♠[ Crocodile x reader]♠ She's my collar...

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No tengo ni idea de lo que estoy haciendo, honestamente, pero la idea de empujarle hasta el extremo o de hacerle sorprender es graciosa y tentadora a la vez, no es como si no estuviese acostumbrado a mi nivel de afecto físico tanto en público como en privado, nunca le importo mucho he incluso participó en mi juego. Era de esas personas a las que les gustaba presumir lo que tienen y seamos claros, con todo lo que tenía era normal ese ego.

Y en el centro de lo que quería presumir estaba yo, lo dejo claro desde el primer momento, no era un objeto. Pero ante los demás era suya, sería extremadamente machista pero no en este tipo de ambiente, era obvio que yo sabía defenderme sola, pero es peligroso estar en el entorno de criminales con 2 neuronas y babeantes por mujeres.

Eso añadido a que como mencioné antes soy simpatizante de los gestos dulces, eso hizo que está noche se me ocurriera una maravillosa idea a mi punto de vista, al de Crocodile quizás no tanto.

Esta noche daba lugar una de las reuniones anuales de los socios de la organización y eso nos colocaba como anfitriones, así que hoy era día de acabar con preparativos, elegir un lindo vestido y dar una sonrisa encantadora a los invitados. Aunque a la mitad no les soportase, cierto que había alguna chica  que era agradable, y algún hombre joven que se comportaba de buena manera, pero la gran mayoría eran unos viejos egocéntricos que se creían con derecho a pasar por encima de todos, por tener más dinero, más terrenos o más negocios, pero la verdad es que todos agachaban la cabeza ante Cocodrile, lo cual resultaba patético después de verles pavonearse de sus mujeres, casualmente siempre más jóvenes que ellos... Era algo que me molestaba ya que la diferencia de edad entre mi novio y yo era bastante grande también, pero él nunca me trataría así y yo nunca estaría con él por su dinero. 

Salí de golpe de mis pensamientos cuando escuché una puerta cerrarse bruscamente, giré la cabeza casi de inmediato, asustándome ya que había sido bastante sonoro, evidentemente me relajé al ver que era Cocodrile, tirando fuertemente su abrigo al suelo del dormitorio. Parecía enfadado, por lo que fui cuidadosa cuando él se sentó en uno de los sillones de la habitación. Yo estaba sentada en el tocador con maquillaje, jabones etc... en camisón y recién despertada, por lo que estaba un poco fuera de situación respecto a lo que le pasaba a Cocodrile.  No pensé que tuviera nada que ver con la reunión, estaba todo más que preparado, solo faltaba rematarlo todo y eso ni siquiera lo hacíamos nosotros, lo hacían los trabajadores.

-Cariño, ¿Qué ha pasado?- Me levanté de mi tocador para acercarme por detrás hacia el sillón, rodeando su cuello con mi brazo en un suave agarre cariñoso. 

-Nada, lo de siempre, los socios tienden a ser imbéciles.-

-No les hagas caso, ya sabes lo que son, ovejas, no tiene sentido darles importancia.-

-Lo sé, pero a veces es tan, frustrante.- 

Frustrante, con que eso era, estaba frustrado pero no enfadado, estaba preocupada por él, pero me di cuenta de que mi plan de burlarme un poco de él esa noche podía seguir en pie, e incluso le quitaría algo de estrés jugar de vez en cuando. Así que empezaba ahora. 

-¿Mi bebé está frustrado?- Solté el agarre de su cuello para dar la vuelta al sillón quedándome en frente de él. Viéndole ladear la cabeza mientras me subía en su regazo. 

-Tengo 40 años y mido dos metros, no soy tu bebé. - Dijo y reí haciéndole callar cuando sumergí mi cabeza en su cuello para mordisquearlo, Cocodrile empezó a sonreír mientras deslizaba sus manos por mis caderas, agarrándome más para tirarme contra él.

-No tienes nada que arreglar hasta que caiga la noche, ¿Por qué no pasamos el rato juntos hasta que tengas que irte?- Dijo con un tono de voz grave a lo que yo respondí besándole durante un rato más. Cuando las cosas iban a pasar a más, me separé de él.  

-He quedado con una trabajadora del servicio para que me peine antes de la gala, creo que me estará esperando.- Le dije con una sonrisa mientras caminaba hasta el armario y me quitaba el camisón ante su mirada hambrienta para ponerme un bonito vestido marrón, corto para su agrado. 

-No llegas tarde, vuelve aquí.- Seguía en la misma postura.

-¿Qué? Lo siento, no te oigo, hasta luego.- Salí de la habitación dejándole ahora frustrado de todas las formas en las que podía estarlo.

No era mentira del todo lo que le había dicho, ya que si iba a ir a peinarme y a arreglarme mejor para la reunión, pero tenía tiempo de sobra, tiempo que utilizaría para dar un paseo y pensar mejores formas de volver loco a Cocodrile esa noche, tiempo que solo hacía que la tensión entre ambos aumentase. Pero de momento, solo necesitaba dejar el tiempo correr.

...

 Bajé mi vestido una vez más, era un poco incómodo, aunque era precioso y me quedaba de miedo, a juzgar por todas las miradas que yo no había pasado por alto, y para mi diversión, Cocodrile tampoco las había ignorado. Me encontraba hablando con un socio en particular al que Cocodrile odiaba, no le soportaba, era un odio irraccional ya que yo a veces le encontraba incluso gracioso. De todos modos, aproveché la forma en la que este hablaba conmigo, con demasiadas confianzas, para darle miradas de peligro a mi novio desde lejos, como llamándole para que viniese. Cuando se acercó, empecé a reírme de una forma molesta de los chistes sin gracia del socio.

-¡Cocodrile amigo! Estoy hablando aquí con tu chica, enhorabuena por cierto, un monumento de mujer el que tienes aquí contigo.-  Dijo mirándome de arriba a abajo mientras el moreno se acercaba a mirarle con unos ojos asesinos que solo yo sabía leer.

Entonces ya estaba, más fácil de lo que lo había pensado, estaba al límite, pero Cocodrile era un hombre elegante, por lo que no perdió los papeles y esperó a acabar una tensa conversación con el socio antes de excusarse para ir a hablar conmigo en un lugar privado.

-Ese vestido debería estar clasificado como ilegal en al menos 37 islas bajo el control del gobierno,¿A qué estás jugando? -

-No estoy jugando, simplemente haciendo acto de presencia, no sé por qué te quejas tanto de tus socios, si son encantadores.- Dije con un tono de voz suave y juro que ví su ojo contraerse ante eso.

-Tú misma lo dijiste, son inferiores, solo sirven para ser usados, babosos y vulgares, el que manda aquí, soy yo. - Dejó muy claro el desprecio por estos individuos, y lejos de disgustarme, me gratificó saber que él también sentía asco hacia ese tipo de personas. Así que en esa situación, encendida por verlo tan frustrado y autoritario solo pude decir lo siguiente y rezar porque no me lo negase :

-¿Ah sí? Demuéstramelo.-

Y como no, él nunca se negaría.

...

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