. Sudó frío al darse cuenta de una pequeña bolsa azul y una melodía tranquilizadora, estába seguro que si Nikki, la amiga de las dos chicas lo veía entrar ahí con Kohaku en el departamento lo moleria a golpes.
Odiaba su curiosidad y buscó de dónde provenía la melodía, hasta darse cuenta que venía del baño. Mal decía por lo bajo su suerte, sacó su celular para ver que había detrás de la puerta, parecía un puberto metiche viendo por los vestidores de chicas de la escuela. Sudó frío al darse cuenta que la chica de sus sueños más húmedos estaba tomando un baño, que solo lo que la cubría era una Sabana de jabón de lavanda.
Se veía angelical en sus ojos carmesí, traía su cabello sostenido por una pinza para cabello y unos cuantos mechones rebeldes saliendo de está. No podía seguir ahí porque si se daba cuenta lo mataría de un golpe, su suerte fue peor.
-Senku... -Se escuchó su voz resonar.
Éste solo se detuvo pensando en una y mil formas de salvar su pellejo ante la fuerza de ella, su sorpresa fue voltear y no verla, volvió a ver por la apertura que tenía la puerta. Ella estába gimiendo su nombre con los ojos cerrados, eso le excitaba de cierta forma. Sus labios rojos e hinchados lo volvían loco.
-Senku Ishigami... -Fue la gota que derramó el vaso con el chico.
No supo en que momento ya estaba des vistiéndose y poniéndose una toalla alrededor de su cintura, entrando de golpe asustando a la rubia quien se cubría sus senos y los colores se le subían a la cara.
-Se... Senku... Bastardo, ¡¿Qué haces aquí?! - Estába muy avergonzada, tal vez escuchó ésto último fue lo que pasaba por su mente.
-Déjame acompañarte- Señalaba con un leve sonrojo la bañera.