Senku y Kohaku tenían muchos años de conocerse, además de la relación y todo, hace poco más de un mes habían Unido sus vidas en matrimonio siendo casí obligado a casarse por todas las de la ley al científico.
Un matrimonio siempre va a ser difícil, más cuando se acostumbra a vivir juntos el primer año en altas y bajas, pero lo que le preocupaba a Kohaku era la cocina.Había estado tomando clases de cocina con su hermana en su tiempo libre después de trabajar en la policía, de los dos Senku cocinaba pero ella se sentía mal de sobrecargarlo, llegaba cansado después de trabajar en su laboratios y además de dar clases en una Universidad cercana a su hogar.
Está vez estaba decidida haría ramen casero para él. Su día libre se dedicaría a ir a hacer las compras y regresar a la casa a tiempo para todo. Sonó su celular dándose cuenta de que era su hermana mayor.
-¿Ruri-nee? ¿Ocurrio algo? -Siempre preocupada por su hermana desde que eran niñas, más por su embarazo.
-Estoy bien, solo quería saber si tu y Senku quieren venir a cenar ya que es tu día libre- Comentó con alegría.
-Ah... lo siento Ruri-nee, hoy cocinare la cenar... -Éso hizo un silencio mortal en ambas, más bien que la rubia mayor estaba sorprendida.
No es que Kohaku fuera mala aprendiendo, solo que no tenía la paciencia de estar metida hasta 2 horas en la cocina sin mandar todo a la mierda.
-Buena suerte Kohaku, se que Senku apreciará el gesto y una cosa no está de más que es con toda la intención y amor del mundo- Sin más colgó.
Kohaku después de su mañana haciendo limpieza e ir a comprar los ingredientes necesarios, se dirigía a su hogar, estába agotada pero tenía que concentrarse ya eran las 3:00 pm y Senku llegaría en 3 horas.
-Manos a la obra- Se dió un poco de ánimo antes de lavar perfectamente bien las verduras.
Se puso a pelar y cortar todos los ingredientes, si que era agotador hacerlos en trozos. Empezó a cocer el ramen mientras se entretenía en éso, no supo cuanto se tardo pero las verduras tenían formas raras y además de que se llevó trozos con la cáscara de los vegetales.
Enserio la suerte de su pareja era contagiosa ya que le ocurrían últimamente acontecimientos irreales, bien fracaso con los vegetales y ahora volteo a ver que el ramen estaba hirviendo de más, además de hacerse negro. "Dios si de verdad existes, ¡No me mandes estas pruebas de mierda" Pensaba en sus adentros mientras lanzaba la olla hirviendo al fregadero.
"Ésto no podría ser peor" Seguía pensando en todo lo que había perdido que no de dió cuenta que alguién la observaba recargado en el marco de la puerta.
-Kukuku, ¿Así que era cierto Leona? - Reía por lo bajo con una de sus sonrisas brulonas ante lo que acababa de ver.
Mierda fue lo único que pensó al ver a su esposo ahí riéndose del desastre que tenía en ese momento, más bien reaccionó con sorpresa ¿Cuándo mierdas había llegado?
-Senku... -Fue lo primero que salió de sus labios- ¿No se supone que llegabas a las 6?
-Un pajarito me dijo que harías la cena- Rascaba su oído con su dedo meñique.
"Maldito Chrome traidor cuándo lo vea lo mataré a golpes" Pensaba la rubia con una sonrisa fingida, en ese momento su cuñado estaba estornudando al llegar a su casa junto a un escalofrío, sabía bien que pasaría después. Tal vez no fue buena idea decirle a Senku.
-No te preocupes Leona, solo vine antes para ver si no haz quemado la casa... -Se acercó a ver el ramen quemado- Y veo que llegué a tiempo.
-Trataba de hacer algo- Se cruzó de brazos.
-Apreció el gesto... -La jaló sentandola en su regazo- No me molesta cocinar, pero si quieres hacerlo pediremos ayuda a Lilian o cocinar juntos.
Pasaba sus manos ásperas por encima de la ropa acariciando su cintura si más, la jaló atrapando sus labios en un beso hambriento frotandola contra la erección que se le estaba formando esta tratando de separarse ganándose un ligera mordida en el labio inferior.
-Vayamos a comer Ramen al restaurante de siempre y después de ahí... -metió su mano por la falda de ella tocando sus glúteos apretandolos- Podemos ver quien estará arriba dominando.
-Maldito bastardo pervertido- Jalaba sus mejillas.
-Leona desde que nos casamos, me haz vuelto jodidamente adicto a ti- La bajaba lentamente dándole un azoton en su trasero ganándose una mirada llena de vergüenza y coraje por parte de la rubia.
Ése día salieron a cenar a donde siempre iban desde novios, no les importaba si era pequeño el restaurante ya que mientras estuvieran juntos podrían pasarla bien. Además eran un equipo, no dejarían cargar la mano del otro nunca más, aunque se los errores se aprendé para ser mejor.