Los ciegos.

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Dedicado a todas las personitas preciosas que han votado y comentado.

Los quiero montones bolitas de carne ☺️☺️.

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— ¡Oh, hermano, estoy tan cansado!— exclamó Kirishima, sentándose en uno de los sofás de la agencia.

Frente a él, en el mueble grande cayó un rendido y sucio rubio. Los sonidos que salían de su boca podían ser fácilmente comparados con gruñidos de gatitos bebés.

El pelirrojo no pudo evitar sonreír al pensar en ello. Sí, Kaminari parecía una especie de gato recién nacido.

La imágen del rubio usando unas orejas y cola de gato lo tomó por sorpresa, haciendo que su corazón latiera rápido y su rostro se tornará rojo.

Tuvo que cubrirse la cara con ambas manos, suspirando cansado de esos pensamientos que cuando menos pensaba, lo asaltaban. Muchas veces haciéndolo quedar en ridículo frente a sus amigos o incluso frente a Kaminari. Sabía perfectamente que pensar así acerca del rubio no estaba bien, no era nada masculino y era, de cierto modo, una falta de respeto.

Pero es que realmente no es como si pudiera controlar todo lo que por su cabeza pasaba, tampoco las reacciones naturales de su cuerpo que parecía gritar a los cuatro vientos lo que él no quería admitir.

— Hey, ¿estás bien?— preguntó Mina, más que divertida por la aparentemente entretenida situación de Kirishima, apareciendo de repente tras el sofá donde estaba sentado el pelirrojo.

Ella ya sabía lo que pasaba, sabía que Kirishima gustaba de Kaminari y que el torpe de Kaminari, quien constantemente le enviaba algunas señales que variaban entre lo obvio y lo indirecto, también. Pero los dos eran tan lentos que no eran capaces de leer las obvias reacciones de sus cuerpos.

Un caso bastante divertido, según su parecer.

Kirishima le dió una rápida sonrisa, aún con sus mejillas sonrojadas, enseñando esos dientes inusualmente puntiagudos pero tiernos.

— Claro que sí— contestó, casi irradiando luz por todos los poros de su piel.

Mona rió negando con la cabeza, inclinándose para susurrar algo en el oído de Kirishima. Kaminari les dió una mirada de reojo, frunciendo el ceño al notar la cercanía de esos dos y sintiendo luego un peso doloroso en su corazón al ver cómo Kirishima, exaltado y completamente rojo, se levantaba gritándole a la pelirosa lo loca que estaba para después irse a su oficina.

Mina sintió la pesada mirada amenazadora del rubio sobre sí, así que volteó a verlo burlona. No con una mala intención, por supuesto, pero sí con el ánimo de darle el empujón que le hacía falta al celoso rubio.

Y antes de que este estallara en cólera, rápidamente huyó en dirección a su próximo objetivo de recapacitación: Bakugo Katsuki.

Para Mina era tan obvio que todos estaban perdidamente enamorados, que le resultaba estúpido el hecho de que ninguno lo supiera, viera o intentara algo para... Quién sabe, iniciar una relación feliz y llena de amor y celos y locura y desenfrenada pasión.

Sí, involucrarse en la vida de sus amigos era algo que amaba hacer. Y las acciones de ellos eran tan evidentes que olvidaba que ella también tenía una vida, y pasaba por algo muchos detalles que eran parte de su día a día. Como, por ejemplo, el hecho de que cierto pelinegro no hacía más que suspirar por ella, incapaz de ver otras chicas además de la pelirosa, tímido pero atrevido al mismo tiempo al intentar hacerle saber sus obvios sentimientos.

Amado, DeseadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora